Un viaje libre de prejuicios para conocer la tierra que supo ser reino: Etiopía
El siguiente relato fue enviado a lanacion.com por Mario Pintos. Si querés compartir tu propia experiencia de viaje inolvidable, podés mandarnos textos de hasta 5000 caracteres y fotos LNturismo@lanacion.com.ar
Etiopía siempre ocupó un lugar preponderante en la historia de África como el reino de Abisinia, con tres milenios de historia. Pero, ¿qué se va a buscar a un país, tan lejano y exótico? Ante todo es necesario abrirse a descubrir algo nuevo sin preconceptos.
Aterrizamos en Addis Abeba (hermosa flor) que se veía como una gran mancha de luz. El aeropuerto de Bole estaba desierto: mi maleta era la única de la cinta porque el resto de los pasajeros del vuelo de Ethiopian Airlines siguieron viaje en diferentes conexiones.
Las ciudades africanas tienen un plan edilicio en el que no hay un centro definido y Addis Abeba no escapa al modelo. No hay demasiada arquitectura interesante, fuera de algunas iglesias de la religión mayoritaria: cristiana copta ortodoxa etíope. También valen la pena el Market –desmesurado en tamaño– y ver el atardecer desde las colinas de Entoto.
En Addis Abeba es agradable sentarse a degustar un muy buen café etíope y "ganar tiempo" viendo pasar gente del lugar, de hablar tranquilo y suave, dispuestos a ayudar, manejándose con un inglés más que aceptable, que es obligatorio estudiar desde segundo grado.
Dentro del área turismo son muchos los guías que manejan el español ya que a mediados de la década del 70 hubo varios instructores cubanos que colaboraron con el régimen de Mengistu Mariam de cuya experiencia queda un colosal monumento. Paradojas del destino, este coronel que hizo ahogar a El Negus con una almohada, fue echado 10 años después también a causa de una hambruna, aunque con mejor suerte, ya que en la actualidad vive en Zimbabwe.
Etiopía puede ser dividido en dos partes: la norte y la sur, teniendo como referencia a Addis Abeba.
La población negra es de piel más clara en la región norte y más oscura hacia el Ecuador. En el norte, están muy orgullosos de su origen y de sus ciudades: Lalibela con sus iglesias excavadas en la profundidad de la roca y Axum con sus obeliscos y su piedra roseta como testimonio del pasado abisinio. La región sur presenta un despliegue de etnias, dentro de las más de cien que posee Etiopía. Aldeas con sus mercados de animales (bovinos, cebú, ovejas, cabras, aves de corral) y de enseres cotidianos como los cestos tejidos, en un país en que el escaso tránsito vehicular es suplantado por manadas de animales domésticos.
Las rutas del sur son en su mayoría solo caminos de tierra, pero permiten ver el país: la montaña cubierta de flores luego de la temporada de lluvias, mujeres junto a pozos de agua u hombres arando con un buey. La división de la tierra, su relieve accidentado y la estructura económica del país no permiten otra forma de laboreo.
Impactan los grupos de chicos que aparecen de improviso bajando velozmente por las laderas del camino y ofrecen artesanías. Los etíopes son los mejores maratonistas del mundo y verlos en velocidad, sonrientes, son imágenes indelebles.
El poder de la iglesia ortodoxa copta etíope sigue siendo ancestral y económicamente muy poderoso. Sus iglesias rústicas o grandiosas, y, más aún, las rupestres escondidas en altas grietas y cuevas de montaña, hablan de una fe profunda. He visto una fila de más de cien etíopes transportando, contentos, hatos de ramas para construir el monasterio en su aldea. Se distinguen con sus cruces coptas. Tampoco se puede soslayar el movimiento rastafari que se entronca con la última dinastía imperial.
Las ceremonias religiosas coptas duran casi tres horas que la gente, envuelta en su manto de algodón blanco, sigue de pie. Por eso es comprensible el uso habitual de bastones, aparte de lo accidentado de su geografía.
Son respetuosos de los horarios, se rigen por un calendario solar, Ge’ez, de raíz copta, que tiene una diferencia de siete años con el nuestro (allá están en 2011). También cuentan las horas a partir de la salida del sol.
Un destino posible
Hoy, Etiopía está lejos de situaciones de violencia, que solo aparecen en la capital de forma esporádica con algún arrebato callejero. La alimentación está asegurada por la producción de cereales y el abundante ganado. Su cocina es conocida por el uso de condimentos y es costumbre compartir el mismo plato ayudándose con un pan hecho de plátano silvestre.
A 14 horas en vuelo directo desde Buenos Aires, con hotelería de nivel internacional en Addis Abeba y lodges en el interior, Etiopía es un destino posible sobre todo a partir de octubre, cuando comienza la estación seca.
Volvería. Aunque siempre está la inquietud de saber cuándo es el momento: si estamos dispuestos a saber mirar, a entender el valor de las personas y de las cosas.
¿Vacaciones con un giro inesperado? ¿Una aventura que marcó tu vida? ¿Un encuentro con un personaje memorable? En Turismo, queremos conocer esa gran historia que siempre recordás de un viaje. Y compartirla con la comunidad de lectores-viajeros. Envianos tu relato a LNturismo@lanacion.com.ar. Se sugieren una extensión de 5000 caracteres y, en lo posible, fotos de hasta 3 MB.