Nueve días en bicicleta: mi manera de hacer el Camino de Santiago
El siguiente relato fue enviado a lanacion.com por Félix Nolazco. Si querés compartir tu propia experiencia de viaje inolvidable, podés mandarnos textos de hasta 3000 caracteres y fotos LNturismo@lanacion.com.ar
Todo comenzó como suele surgir este tipo de programas. La idea está en el aire y finalmente se concreta por el solo hecho de tomar una decisión. Hacía tiempo que analizaba realizar el Camino de Santiago en bicicleta, pero por diversos motivos siempre lo postergaba. Este año se dio la oportunidad y allí partí.
Viajé a Madrid y el mismo día salí en tren hacia Pamplona, donde comenzaría esta fantástica y loca aventura: unos 730 kilómetros en nueve días de pedaleo.
Día 1: Pamplona-Logroño
"Buen camino". Con esas palabras del conserje del hotel comencé el viaje desde Pamplona, una ciudad para enamorarse. Pasé por el Ayuntamiento y la Catedral, dos edificios de una arquitectura y estado de conservación muy buenos.
Una vez en el camino de los peregrinos, el paisaje es increíble. Senderos, piedra suelta, bajadas peligrosas, trepadas muy duras, pero la bicicleta siempre se adapta perfectamente.
Luego de una zona de viñedos y el Puente de la Reina o de los enamorados, terminé esta etapa en Logroño, justo en el día de su santo, San Bernabé, con toda la gente en el centro de la ciudad de festejo.
Día 2: Logroño-Belorado
Luego de los festejos no había nadie en el pueblo. Pasé por la Ermita del Peregrino, luego por Navarrete, un pueblo pequeño y armónico, diferente a todo. Más caminos rurales entre vides, con subidas y bajadas permanentes. Luego de Santo Domingo de la Calzada, llegué a Belorado.
Día 3: Belorado-Castrojeriz
En el único día que tuve algo de agua, comencé la pedaleada con una leve llovizna, que al detenerse me permitió disfrutar aún más del camino, entre pinos y una carretera ancha al costado. Llegaron Ages, Atapuerca y una zona militar que, con tanta piedra, durante dos kilómetros se hacía muy difícil pedalear.
En Burgos, la catedral es una visita obligada. Llegué por la Avenida Vitoria, que me sorprendió por su limpieza y veredas anchas y el parque que me recordó a los Jardines de Versalles.
Luego de Hontanos, arribé por un camino de asfalto a Castrojeriz.
Día 4: Castrojeriz-Sahagún
De madrugada, ya que todos los compañeros de habitación eran peregrinos y arrancaban temprano, retomé el recorrido hacia Sahagún. El comienzo era una trepada con una pendiente del 12% y una bajada con pendiente del 18%. Ese factor, sumado a la carga de las alforjas, resultó en una experiencia... particular.
Pasé Bohadilla Camino andando en paralelo al Canal de Castilla y por ruta, admiré la Iglesia Santa María la Blanca, Carrión Condes y Calzadilla Cueza.
En Sahagún, resultó que también en este pueblo era día festivo por San Juan de Sahagún. El pueblo era una fiesta, con corrida de toros incluida.
Día 5: Sahagún–Hospital del Órbigo
Camino pegado a la ruta, con una fila de árboles a la par y, por suerte, sin viento. Al dejar atrás León, me encontré solo en el camino por única vez en todos estos días. Volví a cruzarme con peregrinos recién poco antes de Hospital del Órbigo. Comencé a sentir los primeros calores que acompañarían de allí en más.
Día 6: Hospital del Órbigo–Ponferrada
Sabía lo difícil que resultaría esta etapa. Veinte kilómetros después de Astorga, comienza la famosa trepada a la Cruz. Por momentos se hace difícil por lo empinada, pero una vez que se llega a la meta, resulta gratificante la vista. En ese sitio, hay que cumplir con dejar una piedra, símbolo de todo lo negativo que uno lleva.
Por suerte, todo lo que se subió hay que bajarlo: comienza un descenso pronunciado para almorzar en Molinaseca. Luego de otro tramo por senderos, Ponferrada.
Día 7: Ponferrada-Sarria
Luego de desayunar bien temprano, todos los peregrinos abandonamos el albergue a las 7. El camino transcurría por una zona de vides y bodegas. Poco antes de llegar a O Cebreiro, me encontré por primera vez con dos argentinas, que realizaban el camino a pie. Al salir de O Cebreiro comenzó una bajada de unos 25 kilómetros por el bosque hasta llegar a Sarria, donde me alojaría en un albergue en medio del campo.
Día 8: Sarria-Arzúa
A partir de esta etapa, a 115 kilómetros de Santiago, comienza a haber mucha más gente, ya que es la distancia mínima que se exige al peregrino a pie para obtener su Compostela (documento que avala la realización del Camino). El trayecto pasa por puentes de madera angostos, arroyos, raíces y zonas de piedras grandes por lo que hay que subir y bajar de la bicicleta seguido.
Luego de Portomarín, ciudad que se tuvo que reconstruir luego de una inundación, comienza la última gran trepada.
Me recomendaron hacer noche a Arzúa, a 40 kilómetros de Santiago. El calor se hacía notar cada vez más.
Día 9: Arzúa–Santiago de Compostela
A las 9 comenzó la última etapa de esta aventura. Con mucha gente, el camino es un sendero bajo una especie de túnel de eucaliptos. Los últimos cinco kilómetros ya transcurren dentro de la ciudad, un laberinto de calles, curvas, ascensos y descensos.
Al mediodía y luego de pedalear más de 700 kilómetros entré en la plaza del Obradoiro y la imagen imponente de la Catedral me llenó de emoción.
Más de 600.000 personas por año realizan este camino. Niños de cinco años y adultos de más de setenta. Solos, con amigos o en pareja. A pie, en bicicleta o en auto. Un camino que pasa por todos los climas y distintas regiones de España.
Un camino que se hace en silencio, hablando o cantando, por motivos religiosos, turísticos o deportivos. Por todo eso y mucho más, ya no es un "buen camino", sino un... excelente camino.
¿Vacaciones con un giro inesperado? ¿Una aventura que marcó tu vida? ¿Un encuentro con un personaje memorable? En Turismo, queremos conocer esa gran historia que siempre recordás de un viaje. Y compartirla con la comunidad de lectores-viajeros. Envianos tu relato a LNturismo@lanacion.com.ar. Se sugieren una extensión de 5000 caracteres y, en lo posible, fotos de hasta 3 MB.
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