"Bombardeos día y noche" sobre Lysychansk, Ucrania
Sentada junto a un edificio de cinco pisos y mientras quita semillas a las cerezas, Liudmila dice que ya no soporta vivir más en el sótano donde está desde hace tres meses en Seversk, a unos veinte km de Lysychansk, en el este de Ucrania.
"Hace tres meses, ellos (los rusos) bombardearon aquí, ahora es por allá", dice a AFP mostrando la pequeña carretera que pasa por el edificio, y conduce a Lysychansk, última gran ciudad que las fuerzas rusas pretenden conquistar en la región de Lugansk.
"Bombardeos día y noche", grita la mujer que rechaza dar su nombre, sentada en un banco bajo un árbol al pie del edificio.
Luego se levanta, toma su pequeña carretilla con dos grandes botes vacíos y va a buscar agua en la fuente un poco más lejos.
"No tenemos electricidad ni gas, y eso hace ya tres meses", dice Liudmila mientras se oyen algunos ruidos de bombardeos. Humaredas blancas son visibles a lo lejos sobre Lysychansk
Dos mujeres preparan tortas de papa en la parte baja de la escalera del sótano, en una cacerola colocada sobre dos ladrillos y calentada con fuego de madera.
Una de ellas muestra al periodista de AFP su "cuarto" en una de las piezas del sótano iluminado por una lámpara de bolsillo: "mire, los colchones están allá, en un rincón, y se extienden en el suelo" por la noche.
En la pieza de al lado, una mujer de 90 años se apoya en un deambulador en la penumbra. Necesita medicinas pero es imposible encontrar por aquí, dice un miembro de su familia.
Ya no hay farmacias abiertas en la pequeña ciudad y los almacenes están casi todos cerrados desde hace dos semanas.
- "Atendida en el sótano" -
"Hay que ir lejos para comprar algo y nadie nos puede llevar", se queja un joven que pasa del edificio. "¿Usted no tiene por ahí papel higiénico?", le pregunta al periodista de AFP.
Otro, Viacheslav Kompaniets, sigue viviendo en su apartamento del primer nivel, donde todos los vidrios resultaron destruidos por una explosión en marzo, cuando las fuerzas rusas buscaron acercarse a Seversk, antes de ser rechazadas por el ejército ucraniano.
Al lado un edificio del pequeño cuartel de bomberos fue destruido por un cohete y no quedaron sino escombros.
A fines de mayo, Viatcheslav sufrió un ACV en su apartamento: "Me atendieron en el sótano", debido a los muy cercanos bombardeos, dice el hombre de 61 años.
Vivir en un lugar abierto a todos los vientos es posible en verano, pero cuando llegue el otoño, "hay que cerrar todo", dice, pero sin saber con que recursos lo hará.
De aquí al otoño los habitantes entrevistados por AFP esperan que habrá terminado la ofensiva rusa desencadenada el de 24 febrero, pero por ahora viven día a día sin saber lo que pasará mañana.
bfi/via/sba/eg/mb
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