Su esposo lo compró años atrás y decidió abandonarlo en 1968; con él fallecido, ella decidió venderlo y logró conseguir una gran suma de dinero
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James Young era un fanático de los autos clásicos. Tanto, que se enamoró de un Bentley de 1935 y lo consiguió por un precio significativamente bajo. Corría 1968 cuando este entusiasta del motor tradicional gastó poco más de ₤1000 para obtener el vehículo que supo pertencer a Philip Bushell, un comerciante de té muy reconocido de la época.
Todo parecía marchar bien. Había conseguido un auto muy lindo y codiciado por muchos por una ganga. De hecho, funcionaba y parecía que podría convertirse tranquilamente en su auto de cabecera. Sin embargo, como bien dice el dicho, lo barato sale caro y pagar ₤1050 por un vehículo clásico es un arma de doble filo.
Así como en la Argentina existe la Verificación Técnica Vehicular (VTV), en el Reino Unido existe el MOT Car (MOT corresponde a Ministry of Transport) y se trata de un trámite de carácter obligatorio que todo auto debe pasar. Todo auto, excepto el Bentley. Lamentablemente, el preciado vehículo que Young había comprado no logró cumplir con los estándares y no pudo conducirlo, motivo por el cual decidió guardarlo en un granero y olvidarse de él para siempre.
El tiempo pasó, James falleció y una tormenta afectó gravemente el techo del granero de la casa. Linda, su esposa, junto a su hijo empezaron a revisar sus viejas pertenencias para hacer espacio y arreglar la falla. Fue ahí cuando se reencontraron con el Bentley y decidieron venderlo.
Como era de esperarse, el vehículo se deterioró fuertemente por el clima y el tiempo sumado a las fallas con las que ya contaba en 1968. La familia lo publicó en varios sitios de fanáticos y recibió un sinfín de consultas sobre la disponibilidad del Bentley, por lo que decidieron subastarlo al mejor postor. “Estábamos tristes por dejarlo ir. Es un hermoso auto que guarda muchos recuerdos para la familia. Espero que el nuevo propietario pueda volverlo a hacer funcionar y cuidarlo”, le dijo Linda al portal británico Metro.
La subasta fue un éxito y los herederos de James recaudaron una suma cercana a las ₤60.000, significativamente más que la inversión inicial del difunto Young. El problema lo tendrá el nuevo dueño, cuyo nombre no fue dado a conocer por la firma Charterhouse Auctioneers, encargada de la subasta. Tras retirarlo con una grúa -no arranca- en el condado de Dorset, Inglaterra, deberá desembolsar las 60.000 libras de la subasta sumadas a unas 100.000 que, estiman, es lo que costará la puesta a punto del Bentley de 1935.
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