Ariel Montenegro, ingeniero cordobés que hizo carrera en Brasil y Francia, preside hoy la filial de Renault en Colombia; entró a la automotriz a los 18 años y trabajó en la casa matriz junto al CEO global antes de ser nombrado presidente
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Tiene 36 años, es ingeniero mecánico (UTN) nacido y criado en Córdoba, y ocupa una posición poco común para su edad en el sector: presidente de la filial de Renault en Colombia. Ariel Montenegro construyó en los últimos años una ascendente carrera dentro de la automotriz francesa que lo llevó a desempeñar roles en Brasil y en la propia casa matriz en París, asistiendo nada menos que al CEO global y al comité de dirección. Pero su vínculo con la marca del rombo tiene una historia más larga aún.
A los 12 años, Montenegro entró al Instituto Técnico Renault, colegio secundario ubicado detrás de la planta de Santa Isabel, en Córdoba. “Cuando empecé a estudiar ingeniería mecánica en la UTN, como había tenido buen promedio en el colegio me llamaron para hacer una pasantía en la fábrica, a los 18 años. Hice toda la universidad trabajando en Renault y estudiando a la noche. Sorprende ahora que haya llegado a esta posición con 36 años, pero empecé de muy joven en la empresa”, cuenta Montenegro a LA NACION desde Colombia.
Al año de su entrada a Renault, cuando venció la pasantía, arrancó con el trabajo full time. Empezó en logística industrial, donde estuvo cuatro años, y luego pasó a finanzas durante tres años. Retornó a logística como gerente de Supply Chain y gerente de Performance de fabricación. A comienzos de 2018 partió a Brasil, donde trabajó como secretario ejecutivo del chairman de la región, Olivier Murguet. Cuando unos meses después a Murguet lo nombran vicepresidente de ventas y operaciones a nivel global en Francia, le pide a Montenegro que vaya con él a la casa matriz.
Al poco tiempo de su llegada a Francia se produjo la crisis interna en la compañía que desató la salida del controvertido CEO brasileño Carlos Ghosn. Montenegro era director ejecutivo del comité de la compañía y ahí conoció al actual número uno, el italiano Luca de Meo, cuando entró a presidir la automotriz, a principios de 2020. Trabajó a su lado y junto al comité ejecutivo durante dos años, en los que se definió la nueva estrategia de la compañía bautizada Renauulution, con la que el rombo buscó recortar las pérdidas que le dejó la etapa de la pandemia y avanzar en el cambio hacia la movilidad eléctrica.
“Fue una gran experiencia trabajar en ese plan y alinear todas las expectativas entre lo que quería De Meo y lo que se podía llevar adelante. Un trabajo de equipo, en el que pudimos embarcar a todos”, destaca Montenegro.
En Brasil y en Francia fue secretario general para las funciones comerciales globales, encargado de coordinar las operaciones entre las regiones. Y luego ocupó el puesto de director ejecutivo del comité de dirección, donde hizo de nexo permanente entre los vicepresidentes de cada área y el CEO en la toma de decisiones y la evaluación de los proyectos especiales.
“Uno está en esa mesa, sin ser de esa mesa”, comenta el ejecutivo. “Fue un gran desafío, un cargo de mucha responsabilidad. Todas las decisiones que se tomaban en el grupo pasaban por mí, que era un poco el filtro antes del CEO. Y luego, una convivencia permanente con el CEO en la gobernanza de la empresa, cada vez que viajaba a un país y se encontraba con clientes, potenciales socios. Estaba en el backstage de la función del CEO”, precisa.
Misión: exportar
Desde febrero de este año, preside la filial de Renault en Colombia, Renault Sofasa (que en el pasado tuvo participación estatal hasta que la compró el grupo). La marca fabrica en ese país los modelos Duster, Sandero, Stepway y Logan (estos últimos tres, igual que en la Argentina). El mercado colombiano es más chico que el argentino, con solo tres fábricas (además de Renault, producen General Motors y Hino, la filial de camiones de Toyota) y un volumen de unas 250.000 unidades anuales vendidas. El rombo representa el 70% de la producción de autos de Colombia y la SUV Duster es el auto más vendido, con un 20% del mercado.
Montenegro llegó con un objetivo central: que la fábrica mejore su perfil exportador y no dependa solo del mercado interno. “Trabajamos para diversificar los destinos y retomamos la exportación a México, un mercado cercano y grande, al que ahora le vendemos los modelos Sandero, Stepway y Logan. Colombia tiene acuerdos comerciales con muchos países, es un mercado abierto (a las importaciones), pero a pesar de eso Renault mantuvo su lugar de liderazgo”, dice el CEO.
El segundo objetivo es definir un nuevo proyecto industrial de perfil exportador para que la planta logre un 50% de volumen de producción para vender al exterior. En el marco del nuevo plan global que encara la marca, los modelos que fabrique cada país en la región serán exclusivos (ya no se podrá fabricar el Sandero en Colombia y la Argentina, por ejemplo), explica Montenegro. En el mismo camino está la Argentina y la planta de Santa Isabel, a la espera de la definición de un nuevo modelo para exportar.
Sobre su función y el salto que implicó ser nombrado presidente de una filial, Montenegro dice que “estar al lado del CEO global (por De Meo) fue muy formador, uno aprende mucho. Mi rol era entender los temas antes, para que él pueda decidir”. Ahora, con la responsabilidad del cargo, “se juega de otra manera”, admite. Siente que para liderar lo ayudó el espíritu colaborativo y constructivo que traía de sus funciones anteriores. “Me tocó muchas veces en esta aventura ser el más joven, y uno no puede llegar con la arrogancia de decir ‘soy el jefe y decido, los demás me siguen’. Acá en Colombia hay un equipo de gente que es líder porque sabe, pero estaba un poco alicaído. Mi rol fue darles un propósito, un plan a mediano y largo plazo para la filial, para que Renault Sofasa trascienda 50 años más”, afirma.
Casado, con dos hijos y otro en camino, a Montenegro le gusta compartir tiempo con su familia y hacer deportes. Cuando puede juega al fútbol con miembros de la planta y pasa por el gimnasio todos los días antes de llegar a la fábrica, para “mantenerse equilibrado”. ¿Su primer auto? Obviamente, marca Renault: un mítico 12. Recuperó el modelo 1995 que manejó su papá taxista con un millón de kilómetros a GNC y lo hizo a nuevo. “Fue mi primer auto para ir a la facultad y a trabajar”, recuerda. Manejó todos los modelos que vio pasar por la planta de Santa Isabel y recuerda con especial cariño al Fluence, el mediano lanzado en 2010.
Hoy anda en la SUV Koleos y maneja también una Duster. “Por las condiciones de las rutas en Colombia, el SUV es lo más práctico”, remata.
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