Energía geotérmica, un recurso que ayudaría a paliar la crisis
Entre las vías para salir del apuro energético que se barajan en el Ministerio de Planeamiento y algunos organismos del sistema científico figura la construcción de una central geotérmica de 100 megavatios en las termas de Copahue, Neuquén. Este aparato mediano sería vecino de una central experimental de 0,67 megavatios que se levantó en 1988 con dinero japonés... y que no está en servicio.
Copahue II, capaz de iluminar una ciudad de 15.000 habitantes, podría construirse y entrar en línea dentro de apenas dos años. Pero, además, podría ser la punta de lanza de varios otros aprovechamientos similares. La idea es transformar los muchos yacimientos de calor subterráneo de la Argentina en corriente eléctrica de alta disponibilidad, bajo costo y escaso impacto ambiental.
¿Qué es una central geotérmica? El sueño de todo ingeniero es la que explota un yacimiento de alta "entalpía"; es decir, un sitio donde el vulcanismo calienta las napas profundas de agua a entre 150 y 300 grados. Pese a tales temperaturas, el agua no hierve porque está comprimida por millones de toneladas de roca.
Sacarle electricidad a ese yacimiento es sencillo: se "pincha" el reservorio mediante un pozo semejante a los de petróleo, cuya profundidad suele ser de entre 500 y 2000 metros. Entonces el agua, súbitamente despresurizada, se transforma en vapor que asciende, rugiente, por el caño, hasta una turbina generadora de electricidad en la superficie. Luego de hacer girar la turbina, el agua se condensa y reinyecta en el reservorio, para que no se seque. Fin de la historia.
¿Qué ventajas tendría la electricidad geotérmica en el contexto argentino actual? "La construcción es rápida y muy barata, y el combustible lo pone la Pacha-Mama", sintetiza el doctor Gustavo Bianchi, jefe de desarrollos de la firma de servicios petroleros San Antonio Pride y asesor científico de la Cámara de Diputados, que empuja el proyecto Copahue II en el Ministerio de Planeamiento.
Los yacimientos de calidad -explica el doctor Rubén Etcheverry, ingeniero y ex subsecretario de energía de Neuquén- son frecuentes en el área cordillerana, tanto en la Argentina como en Chile, porque allí el vulcanismo y las montañas combinan los dos "insumos" geotérmicos básicos: rocas subterráneas bien calientes y mucha agua en el subsuelo, que proviene de nieves permanentes o abundante lluvia.
En un informe reciente de la revista de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), los licenciados Oscar Haluska y Matías Perri y el ingeniero Daniel Tangir explican que la región cordillerana abunda también en yacimientos de "media entalpía", con aguas subterráneas de entre 75 y 150 grados, que obligan a complicar la ingeniería. En lugar de usarse directamente en la turbina, este fluido más frío puede caldear un "circuito secundario cerrado" donde se evapora isopentano (un hidrocarburo que pasa fácilmente de líquido a gas y se expande mucho), y eso es lo que activa la turbina.
Aun con su mayor complejidad, las centrales geotérmicas de media entalpía siguen siendo sencillas y económicas. Bianchi cree que Copahue II no costaría más de 600 dólares por kilovatio instalado.
Hasta las grandes llanuras sedimentarias argentinas, donde la gente sólo ve volcanes en los documentales de la TV, tienen yacimientos geotérmicos "de baja entalpía", con temperaturas de entre 20 y 75 grados. Estos también pueden aliviar la crisis: según Haluska, Perri y Tangir, al pre-calefaccionar el agua usada por centrales locales de gas, bajarían drásticamente el uso de este combustible súbitamente escaso.
Las complicaciones inevitables de la energía geotérmica son químicas: las aguas termales contienen gases disueltos. Algunos son inactivos o casi inactivos, como el dióxido de carbono y el metano, pero otros, como el amoníaco o el sulfuro de hidrógeno, corroerán golosamente cualquier acero que no sea inoxidable "dúplex", un material común en las refinerías de petróleo.
Y aun así, debido a que la ingeniería geotérmica es tan elemental, la electricidad de ese origen en Europa cuesta entre 5 y 9 centavos de euro el kilovatio/hora, más o menos lo mismo que la eólica. Pero Italia -el primer país del mundo que aprovechó esta fuente de potencia- calcula que podrá bajar el precio a 3,5 centavos para 2010 con un poco de economía de escala (centrales mayores). "Si fabricamos aquí las turbinas, podemos literalmente pulverizar estos precios", desafía Bianchi, experto en bajar costos tecnológicos.
Sobran lugares de alta entalpía donde poner a prueba tal desafío: no muy lejos de Copahue, siempre en Neuquén, está el volcán Domuyo. Pero también está el área volcánica de Tuzgle, entre Salta y Jujuy, o el Valle del Cura, en San Juan. Son todos sitios bien evaluados, con estudios de prefactibilidad, como también los son Bahía Blanca o Río Valdez, en Tierra del Fuego.
La central italiana de Lardello ya tiene un siglo en servicio. Estados Unidos tiene 2700 megavatios geotérmicos instalados; México le sigue en América, con 960; Filipinas tiene 2000, e Indonesia, 1080. El Salvador y Costa Rica ostentan 165 y 170, respectivamente. Estos países muestran que sólo se requieren vulcanismo, agua, cierta ingeniería... y la necesidad. Hasta ayer, era lo único que faltaba en la Argentina.
Distribución y población
"Lo que me gusta más de un posible emprendimiento geotérmico es volver a diversificar la grilla energética argentina -dice la diputada Marina Cassese, de la Comisión de Energía de la Cámara Baja, hoy una adalid de Copahue II-. En los 80 nos hicimos casi monodependientes de los ríos -explica-, pero en el 87 dejó de llover... y se nos apagó la luz. En los 90, fue apostar todo al gas, pero se dejó de explorar y perforar... y volvemos a lo mismo. Hoy el 90 por ciento de la electricidad argentina depende del gas o del agua: terrible brete, porque ahora faltan gas y agua, todo al mismo tiempo.
"Tenemos 42 áreas de interés geotérmico en el país -sigue Cassese-, casi todas a tiro de ciudades o industrias. No es un tema menor: muchos de los electroductos de larga distancia del país están saturados, no pueden llevar más corriente."
Según Bianchi, "al revés de lo que pasa con el gas, los ríos represables o el viento, la distribución del recurso geotérmico sobre el territorio no contraría la de la población. Hay enchufes geotérmicos posibles a tiro de casi cualquier gran ciudad del NOA o del centrooeste", dice el experto.