Claves para mantenerse activo y lúcido a través de los años
Hay mucho por hacer para preservar la memoria, la lucidez y las habilidades a edades avanzadas
Cualquiera puede entender lo que significa "mantener la lucidez" sin demasiadas explicaciones y, sobre todo, sin demasiadas definiciones de lo que significa. Porque la lucidez –y sobre todo, la posibilidad y el temor de ir perdiéndola conforme avanzan los años de la persona adulta– no tiene un modelo social ni biológicamente establecido: sólo es posible evaluarla en relación con las habilidades que cada uno desarrolló en su juventud.
Y por eso, también, los indicadores del deterioro cognitivo –la disminución de las capacidades de moverse, de pensar adecuadamente a la situación, de prestar atención, quizás de comunicarse– van más allá de parámetros clínicos o de códigos sociales: son el malestar, la tristeza, la alteración de la realidad cotidiana, el sentimiento de culpa por no poder manejarse tan independientemente como antes, lo que mide el peso de la vejez en cada persona.
Por eso la vejez, aún cuando forma parte de la naturaleza, constituye uno de los grandes temores humanos, y la pregunta sobre cómo llegar a esta edad y transitarla con lucidez es una de las grandes preguntas a las que la medicina y la psicología tratan de aportar respuestas. Una de las respuestas más firmes, según explica el doctor Moisés Schapira, especialista en Gerontología y Medicina Familiar, es que las capacidades perdidas en general no se recuperan, y que por eso es necesario desarrollarlas en la juventud y preservarlas en la edad adulta. Y que hay ejercicios y tratamientos específicos para la preservación de las capacidades cognitivas, aunque no hay estándares universales ni garantías, ya que cada persona es diferente.
Como un capital cognitivo
Desde el sentido común se puede decir que es como el buen pasar económico: conviene desarrollarlo en la juventud para no pasar apremios más adelante, cuando ya es más difícil conseguir lo que nunca se supo cómo. Desde el punto de vista neurológico, las capacidades cognitivas (lenguaje, juicio, inteligencia, atención, ubicación espaciotemporal, memoria, capacidad visoespacial) dependen de la dinámica de las células nerviosas, que establecen entre sí conexiones llamadas sinapsis.
"Cuanto más activas se mantengan las capacidades cognitivas durante la juventud, a través de la actividad social e intelectual, del juego y de todo aquello que estimule el ejercicio de la inteligencia y la salud mental, mayores serán las conexiones sinápticas que se establecen, y mayores son las chances de tener una buena capacidad cognitiva a medida que se avance en edad", señala Schapira.
El especialista explica que hay cierta disminución de capacidades que es propia de la senectud, como algunos olvidos o la dificultad para recordar nombres, por ejemplo. ¿Cuándo necesitan tratamiento específico? "Los síntomas dependen de cada persona, así como de la causa del deterioro y de las funciones afectadas", responde. La amnesia (pérdida de la memoria), la afasia (pérdida del lenguaje) o la dificultad para identificar o reproducir formas (pérdida de la capacidad visoespacial), obedecen a diferentes causas y presentan diferentes posibilidades de tratamiento.
Los cambios bruscos en el carácter, un repentino retraimiento o pérdida de la capacidad de socializar, perderse yendo a un sitio conocido y, sobre todo, olvidos en situaciones que antes constituían un hábito (el lugar donde siempre se dejan las llaves, o el nombre de personas del entorno cercano) y pérdida de las habilidades que antes caracterizaban a la persona (no de capacidad física, sino, por ejemplo cocinar, organizarse o manejar la economía doméstica) pueden ser motivo de consulta a un especialista.
Los definitivos "sí"
Lo que con un importante grado de evidencia en la mano piensan hoy los especialistas es que las actividades que ayudan a crear y fortalecer sinapsis coinciden con aquellas que suponen adquirir habilidades nuevas, y son tanto más efectivas cuanto más intervienen en ellas la capacidad lúdica y el placer de llevarlas a cabo. La licenciada Miriam Cohn, jefa de Terapia Ocupacional del centro Hirsch de San Miguel, da algunos ejemplos de ejercicios tales como hacer palabras cruzadas, sopas de letras, sudokus, ejercitar la mano izquierda cuando uno es diestro, estimular las capacidades sensoriales o "ejercitar la memoria con actividades tan simples como no consultar la lista de compras mientras se está en el supermercado y corroborar sólo después".
En el sitio web del Instituto de Mayores y Servicio Social español (INSERSO) se recomienda se recomiendan una serie de ejercicios referidos a las diferentes funciones cognitivas. Para estimular la atención, por ejemplo, se sugieren tareas simples como trabajar con series numéricas concretas, nombres de los meses del año en sentido directo e inverso.
La memoria inmediata se estimula con ejercicios de repetición de series, reforzando la memoria reciente con ejercicios cortos que faciliten la fijación y el recuerdo ("me llamo como su hija") y repetir los ejercicios un tiempo prolongado para mantener la memoria remota.
Para mantener el concepto numérico y el cálculo, se resuelven problemas y operaciones aritméticas y juegos numéricos. El razonamiento se estimula mediante ejercicios que trabajen la capacidad de clasificar características de los objetos, mientras que los aspectos del lenguaje y la capacidad visoespacial se ejercitan mediante la escritura, el dictado y el dibujo.
Un fantasma con apellido alemán
La prevalencia del mal de Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa progresiva, se acerca al 11% de la población mayor de 80 años, y a partir de los 65 se duplica cada 5 años el riesgo de padecerla, según datos de la Sociedad Española de Neurología. Es una enfermedad degenerativa del sistema nervioso central que sólo en un 1 a un 5 por ciento de los casos es genética (es decir que en general es muy poco previsible) y no hay tratamientos eficaces contra ella: apenas hay algunos fármacos que en algunos casos pueden retardar el deterioro y hacer que avance más lentamente que en pacientes sin tratamiento, pero es por ahora un terreno con más incertidumbres que seguridades.
Sin embargo la posibilidad de deterioro cognitivo severo relacionado con la edad ha quedado demasiado asociada al mal de Alzheimer, cuando hay muchas otras causas de deterioro –las demencias vasculares y el mal de Parkinson entre las más frecuentes–con diferente pronóstico y diferentes posibilidades de tratamiento.
Para Schapira, la prevalencia de las demencias vasculares –es decir, como escuela de un ACV o por problemas de irrigación sanguínea en el cerebro– pone de manifiesto la importancia del cuidado integral de la salud cadiovascular en la preservación de la lucidez y la autonomía en la vejez. La hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol alto, el tabaquismo y la falta de actividad física juegan naturalmente en contra.
En las personas con demencias vasculares la posibilidad de recuperación reside en la resiliencia de las áreas cerebrales dañadas, señala Cohn: "Depende mucho de la persona y de su caso particular, y en este proceso es fundamental el compromiso del paciente con la tarea que está realizando, porque nosotros podemos guiarlos, pero el noventa por ciento lo ponen ellos", comenta la terapeuta.
Frente a la pérdida de capacidades cognitivas, señala Schapira, "hay mucha oferta pero no existe un tratamiento preventivo cuya eficacia esté suficientemente demostrada, aunque sí es posible que la persona potencie las capacidades que conserva y se adapte a su nueva situación que está viviendo, por lo que la clave se centra en estimular las funciones remanentes".
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