Pesqueros rigurosamente controlados
El sistema acaba de lanzarse formalmente en Río Negro; fue diseñado por investigadores argentinos
Con la presencia del gobernador Miguel Saiz, la provincia de Río Negro acaba de lanzar formalmente el Sistema de Monitoreo Pesquero y Oceanográfico (Simpo), una red electrónica y satelital, científica y de control, que "volverá transparente el mar territorial de la provincia", según el Dr. Raúl González, director del Instituto de Biología Marina y Pesquera Almirante Storni, de San Antonio Oeste. Río Negro toma la delantera entre otras provincias litorales argentinas, sometidas desde hace décadas a una depredación que en 1998 provocó el agotamiento de la merluza hubbsi, y la pérdida de 20.000 puestos argentinos de trabajo sobre la costa.
El Simpo es un desarrollo de la firma nuclear y espacial Invap, y tuvo el apoyo de dos grandes ONG: la Fundación Vida Silvestre y la Fundación Patagonia Natural. Ahora es obligatorio para todos los buques de pesca que operan en el golfo San Matías dentro de los aproximadamente 3000 kilómetros cuadrados de aguas provinciales.
"Aquí se pueden sacar en forma sustentable unas 20.000 toneladas en las que hay de todo: mero, palometa, savorín, pez gallo, cazón, salmón, merluza, abadejo, lenguado", puntualiza González. Por otro lado, la rica vida oceánica sustenta un "show" de mamíferos marinos (orcas, delfines, lobos de mar, ballenas francas) que en algún momento podría complementar el imán turístico de playas como Las Grutas.
Barcos "transparentes"
Lo primero que se vuelve transparente con el Simpo, antes que el mar, son los propios barcos: tan transparentes, en verdad, como esas casas erizadas de cámaras donde se graban "reality shows". Al menos para el Instituto Storni, que junto con la Prefectura Naval Argentina, ofician de "hermano mayor" a distancia, monitoreando desde tierra todo lo que sea de interés pesquero y suceda a bordo.
El primer ojo del "hermano mayor" es un sistema de posicionamiento global (GPS) "online", que a través de la red satelital Inmarsat informa a las autoridades la posición y velocidad de cada barco en tiempo real. Esto permite saber el momento en que un pesquero encuentra peces y empieza sus lances: típicamente, baja la velocidad a entre 3 y 5 nudos mientras despliega sus redes, y su trayectoria se vuelve un ir y venir alrededor de un punto y sobre una misma recta (ver mapa).
El GPS online terminará con viejas costumbres, como invadir áreas de cría o capturar juveniles, o declarar en puerto: "No encontramos nada" y mostrar como prueba una bodega vacía, cuando en realidad se pescó bien y se traspasó el producto en alta mar a algún barco factoría, para evadir impuestos.
Curiosamente, el uso de GPS online hoy es obligatorio para todos los buques que operan legalmente en el Mar Argentino, pero la medida no está dando grandes resultados. Como cada empresa compra la marca que le parece, resulta demasiado fácil sabotear estos GPS y echarle la culpa al fabricante.
"El GPS del Simpo, en cambio, nació antisabotaje por diseño", dice el ingeniero Néstor Borsetta, de Invap. Está encerrado bajo una cúpula hermética que el gobierno provincial, además, manda precintar. No es imposible descomponerlo, pero sí muy difícil, y -como hay una "caja negra" offline de respaldo- el acto doloso deja huellas.
Son justamente los sensores del componente offline del Simpo, que almacenan información para su análisis en tierra, tras el regreso a puerto, los que vuelven literalmente "de vidrio" la vida pesquera de cada barco.
En primer lugar, una balanza inviolable instalada en el aparejo de la red graba cuántas toneladas de peces había al ser recogido el trasmallo, mientras una cámara blindada automática fotografía la captura. Porque para las autoridades tributarias no es lo mismo una tonelada de merluza (a dos mil dólares) que una de langostino (que puede llegar de siete a doce mil).
La insobornable e imprevisible cámara más un termómetro que mide en forma constante la temperatura en la bodega -registrando así cargas y descargas- vuelven difíciles otras malas prácticas. Por ejemplo, el "bycatch", o descarte de pesca incidental, traducible como "Volvía con la bodega al tope de merluza, pero entonces encontré langostinos, así que... ¡Al agua con la merluza muerta, para hacer lugar!".
Viejas prácticas
El bycatch en la plataforma argentina llega a valores inconcebibles en ciertas especies: "Por cada kilo de langostino exportado puede haber de 4 a 12 de descarte", dice el Dr. Marcos Oliva Day, fiscal de la justicia santacruceña en Puerto Deseado y miembro de la Fundación Patagonia Natural.
¿Pero no sería mejor que este "hermano mayor" que es el Simpo pudiera monitorear toda la vida pesquera de bordo en tiempo real, y no sólo posición y velocidad?
"Saldría muy caro: alquilar "ancho de banda" en los satélites Inmarsat no es gratis", contesta Borsetta, de Invap.
Además, el ancho de banda online del Simpo ya está bastante saturado de datos: amén de los GPS a bordo de los pesqueros, el sistema tiene también otros sensores a bordo e incluso "radio-boyas" fijas que aportan información en tiempo real, pero no pesquera, sino oceanográfica: salinidad, temperatura del agua y otras variables críticas del ecosistema.
Tales boyas y sensores embarcados podrían llenar el inmenso vacío de datos oceanográficos local.
La reacción de la industria frente al nuevo desarrollo es mixta: los capitanes sienten que pierden su vieja e inmensa libertad. Pero muchos ejecutivos locales ven el Simpo con una mezcla de alivio y esperanza, dice González. Si el ejemplo rionegrino fuera imitado por el resto de las provincias atlánticas, se terminaría el "vale todo" que favorece a los grandes buques factoría "congeladores", generalmente extranjeros, frente a las pequeñas unidades de la flota local. Y ésta -al vender un producto más caro, etiquetado como "sustentable"- podrá ganar más pescando menos.
Como subraya González, "cuando se agota comercialmente una especie de alta demanda como la merluza hubbsi, no es la especie la que se muere. Son las empresas".