Rifat Atun: “El desafío frente al coronavirus es que todos actuemos coordinadamente”
Fundada en 1913, la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard tuvo desde entonces un papel protagónico en la escena sanitaria mundial. Sus investigadores demostraron que las partículas emitidas por los combustibles fósiles y el tabaquismo de segunda mano son un riesgo para la salud; contribuyeron a disminuir un tercio los errores y las complicaciones quirúrgicas promoviendo las listas de chequeo; desarrollaron la terapia de rehidratación oral; probaron que las grasas trans son dañinas, y fueron arquitectos del "Obamacare". Allí trabaja Rifat Atun, profesor de sistemas de salud globales, autor de más de 350 trabajos científicos y asesor del Banco Mundial, la OMS y más de treinta gobiernos, que actualmente sigue paso a paso la evolución de la pandemia de coronavirus.
"En los Estados Unidos la trayectoria del brote es muy preocupante. El número de infecciones crece muy rápidamente, mucho más de lo que hemos visto en Italia y España –comenta desde Boston–. Creo que hubo una demora y falta de una respuesta integral. La dificultad con el SARS-CoV-2 es que todos tenemos que actuar al mismo tiempo. Las acciones que interrumpen la transmisión del virus tienen que ser coordinadas, porque si un área introduce medidas, pero hay personas que se mueven a otra área sin respetarlas, entonces el virus se propagará. Ese es el desafío. No se puede trabajar en un área o en otra, la cadena es tan fuerte como su eslabón más débil y hay muchos eslabones débiles en la cadena, ese es el problema".
–Algunos virólogos manifestaron que la respuesta al coronavirus por parte de la OMS es exagerada y que si se comparan los números absolutos de la gripe se verá que no es tan serio. ¿Usted que opina?
–No estoy de acuerdo. La gran diferencia con la gripe común es que las poblaciones tienen algún tipo de inmunidad porque nuestro organismo ha sido expuesto a los virus que la causan, de modo que no se expande tan rápido. Mientras que para el nuevo virus no tenemos la inmunidad. Entonces, en los individuos mayores o vulnerables podemos ver consecuencias devastadoras y una tasa de letalidad bastante alta.
–Precisamente con respecto a la tasa de letalidad: ¿cómo explicaría la diferencia entre países?
–Lo que vemos depende de cómo la midamos. Si se mide el número de muertes en relación con el número de infecciones o con el número de personas admitidas en los hospitales. El problema es que en muchos países no podemos saber exactamente el número de individuos infectados. En la mayoría de los contextos, el denominador no es conocido y por eso es muy difícil calcular una tasa. En su lugar, algunos están relacionando las muertes con el número de personas hospitalizadas. Las tasas en Italia son muy altas; en Alemania, son bajas. Probablemente, reflejen la estructura etaria de la población. En países con poblaciones más añosas, y con comorbilidades como hipertensión, cardiopatías, diabetes, enfermedades respiratorias, las tasas de letalidad van a ser más altas. Otra factor que interviene es la capacidad del sistema sanitario. Alemania y Corea tienen un número mayor de camas y hospitales per cápita, además tienen muy buenos especialistas. Pudieron usar la capacidad existente. Mientras que en España, Italia y ahora el Reino Unido no se puede expandir la capacidad muy rápidamente.
–Una de las controversias que divide al mundo entre Este y Oeste es el uso de barbijos. En Oriente se los aconseja para toda la población, incluso en personas asintomáticas. La OMS y el CDC, solo para personas con síntomas, cuidadores y personal de salud. ¿Cuál es su recomendación?
–Mi posición es que tenemos que seguir las indicaciones de la OMS, porque se basa en la evidencia con que contamos, a menos que la epidemiologia y la naturaleza del virus cambie. Este es un nuevo virus y tenemos que entender cómo se transmite. A través de gotitas, si flota en el aire, si se mantiene en las superficies... Lo importante es observar estrictamente el distanciamiento social, no entrar en contacto con individuos potencialmente infectados, lavarse las manos correcta y frecuentemente. Las recomendaciones de la OMS son muy precisas, pero tenemos que aplicarlas todos juntos.
–También se discute mucho sobre los tests. ¿Cuántos deberíamos hacer?
–El testeo es particularmente importante. Pero no solo se trata de testear sino también de aislar a aquellos que están infectados, rastrear contactos y ponerlos en cuarentena durante dos semanas. Esto se hace para interrumpir la transmisión del virus. Inicialmente, los países se enfocaban en las zonas críticas. Después, lo extendieron a individuos con síntomas. El testeo es importante porque un alto porcentaje de los que tienen el virus no presentan síntomas o son leves y no sabemos cuántos son. Ellos deberían ser aislados y aquellos que hayan estado expuestos deben mantenerse en cuarentena. También hay un test serológico que detecta anticuerpos contra el virus y nos dice si la persona desarrolló inmunidad. Eso también es muy importante para saber qué proporción de la población es inmune, ya que si es una parte grande, la propagación del virus será más difícil. En Inglaterra, que introdujo el testeo muy tarde, ahora se está pensando en introducir estos tests de anticuerpos para entender qué parte de la población está inmunizada. De ese modo, uno puede diseñar políticas para ver si se pueden relajar las restricciones. A mi manera de ver, el testeo es muy importante, funcionó en varios países, pero tiene que hacerse en conjunto con el aislamiento, el rastreo de contactos y la cuarentena de los individuos expuestos.
–¿Se podría tomar el número de neumonías graves que ingresan a terapia intensiva como un indicador indirecto de la circulación del virus?
–Uno no puede decir: hay tantas personas en cuidados intensivos con cuadros pulmonares y saber cuánta gente está infectada, porque hay muchas variables que influyen en la severidad de los cuadros. Necesitamos saber cuál es la estructura etaria de la población, como dije antes, qué proporción de personas tienen enfermedades crónicas. Habría que ajustar la cifra por todas esas variables para hacer una estimación. Puede hacerse, pero no es simple.
–¿Qué piensa de modelos como el del Imperial College, que predijeron que la cuarentena debía durar hasta 18 meses?
–El Imperial College es mi alma mater. Trabajé allí durante 20 años, los autores de ese modelo son colegas míos. Es uno de los mejores grupos de modelado, pero los modelos tienen limitaciones. No predicen. Estiman, proyectan. Y cuanto más a largo plazo proyectan, y cuantas más variables incluyen, mayor es la incerteza. El problema con el modelo es que se basa en datos, y estamos "persiguiendo" la curva, de modo que a medida que obtenemos los datos hay que ajustar el modelo. Hasta que tengamos gran cantidad de datos, la incerteza puede ser muy grande. Hay que ajustarlo continuamente para que refleje la realidad.
–¿Conoce la estrategia que adoptó nuestro país?
–De lo que leí, Argentina muy rápido introdujo políticas para prohibir los desplazamientos y prevenir el ingreso de viajeros, y tomó medidas de distanciamiento social y otras relacionadas con la higiene personal que recomendó la OMS. También vi decisiones para sostener la economía. Y lo positivo es que todo eso se introdujo muy tempranamente. Así que, ojalá que esto ayude. De hecho, estamos viendo que los números en la Argentina no son tan altos comparados con lo que está pasando en países vecinos. Si ustedes pueden complementar lo que están haciendo con el testeo, rastreo de contactos, aislamiento y cuarentena agresiva, podrán reducir el pico de la epidemia y extenderla a lo largo del tiempo. Y esto es importante porque no sabemos cómo se va a comportar el virus cuando llegue el invierno y el número de casos tiendan a aumentar en el hemisferio Sur.