Con el apoyo de una ONG, dejó de tener piso de tierra y logró que mejorara la salud de sus hijos: “Mi casa los enfermaba”
Johana es empleada doméstica y vivía en una casa muy precaría; sus hijos tenían problemas respiratorios por la humedad y el polvo que había en el ambiente; en Argentina, más de 300.000 familias viven en hogares con piso de tierra
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Hasta hace un año, Johana Coronel sentía que su casa era una trampa. Lejos de ser el lugar seguro que esta mujer de 29 años soñaba para que Teo y Bruno, sus dos hijos de 7 y 3 años, crecieran, era un foco de polvo, humedad y gérmenes que los enfermaba en forma recurrente.
Por un lado, cada vez que llovía, su techo no lograba mantenerlos a ella y a los chicos completamente a salvo porque tenía goteras. Pero el principal problema de su casa, ubicada en el barrio popular El Ahorcado, en la localidad de Rincón de Milberg, eran los dos metros de piso de tierra de su cocina comedor a medio terminar. El polvo que se levantaba les provocaba broncoespasmos a sus hijos. Pero además, cada vez que Bruno, el más pequeño, que tiene autismo, entraba en contacto con la tierra, terminaba con cuadros de dermatitis.

“Antes me iba. No quería estar en mi propia casa y que se me volvieran a enfermar los nenes. Porque mi casa enfermaba a mis hijos”, dice Johana, que recibe a LA NACION en su cocina comedor mientras Bruno juega en el piso con un camión de juguete. Pero ya no está el piso de tierra. En su lugar, unas baldosas relucientes dibujan círculos y flores de color marrón.
El cambio fue posible gracias a un programa de la ONG Hábitat para la Humanidad Argentina, cuyo objetivo es cambiar pisos de tierra o en mal estado por pisos de cemento. Según un estudio de este año de la organización, que trabaja por la construcción y mejora de viviendas de las familias de menores recursos, en la Argentina hay 314.538 viviendas con piso de tierra. Algunas, como la de Johana, son casas que están a pocos minutos o kilómetros de ciudades capitales.

Más juego, menos ausentismo escolar
La organización se basa en informes de organismos como la OMS o el Banco Mundial para enumerar la incidencia positiva concreta de un hogar adecuado.
Por ejemplo, un piso seguro aumenta hasta dos horas diarias el tiempo de juego de los chicos; baja el nivel de ausentismo y mejora el desempeño escolar de los niños porque se enferman menos; disminuye las infecciones parasitarias, y promueve mejoras en la economía familiar, ya que, al haber menos enfermedades, se gasta menos en medicamentos.
Por todo esto es que Hábitat para la Humanidad se propone cambiar tierra por cemento en los pisos de 100 mil viviendas de América Latina y el Caribe hasta 2028. En esa región, casi la mitad de los hogares tienen pisos deficitarios, según datos de la organización.
A lo largo de este año, la filial local de la ONG avanzó con el recambio de pisos en una veintena de hogares en Pilar y además trabajó con 13 familias de Tigre, en un proyecto más integral orientado a familias con algún miembro con problemas de salud que requiere de un entorno adecuado para su recuperación.
Johana es empleada doméstica. Cuando vuelve del trabajo, amasa prepizzas que vende en el barrio. “Ayer me había levantado a las 7 de la mañana y me pude acostar a las dos de la mañana de hoy”, dice con un suspiro de cansancio. Cuenta que se separó del papá de sus hijos cuando nació Bruno y que, para poder trabajar, a veces tiene que pagar una niñera.

En estos momentos, Johana se encuentra tramitando el certificado único de discapacidad (CUD) del más pequeño de sus hijos para que pueda acceder a todas las terapias que necesita. “Desde bebé le gustó mucho estar en el piso. Lo necesita como descarga. Pero enseguida arrancó con las alergias respiratorias y de piel. Ha estado internado varias veces por broncoespasmo”, dice.
La casa en la que vive con sus hijos es un rectángulo que tiene un pequeño patio delantero en donde cuelga la ropa y, en verano, les arma una pileta a los chicos. En el interior, cuenta con cocina comedor, un baño y una habitación que comparte con sus hijos.
“Antes, me la pasaba limpiando. Tirando agua para que no se levantara polvo. Aunque hiciera calor, siempre lo tenía al nene con ropa larga, para que estuviera lo menos posible en contacto con la tierra. Pero no había caso, siempre se enfermaba”, recuerda. Ahora, agrega, tiene la tranquilidad de que el piso de su casa ya no daña la salud de sus hijos. “Este año se enfermaron muchísimo menos”, cuenta.
“Johana necesitaba dejar de tener piso de tierra porque para Bruno es prioritario jugar en el piso y teníamos que garantizar que ese piso no lo enfermase”, explica Juan Jury, vocero de Hábitat para la Humanidad Argentina.
Jury explica que cada familia elegida para participar de este programa de recambio de pisos antes pasa por una serie de talleres. En ellos se trabaja la importancia a nivel salud de vivir en un hogar adecuado, y también el armado del proyecto de mejora de su casa. “Una vez que el plano está acordado, nosotros les damos los materiales y la familia es la que se encarga de construir. Son parte activa en todo el proceso”, señala Jury.
Para el trabajo en territorio, la organización generó una alianza con la ONG Fundación Más Humanidad, que trabaja con familias que se encuentran en condiciones de pobreza extrema y están atravesadas por la desnutrición infantil. “Contar con piso de cemento es algo muy valioso en la vida de un niño”, dice Mercedes Gallardo, referente de la organización. “Por el contrario, una casa que lo enferma son un montón de oportunidades que se pierden para que él pueda crecer, desarrollarse, generar nuevas conexiones neuronales, estimularse y aprender”, ejemplifica.
A su lado, Jury añade que un piso de cemento es una barrera clave contra los virus, bacterias y gérmenes. Y dice que hacerlo posible, requiere un desembolso de 15.000 pesos por metro cuadrado. “Estamos invitando a todos a que donen los metros que puedan, para que, en 2026, podamos hacer más adecuaciones”, dice. “Una vivienda saludable es catalizadora de otros derechos”, grafica.

“Fue el empujón que necesitaba”, dice Johana cuando reflexiona sobre qué significó en su vida y en la de sus hijos el haber quedado seleccionada para la mejora de su piso. “Me puse otras metas también. Cambié el techo, mejoré el baño y las conexiones de agua caliente. Una vez que arrancás, querés que tu casa esté cada vez mejor. Así que hace poco puse piso de cerámicas”, cuenta orgullosa. Ahora va por más: en 2026 quiere construir tres habitaciones en la parte superior de la casa. “Sé que pasito a paso lo voy a lograr”, concluye.
Cómo colaborar
Hábitat para Humanidad Argentina promueve una campaña de donación de metros cuadrados de piso, valuados en 15.000 pesos el metro. Las donaciones se pueden realizar a través de la página web de la ONG.
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