“No necesitaba plata, necesitaba una red que me acompañara”: la historia de Alberto y qué lo ayudó a salir de la situación de calle
Tiene 63 años y 44 de aportes por los distintos empleos que tuvo; jamás se imaginó que tendría que dormir en el predio de un local de comidas rápidas; ¿cómo Amigos en el Camino y Cultura de Trabajo lo ayudaron a salir adelante?
7 minutos de lectura'
“¿Qué necesitás?”. Esa fue la pregunta que cambió el rumbo de la vida de Alberto Navarro y le dio una segunda oportunidad. “Lo más simple, básico y elemental: un trabajo”, respondió este hombre de 63 años que caminaba por la calle Corrientes sin un hogar donde dormir esa noche.
Le hablaba a Matías, un voluntario de Amigos en el Camino, una organización que asiste a personas en situación de calle. Matías no dudó: lo puso en contacto con Cultura de Trabajo, otra ONG que ayuda a las personas sin techo pero que hace foco en encontrarles empleo y acompañarlos para que recompongan su vida social.
“Todos ellos me dieron la posibilidad de empezar de nuevo”, asegura Alberto, que casi toda su vida trabajó en blanco en importantes clínicas privadas y otras empresas, siempre en el área de mantenimiento, sector en el que llegó a estar a cargo de la gerencia. Sin embargo, la última compañía en la que trabajó atravesó una difícil situación económica por la que se vio forzada a despedir a muchos empleados, entre ellos Alberto.
“Cuando empecé a buscar trabajo de vuelta, me costó muchísimo, no conseguía. Fui a varias entrevistas pero siempre tenían alguna razón para no contratarme: o por mi edad o porque no tenía una dirección fija o porque no podían tomar más gente. Y eso hizo que terminara en una situación bastante complicada”, cuenta Alberto, que no pudo seguir pagando el alquiler y tuvo que dormir durante un tiempo en el predio de una casa de comida rápida.
Cuando intenta definir el sentimiento de su primera noche allí, a Alberto le cuesta encontrar las palabras. “No fue fácil, pero, por suerte, tampoco imposible convencerme de que podía seguir adelante. Me sirvió para entender que no quería eso para mí y alentarme a buscar qué solución encontraba”, dice Alberto.
“No necesitaba plata”
Hace un año que Alberto trabaja como tester de videojuegos en una empresa multinacional danesa tras quedar efectivo luego de hacer una capacitación que la misma compañía ofrecía. “En nuestra sociedad, algunas personas miran pero no ven. Me ha pasado de ver cómo le dan plata a gente en situación de calle cuando en realidad lo que esa persona necesita es una red, unas palabras de aliento y alguna posibilidad de salir adelante. Yo la tuve y la estoy aprovechando”, asegura Alberto.
A él, la oportunidad se la dio Cultura de Trabajo. Luego de tener una reunión con él, lo ayudaron a armar un currículum y a postularse a distintos trabajos. “Éramos varios, cómo yo, los que queríamos salir adelante. A aquellos que no tenían cómo comunicarse les prestaban un teléfono y a los que no teníamos plata para viajar, cómo a mí, nos daban una SUBE”, explica Alberto, que pasó de vivir en el Centro Solidario San José a alquilar su propia habitación en Belgrano. Ahora está planeando volver a alquilar un departamento.
Desde 2016, Cultura de Trabajo logró que más de 400 personas que atravesaban situaciones de vulnerabilidad habitacional extrema, es decir, que estaban en situación de calle o vivían en hogares o paradores, accedieron a un empleo gracias a su intermediación directa. Además, gracias al trabajo de 6 miembros y decenas de voluntarios, más de 3000 personas participaron de los espacios de orientación laboral que ofrecen.

“Además de cubrir necesidades prácticas como transporte o ropa, lo primero que hacemos para lograr esa inserción es ayudar a la persona a recuperar su confianza para que vuelva a creer en sí misma y a conectarse con sus capacidades”, explica Alexandra Carballo, cofundadora de la organización.
Desde Cultura de Trabajo también hablan con las expresas para generar puentes, explicarles los contextos de las personas y acordar hacer un seguimiento una vez que consiguen el empleo. “El seguimiento es fundamental porque el verdadero objetivo no es solo que consigan un empleo, sino que puedan sostenerlo en el tiempo. Ese es el verdadero camino para salir de la situación de vulnerabilidad”, agrega Alexandra.
“Hoy en día, lo más importante que tengo es mi trabajo, me dignifica. Todos los días, soy el primero en llegar y el último en irme. En honor a todo lo que hicieron por mí, intento ser responsable y dar lo mejor”, afirma Alberto, que a sus 63 ya suma 44 años de aporte “y sigue sumando”.
No defraudar
“No todas las personas que están en situación de calle reúnen las condiciones que la mayoría cree. Hay muchos que tienen ganas de salir y llegar a estar en la misma situación que estoy yo hoy”, asegura Alberto, quien jamás se imaginó que terminaría en una situación tan límite como la que le tocó vivir después de quedarse sin trabajo.
“Muchas veces, lo que lleva a una persona a terminar en situación de calle no es un único factor, sino una combinación de crisis. Puede ser una separación, un duelo, la pérdida de un empleo o un emprendimiento que no funcionó pueden desencadenar un proceso de exclusión. En el caso de los varones, muchas veces se suma la falta de una red de contención emocional o familiar. Y en el caso de las mujeres, vemos con frecuencia situaciones vinculadas a la violencia de género”, explica Alexandra.
Por eso, para las personas que se quedaron sin nada y que no tienen a nadie, con la mera intención de salir, no alcanza. Se necesita una ayuda, una oportunidad. “Si no existieran organizaciones como Amigos en el Camino o Cultura de Trabajo, yo no estaría donde estoy hoy, al igual que muchísimas otras personas”, opina. Para él, el trabajo es fundamental por tratarse de “el lugar puntual donde todo el mundo puede comenzar a hacer su vida de vuelta”.
Para Alberto, fue clave que además de darle algo de comer o un billete, una persona se acercara, le preguntara cómo estaba y le preguntara puntualmente qué podía ayudarlo a salir de allí. “A veces uno no necesita un plato de comida, pero sí un consejo o que le abran una puerta como la de conseguir un trabajo digno. A mí eso me dio la posibilidad, además de salir de donde estaba, de volver a sentirme orgulloso de mí mismo cada día por lo que hago y por ganar mi propio dinero. Y creo que la mayoría de quienes pasaron por situaciones similares a la mía piensan lo mismo”, señala.
Como forma de honrar y agradecer la oportunidad de empezar de nuevo, Alberto fijó un objetivo clarísimo: no defraudar a las personas que confiaron en él. “Eso significa, primeramente, no defraudarme a mí mismo. Porque detrás de quién soy hoy, están todos los que me ayudaron. Así que no defraudarme a mí, significa no defraudarlos a ellos”, reitera.
Más información
- Cultura de Trabajo es una ONG que busca conectar a personas en situaciones de vulnerabilidad sociohabitacional con un empleo real. Si querés colaborar con ellos poder hacer una donación en este enlace o hacer una tranferencia al alias fundacionculturad.mp





