Decir refranes es decir verdades
El cementerio de los cadáveres políticos está siempre muy concurrido. Ya se sabe: A rey muerto, rey puesto
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Si pudiéramos ver el planeta desde la nave espacial que solo puede contratar Jeff Bezos para sus favoritas, eso que parece excepcionalidad es regla de la política contemporánea. Si los sucesos de la política argentina se parecen tanto a los de la española, será que no son tan excepcionales.

La caída en desgracia de dos líderes políticos que parecían blindados en el favor militante confirma que nada es para siempre. Si su historia puede contarse con los refranes que llevan siglos en la sabiduría popular es porque no eran tan únicos. Nada nuevo bajo el sol.
Además de afinidad ideológica, Pedro Sánchez y Cristina Fernández comparten la obsesión por ser presidentes pop, enamorados de su propia imagen multiplicada en medios y redes sociales. Tanto que olvidaron que el pez muere por la boca porque al abrirla entran moscas. Que, sabemos, eligen mayoritariamente.
La caída en desgracia de dos líderes políticos que parecían blindados en el favor militante confirma que nada es para siempre. Si su historia puede contarse con los refranes que llevan siglos en la sabiduría popular es porque no eran tan únicos. Nada nuevo bajo el sol
Obviaron que en estos tiempos las palabras no se las lleva el viento sino los memes que el viento amontona en redes sociales. La psicología confirmó lo que el sentido común supo desde siempre de que aquello de lo que presumes delata lo que careces. Y a confesión de parte, se relevan las pruebas.
Es cesarismo demandar incondicionalidad de su tropa mientras acusan confabulación universal contra sus designios. Es del César negar sistemáticamente las pruebas que los incriminan con comisionistas de obras que debían ser públicas pero que terminaron siendo para sus amigos. Porque obras son amores, pero aquí, a las dádivas.
Quienes iban a regenerar la democracia, acabaron con sus instituciones. Quienes acusaban de codicia a las clases pudientes se delataron haciendo lo ilegal para ser parte de ellas. Los que impulsaban el purismo de la verdad y acusaban fake news en cada esquina, resultaron mentirosos consuetudinarios.
Mientras la expresidente proclamaba que no se había enriquecido con la política, las evidencias prueban que nunca se fue más rica al dejar el poder. Justo en el momento en que la coalición española predicaba en campañas “Soy feminista porque soy socialista”, los funcionarios más cercanos a Sánchez se repartían prostitutas con cargo a las cuentas del Estado.
Líderes que hicieron de la polarización su principal arma en el juego político, hoy apuran su propia medicina porque, ya se sabe, quien a hierro mata, a hierro muere. Quienes acusaron sin piedad a adversarios y críticos hoy cobran con la misma moneda. Por eso de que se cosecha lo que se siembra.
Quien proclamaba compromiso con todos los pobres, terminó estafándolos con la corrupción que enriqueció a sus amigos. De una calaña que oscurece a quienes se autoperciben como el faro del mundo progresista. Por eso de dime con quién andas, y te diré quién eres.
Las sendas crisis confirman el resquebrajamiento de la narrativa moral de la izquierda populista que se pensó por encima de su partido y de la sociedad que dice que representa. Sus profetas son especialistas en el haz lo que digo, pero no lo yo que hago.
Atrás de esta hipocresía hay un proyecto político de reemplazar las instituciones democráticas por decisiones autocráticas apoyadas en ese lugar común de que el fin justifica los medios. Ahora es patente que no todos los fines eran altruistas ni todos los medios buscaban el bienestar común.
Estos líderes mesiánicos insisten en presentarse como condición, ya no de la democracia, sino de la vida social. No atendieron eso de que quien mucho abarca, poco aprieta. Vieron en la personalización del mensaje político resultados en el corto plazo. Que si funciona cuando las vacas están gordas diluye su eficacia cuando se ponen flacas. Tarde para darse cuenta de que el líder le imprimió su marca a toda la manada.
El cementerio de los cadáveres políticos está siempre muy concurrido. Ya se sabe: A rey muerto, rey puesto. Un clavo saca otro clavo. Y mañana será otro día que no hay mal que dure cien años. Ni líder que los resista.

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