El boom del drama inmobiliario
Pérdida, duelo y ansias de expansión familiar: un libro cuenta todo esto, en medio de la crisis habitacional actual
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Abrió la puerta que normalmente daba al armario empotrado y dejó a la vista una terraza, decorada con tiras de lucecitas titilantes”. ¡Milagro! Ahí donde estaba el placard del monoambiente, un departamento minúsculo para mamá, papá y la nena, se despliega un solar a cielo abierto con muebles y todo, que parece reluciente y caro como si acabaran de comprarlo o inventarlo. El eureka inmobiliario es el corazón de Historia de una terraza, la novela de la escritora neoyorquina Hilary Leichter que acaba de publicarse acá, una fábula surrealista en la que la terraza aparece y desaparece según quién abra la puerta y que condensa un dilema familiar porque la casa nunca tiene el tamaño justo: les queda grande cuando se alegran y pequeña cuando se pelean.
La deshumanización provocada por la gentrificación y la especulación inmobiliaria es cemento fresco para la ficción
Hace un par de meses me mudé después de vivir veinte años en el mismo lugar y no fue ni de lejos un episodio parecido en estrés a un divorcio o un duelo pero tampoco fue pan comido. Estaba tan aquerenciado en mi departamento anterior que tenía un sueño recurrente: descubría una parte que nunca había visto de mi casa, un cuadradito de pasto para que retoce la perra por ejemplo, detrás de una puerta oculta o una pared falsa. Mi subconsciente no es muy original porque después leí que hay muchos “soñadores de casas” en los que se repite el mismo material onírico, como volar sin caer o correr con patitas de flan. La novela de Leichter narra una fantasía que se despliega en el inconsciente colectivo: una distorsión del espacio donde la casa siempre está expandiéndose o achicándose, ilógica, alarmante e infinitamente.
Es una ilusión de época. Ya casi nadie vive en caserones como los de sus abuelos, ni siquiera en casitas como las de sus padres. Apretujados en cajones de durlock con cielorrasos al alcance de los dedos, soñamos con una vida en la que la heladera se aleje de la cama. Así, Historia de una terraza se inscribe en una línea actual de dramas inmobiliarios, como la novela Treinta y seis metros, en la que el argentino Santiago Ambao describe a un oficinista que encuentra su Xanadu en un diminuto piso doce con vista al contrafrente, o la película alemana El muro negro, que impone una clausura donde estaba la apertura: en la puerta de un edificio, una mañana aparece una pared que impide el escape de los vecinos como los médanos móviles dejaban a los pioneros de Villa Gesell sin salir durante días. Es que la deshumanización provocada por la gentrificación y la especulación inmobiliaria es cemento fresco para la ficción. En una entrevista al diario español El País, Leichter dijo: “Creo que las generaciones que han seguido a los boomers han crecido asumiendo que comprar una casa es algo imposible. Se ha convertido en una fantasía. Por eso hay una conexión tan buena entre la imaginación y el realismo mágico en esa idea: parece una ficción poder conseguir ese tipo de vida”.
Ya estoy instalado en mi departamento pero todavía no soñé con la ampliación: al ser demasiado nuevo para mí, todavía me topo con hallazgos en la vigilia. Sin embargo, sé que en algunas semanas, o unos meses como mucho, las evocaciones derivadas de la intimidad doméstica van a invadir mis madrugadas porque acá, igual que en todos lados, se repite lo que dice el inquilino desconcertado de Historia de una terraza: “Esta casa tiene algo raro”.
ABC
A.
En mayo de 2020, la periodista Hilary Leichter publicó el cuento Terraza en la revista Harper’s y en plena cuarentena se convirtió en un boom.
B.
El relato ganó el National Magazine Award de ficción y ella escribió tres cuentos más conectados con el original para dar forma a una novela.
C.
Recién publicada en castellano, Historia de una terraza narra el anhelo de ampliación de una familia y explora temas como la pérdida y el duelo.
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