Principio de realidad mata relato
Milei no necesitó de un sofisticado comité de campaña para ser el candidato más votado en las primarias; le bastó sintonizar con el malestar que viene padeciendo la ciudadanía
El candidato más votado en las elecciones primarias argentinas evitó la propaganda electoral. En contra de todo un sistema de medios y consultores que lucran con afiches, avisos y encuestas, la campaña de Javier Milei hizo uso del principio de realidad. Como antes Donald Trump, Boris Johnson, Jair Bolsonaro, y el mismo Néstor Kirchner en 2003, son candidatos que emergen en una profunda crisis sistémica, que se ganan la confianza del electorado simplemente por describirla con crudeza.
Las promesas abstractas de la propaganda electoral no generan empatía. Frente a la quimera que presentan, la crudeza del diagnóstico se lee como franqueza. Toda la publicidad electoral se basa en la misma promesa: vótenme que esta vez sí seremos felices. Milei comunica en contrario: somos miserables y voy acabar con los responsables de estos “cien años de decadencia”. Mientras sabemos de lo improbable de la felicidad, nuestra miseria la puede constatar cualquiera.
La Ruta Provincial 4 conocida como Camino de Cintura porque rodea la ciudad capital a unos pocos kilómetros de la Casa Rosada es una metáfora de la decadencia con la que Milei medra. El gobierno de la provincia de Buenos Aires no se sonroja en anunciar que “Avanzan las obras de la Intervención Integral”, aunque la misma propaganda reconoce que es una obra de apenas cinco mil metros de 70 kilómetros en ruinas.
Esa vía conecta once partidos en los que viven más de seis millones de personas. En noventa años de existencia ninguna administración agregó un carril a los dos originales, ni construyó distribuidores para aliviar los cruces. Apenas semáforos malamente sincronizados en un distrito donde la inseguridad resignificó el valor universal de la luz roja. Para los vecinos del conurbano bonaerense significa “No se le ocurra frenar: acelere y persígnese para llegar a casa con el auto entero y la vida intacta”.
"Los populistas cobran más fuerza en democracias disociadas, donde la dirigencia y sus escribas se enfrascan en asuntos alejados de los sufrimientos sociales"
Esa sola experiencia cotidiana justifica la popularidad del video donde el candidato libertario proponer eliminar el Ministerio de Obras Públicas. Lo que tanto escandaliza a los periodistas para el abnegado transeúnte de esa ruta detonada es un acto de justicia poética.
Desde las otras listas, los intendentes renuevan las vallas publicitarias donde se autofelicitan por obras que nadie vio nunca ejecutarse. Las sucesivas administraciones han dejado para esa ruta diecinueve nombres, disimulando su incapacidad de renovar dedicándose a renombrar. En esa escuela, en diciembre de 2020 el gobierno provincial logró el apoyo de ambas cámaras para rebautizar la ruta 4 “Diego Armando Maradona”. Al menos, acertaron en darle a esa ruina la identidad que quien supo malograr los mejores planes.
La propaganda es el cáncer de las democracias. Crea una dirigencia fofa, convencida de que puede disimular sus deficiencias con publicidades. Entre tanto, la ciudadanía padece la desgraciada infraestructura con sus riñones, castigados con las protuberancias de ese asfalto infame con que pintan las calles en tiempos electorales.
Entre tanto mito de gobierno, los exabruptos del candidato que viene de los bordes del sistema parecen sinceridades. Los populistas cobran más fuerza en democracias disociadas, donde la dirigencia y sus escribas se enfrascan en asuntos alejados de los sufrimientos sociales. La propaganda ignora a quien pasa sus días esperando el transporte a la intemperie, esquivando baches, padeciendo la inseguridad de las calles. No es extraño que estos votantes se identifiquen con candidatos que reniegan de la isla de la fantasía que es la campaña política. En este delirio les alcanza para convocar votantes hacer demagogia y poner en palabras la desilusión ciudadana.
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