Arte. Polesello: un joven clásico
Más de 120 obras realizadas entre 1958 y 1974 integrarán la muestra dedicada a uno de los principales referentes del arte óptico en América Latina, fallecido el año pasado. Su obra caleidoscópica no sólo conquistó museos, sino también las calles e interiores de edificios
"A veces no duermo pensado en cómo será mi muestra en el Malba -declaró Rogelio Polesello en 2013 a la revista Maleva-. Tengo ganas de abrir la pared de la sala para que la exhibición se pueda ver a través de las esculturas de acrílico. Es un laburo tremendo. Encima tengo todo apilado, tirado por ahí." A casi un año de su muerte, los frutos de ese esfuerzo se podrán apreciar en el Malba, cuando el viernes próximo se inaugure la muestra con las obras de juventud del hombre para quien todo -siempre que mediara la colaboración entre creadores y observadores- podía convertirse en arte. Más de 120 obras, entre pinturas, esculturas, objetos y sus innovadoras placas de acrílico tallado (a veces del tamaño de dados o anillos; otras, similares a paneles), ocuparán el segundo piso del museo en cinco núcleos temáticos. Para Polesello joven 1958-1974, Verónica Rossi y el equipo del Malba trabajaron desde 2012 en el archivo personal del artista; por decisión de Mercedes Casanegra, curadora de la muestra, se exhibirán en varias vitrinas otros proyectos simultáneos desarrollados por Polesello, ya sea como diseñador textil o gráfico, ambientador, publicista o crítico de arte.
"Con sólo veinte años, en 1959 hizo su primera muestra individual -comenta María José Herrera, historiadora del arte-. Un año más tarde, después de haber participado en los grupos más importantes de fines de los años 50, realizó el diseño y la portada del catálogo homenaje al sesquicentenario de la Revolución de Mayo. Diseñador gráfico y pintor, en esa portada se lucía con una obra óptica, sinónimo de la modernidad internacional a la que la Argentina aspiraba. Cuando en 1958 Polesello vio la obra de Vasarely en el Museo Nacional de Bellas Artes se dio cuenta de que ése era también su camino. Su obra es muy popular porque su imagen caleidoscópica invadió no sólo los museos sino además la arquitectura, el diseño de interiores y la calle con murales y afiches publicitarios. Puertas, columnas, biombos y los famosos 'múltiples' de acrílico tallado fueron el sello de una época a fines de los años 60, que Polesello convirtió en un clásico actual. Esteta y curioso sin remedio, exploró todos los objetos y todas las culturas. Creo que sus ojos eran también caleidoscopios."
El año 1959 señala el fin de su paso por el informalismo y el inicio de una experimentación con las herramientas que el arte óptico, mediante la creación de formas geométricas seriadas y contrastes cromáticos, proveía. Tridimensionales avant la lettre, las pinturas de Polesello dotaban al plano de una ilusión de movimiento, vibración y dinamismo. Ese efecto, confirmado por la mirada activa de los espectadores, fue su sofisticada divisa personal. En términos de la curadora de Polesello joven, "el hallazgo del material le fue propicio para conjugar otro elemento central en su poética: el fenómeno óptico". Artistas consagrados como Jesús-Rafael Soto y Carlos Cruz Diez hallaron un estímulo sobresaliente en su obra.
El primer núcleo de la muestra reúne trabajos tempranos: monocopias, tintas, témperas y óleos de los años 1958 y 1959, de abstracción geométrica. El segundo continúa con otras de gran formato de principios de los años 60, entre ellas sus primeras experimentaciones con pistola de aire y chapas. Se incluye además un mural de cinco metros nunca antes exhibido.
El tercer núcleo abarca los años 1964-1966, con pinturas como las que exhibió en la II Bienal Americana de Arte, Industrias Kaiser (Córdoba, 1964), el premio Esso (Washington, 1965) y la 8» Bienal de San Pablo (1965). En esa época Polesello alternaba entre la pintura y el diseño gráfico, textil y de objetos. En una vitrina se expondrán sus tapices para la Galería del Sol y sus diseños para El Arte del Tejer, Tiempo de Cine, afiches y catálogos de arte. En el cuarto núcleo, que se inicia en 1967, se exhiben sus primeras obras en acrílico tallado. Sus búsquedas pictóricas, en tanto, se centran en el color y en la deformación de la imagen de forma más sintética. Durante este período se destacan sus exposiciones individuales en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y en el Museo de Bellas Artes de Caracas.
Por último, se presentan sus trabajos vinculados con el espacio y la participación del espectador, con grandes placas de acrílico tallado, columnas y cubos con múltiples tallas cóncavas y convexas. Para este sector, el Malba se basó en el estudio de las puestas que el propio Polesello diseñó para sus exposiciones en el Centro de Artes Visuales del Instituto Torcuato Di Tella (1969) y en el Center for Inter American Relations de Nueva York (1973). El museo sumó el aporte de numerosas colecciones públicas y privadas del país y del exterior, y el apoyo sustancial de Naná Gallardo, pareja del artista, y de su hermano, Osvaldo Polesello. Dice Gallardo: "La muestra estaba programada y fue postergada luego de su muerte. Agustín Pérez Rubio se apasionó por la obra de Polesello y el Malba decidió editar un completo catálogo de más 400 páginas. Tengo mucha expectativa por una exposición que, sobre todo para los jóvenes, los artistas y los diseñadores, puede resultar asombrosa. Para los que no conocen su obra, será reveladora; para los que la conocen, será un reencuentro con la calidad de artista que él era. Siempre fue un artista joven: la juventud y la modernidad lo caracterizaban".
¿Cuál es el legado de Rogelio Polesello -bon vivant, publicista destacado, artista serial de una obra definida por patrones estéticos estrictos, pionero del arte óptico en América Latina- a la historia del arte local? La muestra del Malba, que permanecerá abierta hasta octubre, operará visiblemente en tres niveles: el del merecido homenaje, el del repaso antológico por una obra coherente y el de las respuestas que llegan desde el pasado para animar o cuestionar el presente.
Polesello joven