BRASIL CONTEMPORANEO
Hoy el medio artístico argentino tiene más conocimiento o empatía por el arte contemporáneo brasileño que viceversa
lanacionarA pesar de la correspondencia de Mário de Andrade con intelectuales y escritores argentinos, pese a la amistad de Pettorutti y Guignard, podemos asegurar que la relación del medio artístico de Brasil-Argentina toma impulso recién a partir de la exposición realizada en Buenos Aires y en Rosario, en 1945.
En 1947 Portinari expone con gran éxito en el Salón Peuser y publica una conferencia "Sentido social del arte".
En 1948 el crítico Jorge Romero Brest viaja a Brasil y brinda en San Pablo una serie de seis conferencias sobre tendencia del arte contemporáneo en el recién creado MASP.
Visitó luego con sus discípulos la fantástica II Bienal de 1954 (con Guernica, sala de Cubismo, de Mondrian, de Moore, de Kokoschka, entre otros grandes nombres, como Pollock, que no llamó la atención por desconocerse entonces la escuela norteamericana...).
En realidad, la relación de Romero Brest se mantuvo firme en torno de la crítica y especialmenbte con los curadores, no tanto con los artistas.
Fue el arte concreto el que aproximó de modo particular a los artistas brasileños con sus colegas argentinos. Y sin duda esta relación se dio a partir de Waldemar Cordeiro, el líder del concretismo en San Pablo, quien estableció vínculos con Tomás Maldonado, y con Arden Quin, el concreto uruguayo residente hacía años en París. Las Bienales se convirtieron en la vidriera de todas las tendencias del arte argentino a partir de los años 50. Al mismo tiempo, a lo largo de las décadas muchos argentinos tuvieron estadías más prolongadas o más íntimas con Brasil, como fue el caso de Alberto Greco, que aquí vivió, o de Grippo, o Carybé, prácticamente adoptado por Bahía, y más recientemente León Ferrari, a fines de los años 70 y comienzos de los 80. Crítico atento al desarrollo del acervo del Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro fue su director Paulo Herkenhoff, en los años 80, quien logró adquirir obras de artistas de la nueva figuración argentina (Noé, Macció y de la Vega). En las bienales se conoció también la obra de Kuitca y de Benedit.
Los observadores atentos no pueden olvidar la presencia del Grupo de los Trece, vinculado con Jorge Glusberg, una presencia constante, particularmente en los años 70 y 80. En ese momento, también, surge la posibilidad de un intercambio entre la vanguardia brasileña y el CAYC; mientras se fortalece el contacto personal con la siempre polémica Marta Minujin.
Al intentar una síntesis llama la atención una tendencia en alza: hoy el medio artístico argentino y los coleccionistas tienen más conocimiento o empatía por el arte contemporáneo brasileño que viceversa.
¿Cómo explicar este fenómeno? ¿ Será fruto de la mayor agresividad de un "marchand" brasileño -ya desaparecido- como Marco Antonio Villaça?
¿Será consecuencia del reconocimiento de las vanguardias brasileñas a partir de los 90 en el medio internacional?
¿Será por la curiosidad e interés de coleccionistas argentinos, hecho inexistente en Brasil donde todavía sólo se colecciona arte brasileño?
Pude constatar esto no sólo en innumerables exposiciones de arte brasileño en los últimos años, en Buenos Aires, sino también por obras de arte joven de Brasil en colecciones argentinas, como por ejemplo, la de Juan Augusto Vergez, que visité cuatro años atrás.
Y esto antecede a la inauguración del Malba, sin duda. Pude entonces constatar en esas colecciones, entre otras, la presencia de jóvenes talentos como Rivane Neunschwander, Vik Muniz, Edgar de Souza y José Damasceno.
Crítica, curadora e historiadora de arte
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