
El 25% de los alumnos del CBC cambia de carrera
Culpan a la escasa orientación vocacional en el secundario
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Las dudas vocacionales y los cambios de carrera son situaciones que distan de ser excepcionales en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y atacan, con particular fuerza, en el primer año de estudios.
En 2002, 17.172 alumnos del Ciclo Básico Común (CBC) -uno de cada cuatro inscriptos- decidieron cambiar de carrera, lo que muestra una elevada proporción de jóvenes que no están convencidos de su primera elección universitaria.
Se trata de un problema que se da con particular intensidad en la UBA y que reactiva el debate sobre la asignación y el uso de recursos en la de la educación superior, aunque es muy difícil de medir en términos económicos.
Especialistas consultados por LA NACION vincularon el alto índice de deserciones con la ausencia de un trabajo de orientación vocacional en el secundario y la falta de un ciclo introductorio de dos años, que ofrezca a los estudiantes una formación sólida en distintas disciplinas y le permita elegir la carrera sin perder lo hecho hasta ese momento.
El fenómeno no se extiende, en proporciones tan altas, a otras universidades estatales y privadas.
De acuerdo con las cifras de la UBA, la mayoría de los pases de alumnos se da entre las carreras tradicionales: 304 alumnos cambiaron de Medicina a Psicología, 226 de Contador público a Abogacía, y 204 de Abogacía a Psicología. Hay pases que parecen ajustes de una primera opción -de Medicina a alguna de las carreras conexas (Kinesiología, Nutrición, Enfermería) o entre las distintas variantes del diseño o de las ciencias sociales-, pero otros son más llamativos: de Ingeniería Informática a Derecho, de Derecho a Enfermería, de Oceanografía a Filosofía, de Ciencias de la Comunicación a Farmacia.
En el primer cuatrimestre de 2003, en tanto, se registraron 7272 cambios y, según afirman las autoridades, las consultas vocacionales de los propios alumnos del CBC están empezando a superar a las de los chicos del nivel medio.
La ausencia de un trabajo de orientación vocacional en el secundario explica la mayoría de los cambios, y se suma a un sistema de educación superior que obliga a decidir una carrera a los 18 años y luego pone trabas para cambiar el rumbo.
Ante el fenómeno, la mayoría de las universidades ofrece servicios de reorientación, y muchas -sobre todo en el sector privado- permiten comenzar a cursar carreras a mitad de año, en respuesta a la demanda de los que quieren volver a intentarlo sin esperar hasta el próximo.
Antes de anotarse
Las causas que motivan las dudas vocacionales son variadas, pero pueden resumirse en una primera mala elección. "Seguramente se optó por una carrera sin información suficiente, por la supuesta certeza de la salida laboral o sin hacer el trabajo interno de reconocer los propios intereses", dijo a LA NACION María José Fittipaldi, coordinadora de Difusión y Servicios del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).
"La gran mayoría hace la elección de la carrera justo antes de anotarse. Saben que quieren seguir estudiando, pero no tienen definido qué carrera", apuntó Graciela Canessa, a cargo del Departamento de Orientación Vocacional del CBC.
Según contó, a los quince días de comenzar el primer cuatrimestre ven "el primer desfile" de chicos que piden un cambio. "Empiezan a darse cuenta de dónde están y a tener dificultades en algunas materias, sobre todo en las exactas", dijo. El otro aluvión aparece al finalizar el primer cuatrimestre, para reorientar las materias en el segundo.
"Es evidente que los chicos necesitan un tiempo de ambientación. El CBC facilita los cambios, porque está pensando como un ciclo orientador con materias comunes", explicó Canessa.
El disparador de las dudas puede adoptar formas diversas: "Fracasar en un examen, haber idealizado una carrera y percibir que no es lo que se imaginó, sentir que los saberes previos no alcanzan", enumeró Marta Longueira Puente, directora del Centro de Investigación Vocacional de la Universidad de Flores (UFLO).
En cualquier caso, lo primero que los especialistas recomiendan es diferenciar el malestar por un aplazo de una crisis vocacional. "Muchas veces se confunden dudas vocacionales con problemas de adaptación al ambiente universitario o falta de metodología para estudiar", dijo Fittipaldi.
También puede ser un problema de entorno. "A veces la duda no pasa por la carrera, sino por el enfoque que la carrera elegida tiene en una universidad", indicó Longueira Puente.
Cuando el sentimiento de que "esto no es lo mío" es inconfundible, lo que sigue es revisar cómo se tomó la primera decisión. "Hay que preguntarse cuáles son los objetivos e intereses personales. Luego, cotejar eso con la realidad de la carrera, no con lo que se estudia en la facultad, sino con lo que puede transmitir un profesional en actividad", dijo Fittipaldi.
"Es bueno acercarse al área de orientación de la universidad o recurrir a los docentes, porque son buenos referentes", apuntó Marcelo Freddi, a cargo del Departamento de Orientación Vocacional de la Universidad de Morón.
Práctica desaconsejada
Los especialistas desaconsejan abandonar las materias que se están cursando, aunque el cambio sea inminente. "Hay que trabajar paralelamente, porque puede resultar que las dudas provengan de un problema de adaptación. De cualquier manera, lo que se hace en la universidad siempre sirve, para otra carrera o para la vida", señaló Freddi.
Cuando "recibirse rápido" se usa como sinónimo de éxito laboral, un cambio de carrera provoca una fuerte sensación de frustración.
"Hay que aliviar el sentimiento de culpa y error. Se suele confundir un cambio con un fracaso, pero no necesariamente lo es", dijo Canessa.
"Hay chicos que toman la carrera como algo literal. No hay que correr para llegar a ninguna parte; uno hace un plan, tiene que fijarse objetivos y cumplirlos, pero puede ir haciendo ajustes", agregó Longueira Puente.
La idea que se repite es que la reorientación vocacional no es un auxilio de emergencia, sino un camino que todo profesional debe transitar en algún momento de su carrera, por ejemplo, al elegir un posgrado o una especialización. "El camino es personal y se lo transita personalmente. A lo mejor no se llegaba al objetivo si no se atravesaba un cambio", concluyó Fittipaldi.
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