El arte mexicano, entre la vanguardia y la revolución
La modernidad artística en México, que abarcó la primera mitad del siglo XX, lleva la marca tanto de la influencia de los movimientos de vanguardia europeos como la de la revolución.
Así lo atestigua el conjunto de 60 pinturas de 30 artistas que desde hoy y hasta el 25 de mayo se exhibe en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) -Av. Figueroa Alcorta 3415-, parte de la colección del Banco Nacional de México (Banamex), que llegó especialmente a la Argentina.
La muestra da cuenta de cómo si bien la revolución mexicana dio origen al gran movimiento del muralismo, no por ello se dejó de lado la pintura de caballete, soporte que tuvo presencia antes y después de la revolución.
Al respecto son elocuentes las obras de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, los más grandes muralistas mexicanos. También la figuración es otra constante de la modernidad mexicana, a diferencia de la modernidad de nuestro país, que tuvo movimientos abstractos, como el de arte concreto.
El recorrido de la muestra del Malba es cronológico y se inicia con la influencia que tuvo el impresionismo, que brindó a los artistas esa pincelada corta y vibrante, como se ve en los paisajes de Gerardo Murillo y las pinturas de Miguel Covarrubias.
La influencia del surrealismo está presente en las obras de María Izquierdo, de Leonora Carrington (norteamericana que llegó a México y aún vive allí) y de Remedios Varo, exiliada española que arribó a tierras aztecas en 1942.
Los artistas mexicanos, como sucedió con los de otras naciones latinoamericanas, tomaron de las vanguardias europeas aquellos elementos que les permitieron dar forma a una modernidad local, en sintonía con las características de cada país.
Frida Kahlo, a quien se suele vincular con la corriente surrealista, está presente en la muestra con una naturaleza muerta inquietante.
Paralelamente, en una sala contigua se exhiben imágenes de Manuel Alvarez Bravo, pionero de la fotografía contemporánea en México.
Política de Estado
"En México siempre hubo política de Estado hacia los artistas, no sólo a partir de la revolución. Porfirio Díaz mandaba a los pintores a prepararse a Europa", dijo a LA NACION Cándida Fernández, directora de fomento cultural de Banamex.
Al término de la fase armada de la revolución mexicana (1910-1920), las artes recibieron un extraordinario impulso de la mano de José de Vasconcelos, al frente de la Secretaría de Educación Pública. Así surgió el muralismo, luego conocido como la Escuela Mexicana de Pintura, que dio continuidad a un arte público y educativo que tenía sus raíces en el mundo prehispánico como se puede ver, por ejemplo, en las ruinas de Teotihuacán.
Rivera fue uno de los pilares fundamentales del nuevo movimiento. En la muestra se exhibe una de las últimas obras que hizo, de 1956 - un año antes de su fallecimiento-, cuando volvió a visitar Rusia. Con el título Desfile del 1° de mayo en Moscú , la colorida pintura muestra el desfile hacia la Plaza Roja.
Vecina a la obra de Rivera se encuentra una impactante pintura de Orozco, que toma el tema de los sacrificios rituales de los aztecas, mientras que la maestría de Siqueiros se pone una vez más en evidencia en Mujer con metate . La muestra finaliza con una obra de Gironella, que anticipa el camino hacia la abstracción que tomaría el arte mexicano a partir de los 60.
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