El cuerpo como obra de arte, en una muestra de tres mujeres pioneras
La francesa ORLAN, la española Fina Miralles y la serbia Marina Abramovic integran la exposición central del festival de fotografía PHotoEspaña
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Tres mujeres artistas, veteranas, que han enfocado su trayectoria sobre todo a la performance y que han utilizado su cuerpo y su manera de pensar y estar en el mundo como materia prima para sus obras, protagonizan la principal muestra del festival PHotoEspaña, la que normalmente acoge el Círculo de Bellas Artes de Madrid en su sala Picasso. Una exposición con obras de la francesa ORLAN, de 75 años, nacida como Mireille Porte en Saint-Étienne -que insistió a la prensa en que se escriba su nombre en mayúsculas, como “una demostración de que me salgo de las normas”, dijo ayer en la presentación-; de la española Fina Miralles (Sabadell, Barcelona, 72 años), que no pudo desplazarse a Madrid por sus problemas de salud en la que es su primera exhibición fuera de Cataluña, y de la estrella más mediática de las tres, Marina Abramovic (Belgrado, Serbia, 76 años), de la que se puede ver un video de 110 minutos, titulado 7 Deaths (Siete muertes) y basado en su ópera sobre la soprano María Callas.
Esta apuesta del festival por artistas transgresoras, que puede verse hasta el 3 de septiembre, representa algunas de las carreteras principales que se siguen en esta 26ª edición: “La relación entre la fotografía y el arte contemporáneo, la presencia de la mujer y, sobre todo en el caso de Miralles, la concienciación por el medio ambiente”, declaró la directora de PHotoEspaña, Claude Bissac, certamen del que se despide tras 17 años al frente y a la que sucederá María Santoyo. Dicho esto, ORLAN posó teatralmente como diva que es delante de sus piezas, gesticuló, bromeó (“soy una de las artistas más grandes no del mundo, sino del universo”) y puso una mesita para promocionar sus libros.
En el Círculo se muestra su última creación: 12 fotografías que reinterpretan, en pleno año Picasso, los retratos que el genio le hizo a la fotógrafa Dora Maar llorando, que fue su modelo, amante, mujer de izquierdas y con la que vivió una relación tormentosa de la que se ha subrayado el (mal)trato que él le infligía. De aquello que sucedió, ORLAN ha comentado: “Sé que a raíz del Me Too se está cuestionando a algunos maestros. Yo admiro a Picasso y no estoy aquí para juzgarlo porque no puede defenderse; ella [Dora Maar] también se podría haber marchado, en cualquier caso eran una pareja tóxica”.
A esas imágenes que pueden verse las llama “autohibridaciones”: partiendo de lo que pintó Picasso, ella ha añadido, como en un collage, imágenes de sus propios ojos, sus orejas, su boca a punto de morder o sus manos, para mostrar unos rostros descoyuntados. Esta serie, titulada Las mujeres que lloran están enfadadas (2019), es su forma de reivindicar que ellas “han estado en la sombra, deben dejar de ser objetos y gritar, que se enfaden”, afirma, una postura que ha sido constante en su carrera: reinterpretar desde el feminismo la historia del arte.
En esa trayectoria, que comenzó con 16 años tomando imágenes, también ha criticado fenómenos como el fútbol o la cirugía estética. En este caso hay que recordar que ORLAN llevó el cuestionamiento del canon de belleza actual a su propio rostro, cuando se sometió a nueve operaciones de estética a principios de los noventa, intervenciones retransmitidas en directo en un quirófano-teatro. Entonces le dijeron de todo, pero ella sostenía que no lo hizo para embellecerse, sino como crítica. Fruto de la cirugía sobresalen (en este caso literalmente) dos protuberancias por encima de sus cejas, a modo de cuernecillos.
También ha contado que está experimentando con la inteligencia artificial: “Hago esculturas que se mueven y reproducen mi voz con esta tecnología”. Aparte de su visión de la relación Picasso-Dora Maar, expone media docena de sus clásicas fotografías, como el autorretrato Desnudo bajando las escaleras en tacones (1967) o en el que posó como La gran odalisca, de Ingres.
A unos metros, las imágenes de Fina Miralles, que empezó a desarrollar su obra en los años setenta como una crítica a la autoridad, en el contexto del estertor del franquismo, y que ha trabajado regularmente hasta que su cuerpo se lo ha permitido, a principios de este siglo, como ha recordado la comisaria, Teresa Grandas. En el Círculo, con el título de La mujer árbol, la mujer agua, se puede echar un vistazo a su obra más conocida, como una imagen resultante de los tres días de 1974 en los que se encerró en una jaula, junto a otras en las que lo estaban un perro, un cordero, un gato y una rana, como denuncia del trato que sufrían los animales, titulada Imágenes del zoo. Más sobrecogedora es la serie de retratos Enmascarados (1976), en los que mostró a una amiga con el rostro cubierto por medias, bolsas, velos, correas...
También se exhiben el conjunto de tomas en la que aparecía sucesivamente más cubierta por paja, de 1975; o la imagen enterrada hasta las rodillas, ejemplos de su amor por la naturaleza (ella se autodefine como “una mujer de la tierra”), o en su cotidianidad, mientras comía, bebía o fumaba. En una ocasión, Miralles, a la que el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) le dedicó una retrospectiva en noviembre de 2020, declaró de su trabajo: “Ser artista no es una vocación, ni una devoción, ni una profesión, no lo sabes, pero todo te empuja y te lleva a ser quien eres”.
Por último, de Marina Abramovic la pieza central es el vídeo 7 deaths. En él toma ese número de arias interpretadas por María Callas, a la que admiraba desde niña y de la que se cumple este año el centenario de su nacimiento, para interpretar a siete personajes clásicos de la lírica que sufrieron hasta el extremo por amor, como le sucedió a la soprano en su trágica vida, y que finalmente mueren. Esta obra es el resultado de su ópera Siete muertes de María Callas, que estrenó en Múnich durante la pandemia y llevó al Liceo de Barcelona a primeros de marzo de este año.
La galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Artes en 2021 y a la que en 2014 el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga le dedicó una retrospectiva, también expone algunas de sus imágenes más reconocibles, como su autorretrato con dos maracas, o con una calavera, o en el que aparece rodeada de un rebaño de ovejas mientras ella carga con una oveja negra.