El héroe sabio
El próximo viernes, la nueva Biblioteca La Nación presentará la Odisea, de Homero
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Con el título La aventura de la Odisea publicó en 1960 el gran helenista Karl Reinhardt su estudio sobre la estructura del famoso poema homérico que junto con la Ilíada marca el comienzo de la literatura occidental.
El protagonista de la Ilíada es Aquiles, "el héroe de la fuerza", como lo llama el filósofo Vico, en tanto que al de la Odisea , Ulises, lo denomina "el héroe de la sabiduría". Efectivamente, este último, cuyo nombre griego (Odysséus, con variantes como Ulixéus, que a través del latín dio Ulises) es probablemente prehelénico, resulta para nosotros más cercano que los héroes de la Ilíada . Hasta podemos decir, sin más, que Ulises es el Hombre, con mayúscula, y por eso desde Homero, Ovidio o Séneca hasta Shakespeare, Goethe, Tennyson, Joyce o Kazantzakis, la tradición occidental ha ido descubriendo en él un reflejo de los más diversos ideales y hasta defectos humanos. Se ha observado repetidamente que en la escala de valores de esa época la sinceridad no es colocada en primer lugar absoluto. Ulises a veces miente; su areté -palabra que se suele traducir pobremente por "virtud"- reside en su talento y valor para encontrar una salida y salvar a los suyos; de ahí sus famosos calificativos, como polytropos , "el de los mil ardides". Pero hay que tener en cuenta la diferencia de época y de concepción entre la Ilíada y la Odisea . Como consecuencia de más de dos siglos de estudios a los que ni siquiera puedo aludir aquí, la crítica homérica piensa hoy que la Ilíada fue compuesta en la primera mitad del siglo VIII a. C, y que la Odisea fue obra de otro gran poeta que siguió las huellas de Homero hacia el 700 a.C.
La Odisea es el primer libro de aventuras, la primera novela de toda la literatura europea. Cuando yo estudiaba en la Facultad, nuestros profesores de griego solían decirnos que el gran poema se compone de tres partes: la Telemaquia, los viajes de Telémaco, el hijo ya mozo de Ulises, que ante la larga ausencia de su padre decide dejar en la isla de Itaca a su madre Penélope, asediada por los pretendientes a quienes engaña con el tejido de una interminable tela, y salir en busca de su padre Ulises. Luego los viajes del propio Ulises, que navega con sus compañeros por entre mares y pueblos desconocidos, acosado por el odio del dios Poseidón pero protegido hasta el fin por la no menos poderosa Palas Atenea, y por último, el retorno del héroe a Itaca y la matanza de los pretendientes de su mujer. Con tal división tripartita, puramente didáctica, nos querían hacer notar que la estructura de la Odisea no es lineal. Efectivamente no lo es, pero ante un atento análisis se revela mucho más compleja y refinada todavía, hasta el extremo de incluir la llamada "composición en anillo".
Con el canto V comienzan las aventuras de Ulises. El poeta nos transporta in medias res : el héroe está en la isla de la ninfa Calipso, que se ha enamorado del él y lo retiene contra su voluntad; pero Zeus le da orden de dejarlo partir. Así lo hace Ulises en una balsa, pero una horrenda tempestad desencadenada por Poseidón lo azota durante dos días y dos noches, y por fin lo arroja desnudo a la ribera de la isla de los feacios, donde exhausto queda dormido bajo un bosque. A la mañana siguiente lo despiertan voces femeninas y, cubriendo su desnudez con una rama, se presenta a la jovencita Nausícaa, hija de Alcínoo, rey de los feacios. Dibujada con pocos trazos, la princesa Nausícaa, por su pureza, por su vivacidad juvenil, por la ingenua frescura de sus sentimientos, es una de las más grandes creaciones de la poesía homérica. Ulises, que se presenta como un simple extranjero, es recibido con agasajos por el rey Alcínoo, y en un banquete nocturno, al oír cantar al aedo Demódoco la caída de Troya mediante el ardid del caballo de madera, no puede evitar el llanto y es reconocido por el rey, quien lo invita a narrar sus aventuras. De este modo, con el canto IX comienzan los relatos acaso más fascinantes de la Odisea : los lotófagos o comedores de loto, la planta cuya flor causa el olvido de la patria y del regreso; los lestrígones, gigantes antropófagos; Circe, la maga bellísima que por un momento transforma en cerdos a los compañeros de Ulises; el país de los cimerios, envuelto en perpetua noche, y allí mismo la solemne evocación de las almas de los muertos ( Nékyia ), entre ellos su propia madre, que ha sucumbido de tristeza por la ausencia del héroe; el monstruoso cíclope Polifemo, gigante de un solo ojo, a quien engaña y ciega Ulises, haciéndole creer que su nombre es Nadie; las sirenas, aves con cabeza de mujer (el cuerpo de pez es creación muy tardía), cuyo canto dulcísimo es irresistible porque promete el conocimiento sobrehumano.
El final de la Odisea , luego de la matanza de los pretendientes por mano del héroe a quien creían muerto, lo cuenta mejor Borges: "Ya en el amor del compartido lecho/ duerme la clara reina sobre el pecho/ de su rey, pero ¿dónde está aquel hombre/ que en los días y noches del destierro/ erraba por el mundo como un perro/ y decía que Nadie era su nombre?"




