La figura de Borges revivió ayer en Ginebra, la ciudad de su partida
A orillas del Ródano, la tumba en el cementerio de Plainpalais fue testigo de un discreto desfile que quiso rendir tributo al autor; la presencia de Kodama y la evocación del mismo día hace tres décadas
GINEBRA.- Debajo de dos árboles frondosos, al borde de un camino de tierra y piedra que termina en un paredón agrietado cubierto por una enredadera, se levanta la placa gris e irregular de la tumba de Jorge Luis Borges con el número 735 en el exclusivo y pequeño cementerio de Plainpalais, sobre la Rue des Rois, a tres cuadras del río Ródano, donde fue enterrado en la tarde calurosa y soleada del 18 de junio de 1986, cuatro días después de su muerte, en el centro de Ginebra, ciudad de la que se había enamorado en su adolescencia, cuando aún no presentía su destino de ceguera.
Al no estar identificadas las calles internas es difícil hallarla en un día común, ya que tampoco las lápidas están ubicadas por orden. Pero ayer fue sencillo dar con ella, a pesar de los árboles talados y los caminos cortados del cementerio, que obligó a dar una, dos, tres vueltas más, como si fuera un pequeño laberinto borgeano, a quien entrara por la puerta principal. Alrededor de las 10.30 de la mañana residentes argentinos, suizos, latinoamericanos y diplomáticos comenzaron a acercarse poco a poco a la tumba del escritor para rendirle homenaje al cumplirse el trigésimo aniversario de su fallecimiento, tras padecer un cáncer de hígado, a los 86 años.
El embajador argentino en Suiza, Antonio Trombetta, había enviado una corona de flores blancas y amarillas; "con mi amor, for ever and ever, and a day", decía la de María Kodama, viuda de Borges, que llegó en auto a las 11.15 acompañada del brazo por el diplomático para encabezar el acto sencillo y austero, del que también participaron el sacerdote católico Pedro Estaún Villoslada y el pastor protestante Patrick Baud, junto a un grupo de 50 personas.
Vestida sin ornamentos, con una camisa blanca que asomaba debajo de un saco celeste y una pollera larga a rayas azules que remataba en unos zapatos sencillos, Kodama escuchó sentada y en silencio las palabras de los religiosos luego de saludar al representante argentino ante las Naciones Unidas Marcelo Cima y al embajador de Brasil en Suiza, José Borges, con quien intercambió una humorada obvia.
Ambos recordaron la mirada del escritor sobre Dios, su vida en Ginebra durante la Primera Guerra Mundial y el paso por el Colegio Juan Calvino, puntualizando que no profesó ninguna religión y que incluso en algunas oportunidades se declaró ateo y en otras, agnóstico. Al respecto, Estaún Villoslada señaló que Borges, por amor a su madre, Leonor Acevedo, rezaba el avemaría.
"Jorge Luis Borges falleció en esta ciudad hoy hace treinta años. Ante la sorpresa de las personas que lo rodeaban en su lecho de muerte, pidió ver a un sacerdote católico. No dudo de que esta oración dirigida a la Virgen que Borges recitó, sin duda por compromiso durante muchos años, aun habiéndola rezado quizá sin mucha fe, fue la causa de este recurso a la gracia divina en su postrero momento. La petición, dirigida a la Madre de Dios, «ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte», se hizo patente en ese momento trascendental de la historia de nuestro querido escritor", dijo el sacerdote en un tramo de su discurso.
"Me pareció un acto emocionante -consideró Kodama en diálogo con LA NACION-. De acuerdo con lo que Borges quiso en el momento de morir. Conversar con un sacerdote católico por su madre y con uno protestante por su abuela inglesa, a la que él adoraba. De modo que eso se hizo y se rememoró a los 25 años de su muerte y ahora de nuevo."
En un terreno más literario, ya por fuera de la religión, Baud resaltó la "imaginación extraordinaria" del escritor argentino y admitió ser un fanático borgeano. "No puedo elegir un solo libro. Disfruto de toda su obra."
En el mismo lugar, en 1986
Más allá del homenaje puntual, Suiza lo recuerda de manera permanente y de diversas formas. A veces en conciertos de tango, piezas de teatro o lectura de poemas.
Igual que ayer, representantes de ambas religiones también estuvieron en el entierro del autor de Historia universal de la infamia. Su editor en Gallimard, Jean Pierre Bernés; Marcos Aguinis, por entonces secretario de Cultura del presidente Raúl Alfonsín, y los ya fallecidos Leopoldo Tettamanti, embajador ante la ONU en ese momento; Aurora Bernárdez, ex esposa de Julio Cortázar; el senador radical Luis Brasesco, y el escritor argentino Héctor Bianciotti, entre otros, acompañaron el cortejo fúnebre que encabezó Kodama, con un vestido blanco y largo apenas por encima de los tobillos.
"Estaba en París para reforzar una larga lista de ítems vinculados al intercambio cultural entre Francia y la Argentina -recordó Aguinis-. Fue simultáneo enterarme del fallecimiento de Borges y recibir la llamada telefónica del presidente Alfonsín, que estaba conmovido. Me pidió que viajase de inmediato a Ginebra para representarlo a él y a nuestro país en el sepelio. Apenas arribado, me convertí en la cabeza de numerosos argentinos que participamos en la sucesión de eventos. Tenía la impresión de un clima mágico, porque en esa pequeña y pintoresca ciudad se había desatado una taquicardia, generada por un escritor argentino que suscitaba admiración infinita y también rencor por sus traviesas ocurrencias. Hubo dos servicios religiosos, católico y calvinista. Yo asistí a ambos con el recogimiento que hubiera querido tener Borges, quien fue un irreligioso estudiante de mitos y teologías."
Las autoridades suizas también realizaron un homenaje al autor en el Hôtel de Ville (sede de la alcaldía), en el corazón de la ciudad vieja, que contó con la participación de Kodama. Allí, el argentino Antonio Hodgers, miembro del Consejo de Estado del cantón de Ginebra, resaltó la talla de Borges e hizo un breve recorrido por su vida.
Kodama, sentada en un cómodo sillón rojo, bajo el sol ginebrino, miraba con atención. ¿Hoy recuerda a Borges de una manera especial?, preguntó LA NACION. "A Borges no lo recuerdo, él está en mí. Es la mitad de mi alma. Todos estos años he trabajado sin descanso por su nombre y obra. Mi trabajo es mantenerlo vivo."
Otros 69 años en el lugar de los reyes
- El llamado cementerio de los reyes cubre tres manzanas y es similar a un parque público, un escollo más que puede atentar contra los desorientados. Ciclistas, grupos de adolescentes, oficinistas y parejas almuerzan a menudo, pasan la tarde y conversan animadamente sobre el césped liso alrededor del descanso final de figuras destacadas de la cultura helvética y universal, en esta primavera ginebrina de sol tenue.
- En una carta enviada a María Kodama, las autoridades locales argumentaron que como Borges había pasado parte de su juventud en la ciudad y asistido al célebre Colegio Calvino, su tumba merecía ocupar un lugar sin costos durante 99 años, donde también descansan los restos del propio Calvino, del músico Alberto Ginastera y del epistemólogo Jean Piaget, entre otros.
Juan Ignacio Orúe