La sonrisa del barro
El Bellas Artes luce una gran sonrisa. No sólo por la nueva pintura del frente que remite a tierras rojas o la renovación de las salas altas. Sobre todo por la presencia en el pabellón de exposiciones temporarias de un mundo con aires de fiesta. Allí el concepto de belleza se subvierte y el de arte cobra vida por la asombrosa presencia del Museo del Barro de Asunción que aporta otra mirada, casi como un milagro. Porque para conmemorar el sesquicentenario de la guerra de la Triple Alianza que diezmó al Paraguay, lo que vemos no es un llanto, sino un canto al poder siempre renovador de la creatividad humana.
Tekoporá es el título de esta muestra de arte colonial mestizo, indígena, popular y mucho más: periódicos de trinchera, vainas de balas de obús bellamente grabadas por los soldados durante esa otra guerra, la del Gran Chaco, que oficiaban de cartas de amor para los seres queridos. Todo allí puede acceder a una dimensión distinta. Aprendimos que porá es un vocablo guaraní de rica complejidad semántica, y a la idea de belleza se agrega el buen vivir de la comunidad. Y cuando ya hemos visto las imágenes religiosas, mestizas, cruzamos una instalación que remite a los sonidos de la selva para acceder al más allá del mundo indígena, donde bailan las máscaras y los tocados de plumas nos marcan el tiempo del ritual. Y sabemos así que es éste un arte vivo, en movimiento, que atraviesa los tiempos.
La autora es escritora
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