
La UBA forma arquitectos para ejercer en la Unión Europea
Un acuerdo con el Politécnico de Milán permite acceder a una doble titulación
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El acceso a un título de doble alcance, que habilita para trabajar en los países de la Unión Europea, es una de las reformas académicas puestas en marcha por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (UBA), con el objetivo de actualizar los contenidos de las carreras y adaptarlos a las demandas que los estudiantes encuentran cuando dejan las aulas.
Los cambios forman parte de una reforma académica que ofrece a los alumnos nuevas orientaciones en los planes de estudio, más contenidos referidos a la gestión de obras, un programa de práctica profesional como parte de la carrera y un jurado que evalúa dos proyectos integradores en el último año de estudios.
"Nos dimos cuenta de que es mucho más eficaz preservar la estructura que tenemos y hacer cambios dentro de ella, que generar reformas grandilocuentes que tardan mucho tiempo en concretarse", dijo a La Nación el decano de la facultad, Berardo Dujovne.
Entre otros cambios novedosos, los alumnos que se lo propongan pueden realizar un intercambio con el Instituto Politécnico de Milán.
El acuerdo firmado entre las dos instituciones establece que los estudiantes deben cursar tres años aquí, dos en Milán y volver a la Argentina para terminar su carrera. Los estudiantes italianos, a su vez, cursarán dos años en la UBA.
Según contó el decano, con estas modificaciones se buscó concretar varios objetivos simultáneamente: "Elevar el nivel académico, actualizar los contenidos relacionados con la gestión, que estaban algo olvidados, incluir la problemática urbana dentro de la carrera y ordenar las materias para generar nuevas orientaciones".
La tradicional salida laboral de los arquitectos, como profesionales independientes en estudios propios o ajenos se está limitando diariamente, de la mano del desempleo y la parálisis en la construcción. Como contrapartida, aparecen nuevas posibilidades de inserción laboral, como la gestión urbana y ambiental, o el trabajo en grandes empresas, donde tienen que manejar elementos de gestión de obras y temas económicos y financieros.
Nuevas habilidades
"Los arquitectos necesitan tener una formación amplia en todos los temas que hacen a la profesión, combinada con contenidos en alguna área específica y nuevas habilidades, como la capacidad de trabajar en equipo", dijo el decano.
En ese sentido, las reformas comenzaron por reformular las materias electivas que se cursan en el último año con temáticas de actualidad, "para que formen troncos comunes que permitan ir creando orientaciones", dijo Dujovne.
Así, quedaron algo más de 20 asignaturas opcionales -se suprimieron unas 17-, que se refieren a distintas temáticas, como la producción, la gestión de obras, la crítica e historia de la arquitectura o la documentación de obra, y que se renovarán periódicamente.
Por otra parte, se transformaron varias materias anuales en cuatrimestrales, "con un dictado más intensivo que da mejor resultado".
En el último año de la carrera de Arquitectura, los alumnos debían aprobar un trabajo integrador, que ahora está dividido en dos: Proyecto Arquitectónico y Proyecto Urbano. "Se trata de ejercicios que combinan el trabajo de varias cátedras y son evaluados por un jurado. Eso tiende a homogeneizar criterios entre las cátedras y establecer niveles de calidad en la carrera." Además, se creó un programa de práctica profesional y de investigación como parte de los seis años de estudios.
Los cambios afectan principalmente a los estudiantes de Arquitectura, pero también se extienden al resto de las carreras que se dictan en la facultad, en la que estudian unos 16.000 alumnos. La mitad cursa Arquitectura -una matrícula estable desde hace 15 años- y el resto se reparte entre Diseño Gráfico, del Paisaje, Industrial, de Imagen y Sonido, de Indumentaria y Textil, todas en constante crecimiento.
Sin embargo, el campo de experimentación de los cambios fue el posgrado. "Reformulamos algunos posgrados, creamos el doctorado y ofrecimos la doble titulación en dos carreras. Lo hicimos porque es más flexible que el grado, y nos permitió que los profesores vivieran los cambios, ya que en su mayoría son alumnos del posgrado", dijo el decano.
Por año se reciben unos 400 arquitectos, que según el decano, "no son demasiados". Para él, lo más urgente es "resolver el divorcio entre los arquitectos y la sociedad".
Materias en el verano
En el Pabellón III de Ciudad Universitaria todavía hay movimiento: están abiertas las inscripciones para los cursos de verano 2001, que ya sumaron más de 6000 interesados. Durante febrero y marzo podrán optar entre 82 materias para cursar en forma intensiva.
A partir de 1992, por recortes en el presupuesto, los cursos se sustentan con los aportes de los estudiantes, administrados por una cooperadora, que se usan para pagar a los docentes y financiar a los que no pueden abonarlos. Para cursar una materia cuatrimestral se debe pagar 18 pesos y 30 por una anual.
El martes último, estudiantes de agrupaciones de izquierda cortaron la avenida Cantilo, pidiendo la gratuidad de los cursos. Diego Menta, presidente del Centro de Estudiantes, en manos de la Alianza, contó a La Nación que en 1998 el tema se sometió a un plebiscito. El 90% de los alumnos que votaron eligió pagar y conservar la posibilidad de los cursos.




