
Molina Campos llegó con sus gauchos a Mendoza
Son 222 obras, en el Museo Fader
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LUJAN DE CUYO.- Todavía no es tiempo de cosecha, de vendimia, pero como diría el gran Hilario Cuadros, ¡qué lindo se puso el pago! ¡Cómo no iba a brillar con este porteño, que alguna vez se casó con una cuyana (Elvirita) y así también pudo conocer cada hilera, cada racimo de uvas tintas o blancas, tonadas, cuecas o viñas nuevas!
Sí, porque Florencio Molina Campos llegó con toda su obra al museo de otro grande, Fernando Fader. Sería casi redundante volver a hablar de su pinturas y de esos entrañables almanaques de Alpargatas que tapizaron cada espacio de las paredes pampeanas. Simplemente habría que recordar lo que decía uno de los curadores, Ignacio Gutiérrez Zaldívar: "El pintor del pueblo, el más gaucho de nuestros pintores gauchos".
Y el cronista agregaría que en cada trazo, en cada jinete, en todo sus ranchos, Molina Campos fue a la pintura lo que José Hernández a la poesía. Miles de personas ya habían pasado hasta ayer por Luján de Cuyo, para volver a meterse en el alma de Florencio. El vicepresidente Daniel Scioli hablaba de la ruta del vino y apuntaba cosas sobre las costumbres, tradiciones y valores de las cosas nuestras y de Molina Campos, mientras cuatro chicos, Los Cerrillanos, llenaban la inauguración de la muestra de cuecas y de esos valores llenos de autenticidad que sólo nos pueden transmitir nuestros gauchos.
Al tiempo, don Segundo Rojas, representando a la Confederación Gaucha Argentina, contaba cosas de su Mendoza y el gobernador Julio César Cobos agradecía a los paisanos, al despliegue de la muestra.
Julio César Ranero Díaz, de Repsol YPF (auspiciante de la muestra) se animó a deleitarnos con las cosas de esta patria y nos sorprendió con varias estrofas del Martín Fierro. No hubo tiempo para política, porque, cuando el folklore abunda, las ideologías no tienen espacio. Esos espacios los llenan otras cosas, como la hospitalidad, el color, la gauchada, el ser servicial, el ser nacional.
Ahora quedan cuarenta días por delante para disfrutar de esas 222 obras en un espacio donde se respira verde, donde se huele a uvas, donde don Florencio nos recuerda sus otros pagos del Tuyú y esos mismos gauchos se vuelven como cuyanos, en cada pulpería, puesto, mojón o tranquera.




