Pantallas y libros, en el mismo mundo
El prestigioso historiador franc茅s destaca la importancia de la escuela como herramienta clave para lograr una relaci贸n arm贸nica entre la tecnolog铆a digital y la cultura del libro impreso
lanacionarCuando se trata de analizar el pasado, el presente o el futuro del libro, resulta imprescindible abrevar en el pensamiento de Roger Chartier (Lyon, 1945). De sus numerosos trabajos sobre las pr谩cticas de escritura y de lectura en Occidente pueden citarse el ya cl谩sico El mundo como representaci贸n (Gedisa, 1992) y otros m谩s recientes, como Escuchar a los muertos con los ojos (Katz, 2008). A pocas semanas de haber recibido el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de San Mart铆n, el historiador franc茅s convers贸 con adncultura sobre algunos de los temas que lo apasionan: los libros, las disputas con la cultura digital y la educaci贸n.
-En su lecci贸n inaugural en el Coll猫ge de France, titulada "Escuchar a los muertos con los ojos", usted formula una pregunta elemental, b谩sica, que me gustar铆a retomar aqu铆. La pregunta es qu茅 es un libro.
-Hay varias definiciones que podemos tener en cuenta, como aquellas surgidas de las met谩foras empleadas en el Siglo de Oro o de las distinciones conceptuales del siglo XVIII, que sostienen que el libro tiene cuerpo y alma. O que el libro, como dec铆a Kant, es, por una parte, un opus mechanicum , un objeto material producido por una t茅cnica, que como objeto pertenece a quien lo compra; y, por otra, un discurso, una obra dirigida a un p煤blico que, en ese sentido, pertenece a quien lo compuso.
-驴Qu茅 sucede con el sentido de la obra? 驴Es patrimonio del autor o del lector?
-La situaci贸n es realmente compleja. Porque lo que lee el lector es un libro, pero los autores no escriben libros. Escriben obras, discursos que otros -editores, impresores, tip贸grafos- transforman en libros. Esa transformaci贸n da una forma al texto que algunas veces desborda o incluso contradice las intenciones del autor. Y de lo que se apropia el lector es del texto en su forma material. Pero, por otro lado, la construcci贸n del sentido que realiza el lector no remite s贸lo a sus expectativas o categor铆as, sino tambi茅n a la experiencia de lectura que cada forma particular del texto produce. De ah铆, para m铆, la necesidad de vincular tres elementos en el an谩lisis: los procedimientos de composici贸n, las apropiaciones (tanto en una misma sociedad como a lo largo del tiempo) y la forma material de los objetos escritos e impresos.
-En varias ocasiones se ha referido usted a un proceso de "desmaterializaci贸n de la obra", que se acent煤a desde hace varios siglos. 驴Cu谩les ser铆an las causas y los alcances de esta desmaterializaci贸n?
-Hay muchas razones que han borrado el efecto de la materialidad de la inscripci贸n. En primer lugar,la definici贸n de la propiedad literaria impulsada en el siglo XVIII, que establece que el autor es propietario de un texto, independientemente de sus formas materiales sucesivas o contempor谩neas. El copyright protege la obra en su esencia inmaterial, en su dimensi贸n de producci贸n est茅tica o intelectual. Y a partir de ese momento el derecho en s铆 mismo opera la desmaterializaci贸n de la obra. Es muy interesante el momento en que surgen las disputas por el copyright . All铆 vemos el problema de defender la propiedad literaria de un autor sobre su obra en un momento en que el sue帽o de la Ilustraci贸n indicaba la posibilidad para todos de apropiarse de las ideas que se consideraban 煤tiles para el progreso de la humanidad. Hay autores como Condorcet, en Francia, que rechazaban radicalmente toda idea de propiedad literaria, porque consideraban que nadie pod铆a apropiarse de las ideas fundamentales para el proceso de la Ilustraci贸n.
-驴Cu谩les ser铆an las otras razones de la desmaterializaci贸n de la obra?
-Otra raz贸n fundamental est谩 vinculada con la recepci贸n. En este sentido, es el lector mismo quien desmaterializa la obra ley茅ndola. Inconscientemente, crea una relaci贸n en la cual el texto pierde toda forma de especificidad particular. Es el discurso del otro con el cual el lector dialoga, en el cual penetra, o es el discurso el que penetra en 茅l.
-Ingenuamente, el lector puede experimentar el texto como una especie de voz interior, despegada de toda materialidad. Pero tambi茅n, desde un lugar para nada ingenuo, buena parte de la cr铆tica literaria ha desestimado la materialidad del texto.
-En realidad podr铆amos decir que esto fue reforzado por toda la cr铆tica literaria, tanto por la m谩s cl谩sica como por la que provino del estructuralismo. La cr铆tica cl谩sica, para la cual el texto est谩 en el coraz贸n o en la mente del autor, no se ocup贸 de la forma material, sino de la intenci贸n del autor. Pero tampoco lo hizo la cr铆tica originada en el estructuralismo franc茅s que, si bien en cierto modo borr贸 al autor, ubic贸 el sentido en el funcionamiento ling眉铆stico del discurso, sin dejar lugar para el efecto de la materialidad, de la forma de inscripci贸n.
-Cuando usted public贸 Las revoluciones de la cultura escrita (Gedisa, 2000; edici贸n francesa, 1997), la de-saparici贸n del libro como objeto parec铆a inminente. Sin embargo, a煤n son muchos los lectores que se mantienen fieles al libro de papel.
-En aquel momento hab铆a un discurso encerrado en una postura prof茅tica que vaticinaba la desaparici贸n inmediata del libro. Algunos presentaban esto con entusiasmo y otros lo rechazaban. Me parece que ya hemos salido de ese antagonismo, en especial, gracias a la idea de que la construcci贸n del sentido de un texto, sea por su autor, sea por su lector, no es independiente de la forma de su inscripci贸n. Se ve que no hay equivalencia entre un texto sobre la pantalla y un texto en la forma de libro impreso. Inclusive aunque el texto pudiera ser considerado ling眉铆sticamente el mismo, la relaci贸n con 茅l es por completo diferente. No s贸lo en cuanto a la postura del cuerpo, sino que tambi茅n la pr谩ctica de lectura es diferente.
-驴Cu谩les son esas diferencias?
-Un elemento central, clave, de la lectura es la relaci贸n que se puede establecer en cada momento e inmediatamente entre el fragmento, la parte y la obra en su totalidad: coherencia e identidad. Tanto en el caso de la novela como en el del ensayo, se ve que el libro impreso permite esa relaci贸n con una facilidad que no se encuentra en el electr贸nico. En el mundo digital, el fragmento se descontextualiza de la totalidad a la cual pertenec铆a. 脡sta es una propiedad que favorece a los textos que son fragmentos de un banco de datos, porque se supone que nadie va a leer un banco de datos en su totalidad. Pero cuando se trata de un libro que tiene una l贸gica narrativa, demostrativa o argumentativa, se ve que la expectativa del lector (por lo menos, del lector que entr贸 en el mundo de la cultura escrita con los libros impresos) se mantiene fiel al objeto libro, en el cual, si bien no se est谩 obligado a leer todas las p谩ginas, siempre la relaci贸n entre fragmento y totalidad se hace posible.
-En esta situaci贸n, 驴tiene sentido mantener la distinci贸n entre un cuerpo y un alma en el libro?
-Actualmente, adem谩s del libro como objeto particular, est谩 la computadora, que conlleva todos los textos y que tambi茅n sirve para lectura y escritura. Ahora, si se torna complejo mantener el libro como cuerpo, 驴qu茅 se mantiene del libro como discurso o del libro como alma? 脡sta es toda la discusi贸n a prop贸sito del concepto mismo de libro electr贸nico. 驴C贸mo se puede mantener el criterio de identificaci贸n del libro como obra en el mundo digital?
-驴Se puede?
-El problema es que el mundo digital, en su origen, sostuvo la idea de texto m贸vil, maleable, abierto, gratuitamente distribuido. Toda una serie de conceptos que se oponen t茅rmino por t茅rmino a los criterios que defin铆an el libro como discurso en el siglo XVIII, es decir, una obra que no es m贸vil en cuanto a su texto -aunque puede serlo en sus formas-; que no es maleable; que est谩 impuesta por la forma de inscripci贸n; que pertenece a un autor que tiene derechos a la vez econ贸micos y morales sobre ella; y, finalmente, que circula mediante la actividad editorial y el mercado de la librer铆a.
-驴Esa oposici贸n contin煤a siendo vigente?
-Hay una tensi贸n entre dos posiciones. Por un lado, la de quienes sostienen que el mundo de los textos podr铆a ser un mundo de discursos sin propietarios, producidos de una manera polif贸nica y que se separan de la originalidad, remitida al pensamiento o al sentimiento de un individuo singular. Por otro, la de quienes buscan introducir en el mundo digital dispositivos que permitan mantener las categor铆as de singularidad, originalidad y propiedad. Es decir, que los textos sean cerrados, que el lector no pueda intervenir dentro de ellos; que el acceso no sea necesariamente gratuito sino que, como en el caso de un libro impreso, suponga un pago, y que se reconozca la obra como algo m贸vil, en la medida en que puede ir de una computadora a otra, pero que no est茅 abierta, que est茅 identificada como una composici贸n que tiene una originalidad y una singularidad que remiten al nombre propio de su autor.
-驴Qu茅 piensa de los casos cada vez m谩s frecuentes de textos pensados y escritos para el mundo electr贸nico (blogs, p谩ginas de Internet) pero que posteriormente son editados como libros en papel?
-Hay una suerte de ir贸nica revancha de la forma cl谩sica del libro. Porque esas pr谩cticas de escritura que tienen su origen y su sentido en el mundo digital -con una forma breve, con una secuencia temporal, con una apertura al di谩logo con el lector- hoy en d铆a se encuentran en un formato que es contradictorio con la l贸gica que ha conducido a esa escritura. Esto se podr铆a interpretar como una prueba de la fuerza que perpet煤a al objeto impreso. Pero, al mismo tiempo, se puede interpretar como la fuerza de la propuesta de una nueva manera de escribir, que se invent贸 porque justamente estaba alejada, distanciada de los criterios cl谩sicos de la escritura para el texto impreso. Esto refuerza la idea de que m谩s que una sustituci贸n radical, lo que vemos hoy son m煤ltiples formas de coexistencia entre escritura digital e inscripci贸n impresa. Las pantallas y los libros impresos pueden cohabitar el mismo mundo: esto es algo que experimentamos todos los d铆as.
-驴Hay factores que pueden desestabilizar la armon铆a de esa convivencia?
-En primer lugar, no debemos pensar que todos tienen un acceso inmediato a la tecnolog铆a. Inclusive los pa铆ses desarrollados tienen l铆mites culturales, econ贸micos, t茅cnicos en cuanto a dicho acceso. Esto es algo que no se debe olvidar. Pero a esa divisi贸n se agrega un problema generacional. Es fundamental la diferencia entre los que entraron en las pantallas a partir de la cultura escrita, manuscrita o impresa, y los m谩s j贸venes que, a la inversa, algunas veces entran en el mundo de la cultura escrita a partir de una experiencia que se ha construido y que se experimenta cada d铆a frente a la pantalla.
-Los j贸venes que son muy h谩biles para leer y escribir mensajitos de texto pero que tienen dificultades para estudiar textos acad茅micos.
-Exacto. Estamos frente a nuevas generaciones de lectores que han construido sus h谩bitos frente a una inscripci贸n textual que no tiene mucho que ver con la pr谩ctica cl谩sica del libro, del diario, etc茅tera. En esos casos es probable que surjan dificultades en la lectura por una inapropiada aplicaci贸n a los textos impresos de la manera de leer que se ha construido frente a la pantalla y que supone la discontinuidad, la segmentaci贸n, la fragmentaci贸n. 脡ste es un desaf铆o fundamental, que debe considerar -y que ya considera- la escuela.
-驴Cu谩l es el papel de la escuela? 驴Formar a los ni帽os en las nuevas tecnolog铆as o insistir en presentarles una modalidad de lectura tradicional, que se considera en crisis?
-Ambos. Porque por un lado, es absolutamente necesario dar a todos los ciudadanos facilidades para entrar en el mundo digital que se impone a ellos cada d铆a. Es un mundo no s贸lo de placer, de juegos electr贸nicos. Es tambi茅n el mundo del formulario administrativo, el mundo que sirve para construir lo cotidiano. De esta manera, la nueva forma de analfabetismo podr铆a ser la exclusi贸n del mundo digital: gente capaz de leer y escribir, pero incapaz de entrar en este nuevo mundo m煤ltiple, de negocios, de formularios, de juegos, de descubrimientos, de aprendizaje. En esta perspectiva, la escuela debe otorgar un lugar central a la presencia del mundo digital. Pero por otro lado, evidentemente, la escuela debe mantenerse como el lugar en el cual pueda aprenderse la cultura escrita en sus formas m谩s tradicionales. Debe mostrar que hay formas de lectura diferentes de la lectura discontinua y r谩pida que tiene lugar frente a la pantalla; y que esas formas pueden ser provechosas precisamente porque son diferentes.
-驴Es una tarea que la escuela puede llevar adelante?
-Me parece que es una tarea enorme, dif铆cil, la que se les pide a los maestros y maestras, pero esta relaci贸n dial贸gica permitir铆a mantener la doble comprensi贸n necesaria para los ciudadanos de los siglos XXI o XXII. Los ni帽os no pueden estar fuera del mundo digital, que est谩 en todas partes. Es semejante a lo que sucede con la televisi贸n. La escuela no puede apagarla. Lo que puede hacer es ense帽ar a utilizarla: a discriminar, a elegir, a criticar. De la misma manera, el ingreso en este mundo digital debe acompa帽arse de una relaci贸n sostenida con el pasado que es todav铆a un presente. Es decir, el pasado presente de la existencia de algunos textos u obras con una forma que permite -m谩s que la digital- una comprensi贸n y una construcci贸n del sentido -y, por ende, del individuo- en su relaci贸n cr铆tica con la sociedad o con los otros o con la naturaleza.
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