Premian al escritor Ismail Kadaré
OVIEDO.- Por "la belleza y el hondo compromiso de su creación literaria", el escritor albanés Ismail Kadaré, de 73 años, autor de una literatura que se entremezcla con la historia de su país, ganó ayer el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2009.
El escritor, uno de los más activos intelectuales europeos, ha hecho de la denuncia de los totalitarismos el eje central de toda su obra. Se impuso al italiano Antonio Tabucchi, al checo Milan Kundera, al holandés Cees Noteboom y al británico Ian McEwan. El premio, que el año pasado recibió Margaret Atwood, está dotado de 50.000 euros.
"Ismail Kadaré narra con lenguaje cotidiano, pero lleno de lirismo, la tragedia de su tierra, campo de continuas batallas", dijo el jurado en su fallo. "Su compromiso hunde las raíces en la gran tradición literaria del mundo helénico, que proyecta en el escenario contemporáneo como denuncia de cualquier forma de totalitarismo y en defensa de la razón", enfatizó.
Nacido en 1936 en Gjirokaster, Kadaré vivió durante su juventud la Segunda Guerra Mundial; la ocupación de su país por la Italia fascista, la Alemania nazi y la Unión Soviética, y la posterior dictadura comunista. Publicada en 1963, la novela El general del ejército muerto le dio renombre. Le siguieron Noviembre de una capital, Los tambores de la lluvia y El largo invierno. En El palacio de los sueños, de 1981, considerada su obra maestra, denunció el régimen autoritario de Albania. En 1990 pidió asilo político para él y su esposa en París. Allí vivió hasta 1999, y desde entonces pasa la mitad del año en Tirana. Ese año escribió Tres cantos fúnebres por Kosovo y en 2002, Frente al espejo de una mujer.
En su casa de la capital albanesa estaba ayer al enterarse de la noticia del galardón. "Es un premio de gran valor que alegraría a cualquier escritor", dijo, y lo dedicó "a la literatura y lengua albanesas, desconocidas en el mundo".
Con una obra traducida a más de 40 idiomas, candidato varias veces al Premio Nobel, Kadaré ha iluminado también las contradicciones del capitalismo en su país, un asunto al que dedicó el libro Frías flores de marzo.