"Trabajo con escritores inteligentes"
El director británico llevó a la pantalla novelas de Kureishi, Hornby y Doyle. Y ahora vuelve con un film basado en un libro de Colette
Estamos en la cocina cómodamente desordenada de Stephen Frears, en su casa de Notting Hill, un día muy soleado después de almorzar. "Anoche estuve con unos académicos cinematográficos y pensé: Dios, esto es tan aburrido -comenta, a propósito de una conversación iniciada en el comedor-. Puras tonterías. Su visión de mundo es tan estrecha. Cuando era joven las grandes palabras me impresionaban. Hoy no."
-Si tuvieras que presentarte a vos mismo brevemente, ¿qué dirías?
-Diría que soy un inglés excéntrico. No puedo ir más allá de eso. No hay rasgos sobresalientes en mi biografía. Me crié en un medio muy convencional y me convertí en director de cine. Mi padre era doctor. No éramos artistas, éramos sólo una familia excéntrica. Un fenómeno muy inglés.
-¿Recordás cuál fue la primera película que viste?
-Recuerdo haber visto Pinocho cuando era muy joven y estar muy, muy asustado. Cuando lo tragó la ballena tuvieron que sacarme del cine.
-¿Y el film que despertó tu deseo de dirigir?
-Nunca tuve el deseo de ser director de cine. Pero las películas empezaron a parecerme más interesantes: Nido de ratas , Solo ante el peligro . Y después las películas europeas, y North by Northwest [ Intriga internacional , de Alfred Hitchcock]. Llegué a ser cineasta por casualidad. Estuve en Cambridge con la gente que integró el grupo Monty Python, y después quise trabajar en el teatro. Entonces fui a trabajar al Royal Court Theater. Un día conocí a un director de cine, Karel Reisz, que me dijo: "Vení y trabajá en mi film".
-¿Lamentás algo?
-No, ha sido un milagro. Prueba la existencia de Dios (risas.) Hay días en que uno se arrepiente, sin embargo. Cuando las cosas van mal es un trabajo horrible. Estresante.
-¿Te molesta o te halaga que te cataloguen como uno de los tres principales exponentes del realismo cinematográfico británico, junto con Ken Loach y Mike Leigh?
-Los dos son tipos muy listos. Los admiro enormemente. Pero pienso que mi interés, probablemente, es más amplio que el de ellos. Quiero decir: también estoy interesado en otras cosas. Hice películas en Hollywood, y puedo ver que ellos han dedicado sus vidas a un cierto tipo de películas y yo no. Soy mucho más frívolo que ellos.
-Los críticos suelen trazar una división entre tus películas sociales realizadas en el Reino Unido (por ejemplo, Ropa limpia, negocios sucios o Sammy y Rosie van a la cama ) y las made in Hollywood , como Héroe accidental y Alta fidelidad , de carácter, digamos, más comercial. ¿Estás de acuerdo?
-Sí, por supuesto. Son listos los norteamericanos... Uno aprende lo diferente que es de ellos. Mi vida ha estado ligada al cine norteamericano. A la gente en todo el mundo le gustan las películas norteamericanas, mientras que las demás sólo les resultan interesantes.
-Pensé que dirías algo como: "Todas mis películas son de algún modo políticas." Has dicho eso en algunas entrevistas.
-¿Eso dije? Debía de estar borracho. No sé. Digo cosas diferentes en diferentes circunstancias. Soy frívolo. He hecho películas sobre la sociedad en el Reino Unido porque es todo lo que sé sobre esta vidita británica. Por supuesto que terminan siendo políticas. No sabría cómo hacer una película apolítica en Inglaterra. Pero si voy a Estados Unidos diría que están basadas considerablemente en el cine estadounidense, y no en ese país. Ahora estoy pensando más claramente. No me sorprendería si mis películas americanas fueran más políticas de lo que creía. Por ejemplo, hice una película con Dustin Hoffman [ Héroe accidental ]. Recuerdo haber pensado: ¡Esto es como Brecht! Creo que debería callarme esto. Estados Unidos es un país fantástico.
-¿Vivirías allí?
-No. Soy inglés. Soy conservador. Pero es un país fantástico. Tiene una verdadera industria cinematográfica, a diferencia de aquí. Son gente lista. Es sencillamente un país extraordinario. Y ha sido amable con mis hijos.
Tras la celebrada La reina , con Hellen Mirren, Frears ha vuelto a reunirse con Michelle Pfeiffer y con el guionista Christopher Hampton -con quienes había trabajado en Relaciones peligrosas- para filmar Chéri , basado en una novela de Colette. El film, que se presentó en febrero pasado en el Festival de Berlín y que aún no se ha estrenado en la Argentina, narra la historia de una cortesana en el París de los años 20, en plena Belle Epoque, que se enamora de un joven veinte años menor.
-¿Qué te atrajo de Chéri ? ¿La diferencia de edad y de clase? ¿El hombre como objeto sexual expuesto a la mirada femenina
-Primero leí el guión de Christopher. Pensé que era muy, muy bueno, muy divertido. Es sobre gente que no dice lo que piensa y me gusta eso. Me gustó el hecho de que era frívolo y serio al mismo tiempo. Debajo de esas burbujas hay una historia triste.
-¿Es el modo en que luciría Relaciones peligrosas si esa historia tuviera lugar cien años más tarde?
-Ambos films tratan acerca de sociedades corruptas, pero no puedo responder esa pregunta. No soy tan listo. Me temo que me gustan las sociedades corruptas. Son entretenidas. Quiero decir, ¿qué está ocurriendo en el mundo ahora? Es todo muy entretenido.
-Como en otros de tus films, el tema de la pérdida de la inocencia planea sobre la película...
-Porque es central y nos sucede a todos. Tengo 67 años y perdí mi inocencia en el camino. Pero, cada vez que uno hace una película, intenta recobrarla. Hago todos mis films en el estado más cercano a la inocencia que puedo alcanzar. Pero sé, por supuesto, que se vuelve cada vez más difícil. Si uno hace, por ejemplo, una película con un presupuesto altísimo, ya no es más inocente. Mirá a tu alrededor: todas estas comodidades burguesas? Cuidate o te enviciarás, te volverás tan corrupta como yo.
-Has hecho una película sobre la reina de Inglaterra. ¿Creés que en agosto de 1997, en la semana posterior a la muerte de la princesa Diana, la monarquía británica corría peligro sin la intervención de un joven Tony Blair?
-Dudo de que estuviera en peligro. Pero en mi opinión, el silencio de la reina tras la muerte de Lady Di fue el error más grande que cometió en su vida. La brecha entre ella y la gente se hizo más grande.
-¿Por qué la familia real británica es siempre el centro de atención de la prensa amarilla?
-Ése es realmente el lado malo de la monarquía, ¿no? Que preserva los privilegios. Es la punta de la pirámide, por encima de todas esas estrellas de cine está la familia real. Pero hay una brecha entre la institución y la mujer. A toda la gente de mi generación, la mujer nos recuerda a nuestra madre. He sabido sobre la reina desde 1949, durante sesenta años. Mi madre murió hace casi cuarenta. La reina ha estado viva en mi vida por más tiempo que cualquier otra persona. Si ponés una estampilla en un sobre, lamés a la reina. Está en todos lados, en la profundidad de tu inconsciente, de tu mente, de tu cabeza. Inglaterra es un país muy conservador.
-¿Fue extraño hacer películas sobre gente real que aún actúa en la vida política, como Isabel II, Tony Blair y Gordon Brown? No sólo mostrás sus grandes actuaciones públicas, también representás sus momentos privados...
-Gordon Brown estaba disfrutando The Deal [un film de Frears para TV] hasta que los televidentes lo vieron llegar con una vieja novia y se rayó [risas]. Precisamente, lo interesante fue el hecho de que eran políticos vivos?
-A lo largo de tu filmografía has cubierto la vida inglesa contemporánea desde la cima hasta las clases más bajas. ¿Te resultó fácil moverte entre estos dos extremos?
-Bueno, la verdad es que nunca he hecho una película sobre mi propia clase: la burguesía, la clase media. No encuentro mi propia clase muy interesante.
-¿Qué directores te han marcado?
-Los mismos que a todos: Ford, Scorsese, Renoir, Truffaut, Ophuls. También los musicales norteamericanos. Cuando estaba haciendo el final de Ropa limpia, negocios sucios miraba una y otra vez una pelea de Nido de ratas . Películas, literatura, la vida real. Está todo allí.
-Has llevado a la pantalla grandes novelas de Nick Hornby, Roddy Doyle, Hanif Kureishi, Choderlos de Laclos y ahora, Colette. ¿Sos un gran lector?
-Mi casa esta llena de libros, pero no leo tanto como solía hacerlo. Simplemente, trabajo con escritores muy inteligentes. Hanif puso su guión en ese buzón y yo tuve la gracia de decir: "Esto es maravilloso, deberíamos hacer esto ahora". Hanif me politizó: me enseñó sobre la raza, me habló sobre el imperio. Aprendí mucho de él. Christopher Hampton me educó en la literatura clásica francesa: Colette, Laclos. Y Nick Hornby es otro hombre sabio, con un modo diferente de ver el mundo. Siempre he aprendido a través de otras personas. Soy como un parásito.
La luz roja del grabador se extingue y en su último destello de sarcasmo el inglés excéntrico pregunta: "¿Lo he hecho bien? ¿O tendría que haber sido más teórico?".
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