Tristán Bauer: "No creo en el concepto de 'acercar' la cultura a la gente"
Para un hombre que enarbola el pasado y la memoria como valores esenciales de la construcción cultural, la cita en el Museo Histórico Nacional, junto a un viejo cañón de hierro en los jardines vecinos al Parque Lezama, es elocuente. Este es el tercer museo que visita Tristán Bauer, flamante ministro de Cultura, desde que asumió, hace una semana. Ahora pasa a ver el sable corvo de San Martín y luego retoma sus críticas por las condiciones en las que halló Tecnópolis. "Como un símbolo, encontré el cuerpo de San Martín con el que jugaban nuestros niños y a Belgrano, decapitado", afirma, sobre las figuras en el parque que pasará a su órbita.
Amable y reflexivo, medido a la hora de anticipar designaciones o planes concretos en las áreas a su cargo ("hace falta tiempo para hablar con responsabilidad"), pero enérgico para marcar sus diferencias ("no hablo de grieta, es una palabra que no me gusta"), avanza en una larga conversación que va de los conceptos políticos que más lo identifican ("vamos a hacer un ministerio para todos los argentinos y todas las argentinas"), a la vuelta del famoso y polémico Zamba a la pantalla. "Se encontrará con una mujer", adelanta.
–Tomar al CCK para el propio ámbito, ¿con qué perfil de centro cultural?
–Con el perfil que va a tener toda nuestra gestión. Para nosotros, es muy importante, sobre todo del tiempo que venimos. Me refiero a cuatro años en los que el presidente Macri y muchos en su gobierno decían que ellos tenían un proyecto económico y político, pero que fundamentalmente tenían la propuesta de un cambio cultural. Estamos acá en el Museo Histórico Nacional, y Mauricio Macri, en la celebración del Bicentenario, con su querido rey, dijo que los héroes que nos habían dado la libertad estaban angustiados. Fui parte de la Comisión del Bicentenario. Fijate en ese período, seis años, cómo se expresó culturalmente una celebración y la otra. En aquel Bicentenario todos los presidentes de nuestra América donaron cuadros, cada uno propuso un prócer y luego el gobierno de Macri desmanteló el salón de los patriotas de América Latina. Esa intención de borrar la historia, la memoria. Y entonces, cuando me preguntás por qué el Centro Cultural Kirchner, al que se le quiso borrar el nombre también...
–Y ahora se lo devolvieron rápidamente: en redes, el CCK ya es Centro Cultural Kirchner.
–Centro Cultural Kirchner es su nombre, lo dice ahí arriba. Gran presidente, gran hombre. El valor de lo simbólico. Voy a trabajar todos los días por el concepto de diversidad cultural: cómo hacemos desde el ministerio para apuntalar, desarrollar y hacer crecer esa idea. Una cultura para la democracia, para la paz, para la noble igualdad, como dice nuestro himno. Con ese paraguas se pueden hacer muchas cosas.
–¿Podemos ir a asuntos más concretos sobre cómo va a funcionar?
–No estoy todavía en condiciones de ir a lo preciso. En este tiempo de desembarco tenemos que analizar qué somos capaces de hacer.
–No le pido esa precisión, sí cómo imagina ese centro cultural.
–Abierto al pensamiento, con debates sobre las culturas, reflexiones, traer pensadores de todo el mundo, que también funcione como un foro donde lo que allí acontece salga al país y al mundo. Conciertos, por supuesto: tenemos una sala que es una bendición, un órgano absolutamente subutilizado que es una maravilla, la sala de cámara, las salas de usos múltiples, de distintos tamaños. Quiero que sea un centro donde las vanguardias estén muy presentes. Estuvimos recorriendo el Museo de Bellas Artes y aprovecho para felicitar a Andrés Duprat y a su equipo.
–¿Fue a la inauguración de la muestra de Norah Borges?
–Nada más y nada menos. Cuando hice el documental de Borges tuve algunos dibujos de Norah, que si no hubiese tenido ese hermano habría logrado mayor trascendencia. De alguna manera, teniendo la cantidad de museos que tenemos, pensar cómo hacemos convivir el Centro Cultural Kirchner y Tecnópolis, para el que tenemos un proyecto del que estoy enamorado, aunque tampoco te lo puedo contar todavía. Hay grandes ideas, ustedes ya las conocen: soy director de cine y siempre hice un cine sobre nuestra historia y nuestra memoria. Y después fui convocado para hacer un canal educativo, Encuentro, con Daniel Filmus, el primer canal del Ministerio de Educación, que fue una bisagra importante en la manera de entender el Estado, la comunicación, la TV. Después hicimos el canal para nuestros niños, Pakapaka. Y luego un canal de deportes. Son importantes para mí las alianzas: cultura y deporte, cultura y ciencia, cultura y educación.
–Y cultura y medios, porque está hablando de medios, aunque en esta gestión ya no están a su cargo, sino de Francisco Meritello. Y el CCK va a pertenecer a Cultura, pero Meritello tiene su despacho ¿trabajarán juntos?
–Vamos a trabajar hermanados. No concibo Cultura sin Salud. Los que prometían la pobreza cero dejaron 18 millones de conciudadanos sumergidos en la pobreza. El mandato de Alberto Fernández es primero dirigirnos a ese sector.
–Habla de acercar la cultura a la gente con más dificultades….
–No [interrumpe]. No creo en el concepto de "acercar" la cultura. Primera cuestión, siempre hay un equívoco: nuestra sociedad asocia el término cultura al arte, y yo creo que si salimos a la plaza y empezamos a preguntar qué es la cultura nos van a decir: la pintura, la música. Por supuesto que las expresiones artísticas están contenidas y son fundamentales, pero el término es mucho más vasto, se refiere al cultivo de la tierra, del ser humano. Yo no soy "el hombre culto" que voy a llevar la cultura. La cultura es una construcción, y una construcción muy diversa. Desde el ministerio impulsamos conceptos centrales: diversidad cultural, defensa de la democracia, defensa de la tierra.
–Menciona Encuentro y Pakapaka, ¿van a volver a generar contenidos, como Zamba? ¿Piensa relanzar esos canales, que fueron apreciados por su calidad, pero también muy cuestionados por su sesgo ideológico?
–Tenemos un mandato, que es volver para ser mejores, y para eso hay que mirar para atrás. Ver qué hiciste, qué funcionó, qué tenés que perfeccionar, cómo podemos en estos tiempos tan trágicos abrir el abanico. Vamos a hacer un ministerio para todos los argentinos y todas las argentinas. Respecto de los canales, nacieron en el Ministerio de Educación, en el ámbito que se desarrollen ahora, tanto en Medios como en Educación y en Cultura, vamos a trabajar unidos para potenciarlos. La clave es la mirada propia: todas aquellas críticas vienen porque hay una mirada. Mandaron a Encuentro al costado de la grilla y bajó el rating de manera tremenda, a Pakapaka lo sacaron de la grilla y de nuevo los niños consumen las siete señales omnipresentes que vienen de los Estados Unidos.
–Perdón, ministro, pero los canales continuaron al aire y con programas nuevos...
–Agarrá la producción de Pakapaka y fijate la audiencia, su lugar en la grilla y el porcentaje de producción nacional en Encuentro y Pakapaka. Ese análisis estadístico te va a mostrar un contraste brutal entre dos realidades. Sin hablar del dibujo emblemático, Zamba, que desapareció.
–¿Vuelve Zamba? Y en la primera excursión ¿adónde va?
–Zamba vuelve primero con el cambio tecnológico y estético, que en siete años fue brutal. También por la difusión, cómo han crecido las redes frente a un canal que ya tomaba la idea de Internet. Creo que el cambio más importante va a ser por la transformación que gracias a ustedes las mujeres se dio en nuestra sociedad. Y creo que Zamba refleja una mirada hacia la infancia, el género, totalmente distinta. Va a aparecer un personaje femenino... ¡no me pregunten el guion, que recién asumí!
–¿No sabían desde hace tres meses que este momento iba a llegar?
–Te confieso que no. Para colmo de males, tuve que hacer una película que pensaba hacer en un año, en tres meses. Los últimos tres meses fueron sin dormir.
–Esta "mirada propia" de la que habla, presente en su película Tierra arrasada, no es conciliadora ni tiende puentes con la administración previa. ¿Cómo lo articula con el pedido de "cerrar la grieta" del Presidente? ¿Cómo construye al ministro separado del cineasta?
–No hay separación. El ministro es el ministro que acaba de estrenar una película y que siguiendo el consejo o las indicaciones espirituales de uno de los más grandes escritores y, para mí, periodistas de la Argentina, Rodolfo Walsh, "deja testimonio en tiempos difíciles". Yo dejé ese testimonio, estoy feliz de haber sido testigo, partícipe y haber dejado ese testimonio, rodeado de jóvenes, además. Comparto el discurso de Alberto y la idea, y desde este ministerio.
–Desde el ministerio les tiene que hablar a quienes no están de acuerdo con su testimonio.
–Vos hablás de grieta. Es una palabra que no me gusta. Estamos en el Museo Histórico Nacional. Esos dos proyectos están desde antes de la Revolución de Mayo. Estaban los que querían libertad, igualdad y fraternidad, en la independencia, y estaban los otros, como Martínez de Hoz, que se ponían al servicio de los invasores. Y esos dos pensamientos siempre van. Este ministro hoy dice: ampliar, ampliar, ampliar. Con memoria, ampliar. Lo que dice Cortázar: o nos salvamos entre todos o no nos salva nadie. No hay ningún iluminado. Tengo una valoración extraordinaria de Alberto Fernández. Sé que es el mejor hombre para conducir este proceso. Pero si no trabajamos con unidad no construimos desde lo cultural en el desarrollo de una conversación, no avanzamos. Y este ministerio está para eso. No hay rencor ni odio: me sale lo que dijo Néstor. Y sí construir y ser consciente de lo que está pasando.
–Yendo a la Biblioteca Nacional, ¿piensa darle un modelo más bibliotecológico o tipo centro cultural?
–Las dos cuestiones son esenciales para nosotros. La biblioteca es un tema para mí importantísimo. La lectura siempre fue esencial, agradezco a mi padre y a mi madre que me hicieron lector de chiquito. Y en mi obra es esencial: hice videos sobre Kafka, Juan L. Ortiz, Julio Cortázar, que fue un documental que recorrió el mundo, Jorge Luis Borges, el mundo de la palabra y de las letras. Quiero que la biblioteca tenga un rol central en nuestra dirección y lo estamos abordando con el detalle que demanda para avanzar con paso firme. Enorme admiración tengo por la gestión de Horacio González al frente de la biblioteca.
–¿Va volver González a la Biblioteca?
–No, no, no.
–¿Cristina va a tener una oficina en el CCK?
–No.
–¿Y quiénes van a estar a cargo del centro cultural?
–Verónica Fiorito y Martín Bonavetti. Fiorito trabajó con Teresa Parodi en la jefatura de gabinete. A Martín lo he conocido en Canal 7, era parte del equipo de Rosario Lufrano [actualmente a cargo de Radio Televisión Argentina] e hicimos la gestión juntos. Confío en que esa pareja va a lograr desarrollar las ideas para esta nueva etapa de renacimiento de la patria.
–Lucrecia Cardoso, exIncaa, va como secretaria de Industrias Creativas. Estos nombres dan una impronta audiovisual al equipo.
–Y, estamos muy marcados por eso. Está Valeria también [González, flamante secretaria de Patrimonio] que es una genia, una figura central. La conocía del Instituto Kagel, de la Unsam. Me pareció imprescindible que estuviera en el ministerio.
–¿Nos cuenta ella o usted si va a concursar las direcciones de los museos que faltan?
–La idea de concursar me gusta mucho, es muy importante. Pero primero tenemos que hacer esto: asumí hace seis días y este es el tercer museo que visito: fui al Museo Evita, al de Bellas Artes y ahora estamos en el Histórico Nacional. Me gusta mirar. Por otro lado están los papeles y las estructuras.
–¿Habló con Andrés Duprat sobre la ampliación del Bellas Artes?
–Por supuesto. Para mí fue un magnífico director, no tengo más que palabras de elogio para él y su equipo. Vos cuando ampliás un museo estás haciendo bien: hacés mal cuando lo cerrás. Hay tres planes. Si te digo que vamos a hacer el A, el B o el C sería un irresponsable. Se necesita tiempo para hacer bien las cosas.
–Luis Puenzo, que asume como presidente del Incaa, habló de la necesidad de reformular la ley de cine, de 1994, ante el enorme cambio del mercado audiovisual gracias al streaming y las redes.
–Lo que se conoce como economía de la cultura para nosotros es fundamental. También la defensa de los derechos de los artistas, los de autor, en el gobierno de Cristina se avanzó muchísimo.
–Teatro Cervantes: ¿con o sin Alejandro Tantanian?
–Tengo una enorme valoración artística de Tantanian y estoy analizando el tema en su conjunto.
–¿Y la exBiblioteca de la calle México, futuro Centro Borges de documentación, le daría continuidad a ese proyecto?
–Es un edificio que adoro, ¡qué maravilloso! Es un emblema. Tengo que analizar las cosas. No me van a sacar eso porque soy, primero, hacedor, no de los que se enredan en la burocracia, pero tampoco un irresponsable. Al séptimo día no puedo responderte qué voy a hacer con este proyecto específico.
–Usted me podría decir "No me interesa"….
–¡Cómo no me va a interesar el edificio, ese lugar! Es un tesoro. Nosotros somos memoria, estamos hechos de memoria. Nosotros somos eso: somos Borges, somos ese despacho de Borges leyendo y escribiendo ahí. Es defensa del patrimonio.
–De "construcción y reconstrucción" le habló a la gente el primer día que llegó a Alvear [sede del ministerio] y dijo que nadie iba a quedar afuera ¿Qué va a pasar con los contratados, que son muchísimos en Cultura?
–Vamos a contener en esta etapa, a hacer bien las cosas. No les vamos a mandar un telegrama y se van a la calle porque no hay fondos para hacerlo. No es ningún mérito de ningún ministro ni lo debe ser decir: "Soy feliz porque eché a tantos empleados" y menos en tiempos de crisis.
–En Alvear se encontró con Pablo Avelluto y tuvieron un ratito de transición.
–Tuve una conversación buena y franca con él. Yo le di mi parecer, él me dio el suyo. Le pregunté dos cosas: si había dinero para pagar los salarios y el aguinaldo de diciembre y me dijo que sí, que me lo dejaba, y que había un fondo para enero. Lo de los salarios es verdad, fue así. Lo otro, con los números que me traen ayer no es así. Tengo que confirmarlo, pero hay una deuda grande de hace cinco meses con distintos proveedores.
–Su relación con el ministerio de Cultura de la ciudad, ¿cómo la imagina?
–Vamos a trabajar con todos. No lo conozco a Enrique Avogadro. Apenas desembarque voy a juntarme con los secretarios de Cultura de las provincias y con él. Ojalá que podamos hacer muchas cosas ¿Te imaginás la potencialidad de la ciudad de Buenos Aires con lo que tiene nuestro ministerio? ¡Impresionante! Yo apuesto a que empujemos entre los dos. No sé qué dijo Avogadro.
–"Si a Tristán le va bien, a todos nos va bien".
–Si a Avogadro le va bien, a mí me va bien. Y como seguramente haremos muchas cosas juntos, le irá bien a todos los argentinos. Se trata de eso. Y con el compañero que esté en Tucumán o Salta. Así avanzamos.
–Si el kirchnerismo tiene tantas figuras de la cultura popular que acompañan seguramente vaya a haber designaciones en las que el artista se encuentra con el gestor. Luis Puenzo es un ejemplo. ¿Qué nombres más tiene pensados en esa línea?
–En estos días vas a ver nombres que si a vos te gusta Valeria González y te gusta Puenzo, están en ese espíritu.
–¿Su despacho va a estar en Alvear?
–Mi despacho va a estar donde el ministerio lo necesite. Va a haber un ministro que hoy está acá y mañana en Tucumán y dentro de cinco días... Fui dos veces a las Malvinas, una vez a la Antártida y de La Quiaca a Ushuaia y de la cordillera al mar…
–Como León Gieco…
–Sí, soy discípulo de León. Recorrí todo el país. Lo conozco. Muchas veces con una cámara al hombro, en otras para conocer la cultura. Seguramente tenga un lugar de trabajo en el Centro Cultural Néstor Kirchner, que es un edificio que quiero muchísimo. Nosotros somos once hermanos. Cuando faltó el dinero para alimentar tantas bocas, mi padre nos dijo a mi hermano mayor y a mí que teníamos que trabajar y me consigue trabajo en un frigorífico. Al final de cada día tenía que ir al entonces Correo Central para despachar la correspondencia y retirar la que llegaban. Me impresionaba siempre.
–¿Y ahora?
–Es una bendición. Me sigue pareciendo el edificio más bello de la ciudad. Y ese órgano. Yo soy un enamorado de la música clásica. Me llamo Tristán.
–¿E Isolda?
–Me sigue acompañando en este recorrido, es una santa.
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