Una cumbia excesiva
Washington Cucurto renueva su escritura exuberante en la que conviven la bailanta y el desborde de la imaginación
"Que el sueño de todo bailantero es rajarse de este mundo lo más pronto posible y si es bailando, ¡mucho mejor!" Con esa intransigente aspiración de pureza, Washington Cucurto, el personaje-autor de Santiago Vega (Quilmes, 1973) le dio voz en la literatura argentina al mundo de la cumbia y la bailanta. Su escritura exuberante, desbordada de neologismos y de sintaxis descuidada hasta el espanto, no es el resultado de un registro etnográfico del habla de los inmigrantes y las clases bajas sino la apuesta mucho más osada de asaltar la literatura desde una hoy inconcebible cultura popular. Un proyecto asumido con un despreocupado candor que soslaya voluntariamente toda sutileza política y teórica en la definición de pueblo, cultura de masas o industria cultural: "¡Gracias, cultura popular, delirio de masas!".
Más que ser delirantes, sus narraciones siguen la lógica del exceso. Bailar la cumbia puede salvar al mundo o condenar a muerte. El sexo, extremo más allá de toda norma, es un modo de hacer avanzar la narración pero también de volverla pantagruélica, como lo demuestra Santiago Chichardelo, el protagonista de su novela La culpa es de Francia , cuya excitación lo convierte en un gorila gigante que utiliza su colosal erección como arma. Por eso resulta absurdo el texto de contratapa al afirmar que en este relato Cucurto escapa a "la trampa de la voz propia" para ajustarse a las convenciones del género policial. Como suele ocurrir en el mundo cucurtiano, una conspiración intenta aprovecharse del representante del mundo de la cumbia para dominar el mundo. Seducido por Francia, una prostituta dominicana, Chichardelo participa de un negocio de lavado de 8 millones de dólares con dos supuestos miembros de las FARC. Sin embargo, a instancias de Luz, su madre y amante, decide entregar el dinero a los vecinos de Once para formar la cooperativa Sueños Baratielis. Así comienzan las persecuciones con policías corruptos, un ejército de Amazonas Revolucionarias de Guinea Ecuatorial y una lucha en el obelisco con el titánico dictador del país africano.
Las conspiraciones también se repiten en El amor es más que una novela de 500 páginas . Los relatos de este libro encuentran a un desorientado Cucurto en Alemania, becado por la Akademie Schloss Solitude. Allí se enfrenta a la líder de un ejército neonazi y a una estratagema del gobierno keniano para ganar elecciones a cambio de amor y chocolate, entre otras aventuras. La nouvelle que da título al libro narra una conspiración del gobierno alemán con el editor Luciano Perezlindo para dominar el mundo a través de la literatura. Perezlindo promete a Cucurto recuperar la fama literaria y lo conduce a sus oficinas, donde se encuentran los escritores latinoamericanos, desde Vargas Llosa y Aira hasta Jaime Bayly y Dalia Rosetti, escribiendo sin parar. Lo que escriben es el guión de la realidad, y el gobierno alemán se apropia de los derechos de autor. Las computadoras están preparadas para que ante el menor error gramatical o secuencia inverosímil el programa se apague y el planeta se destruya. "Pero escribir bien es re aburrido", dice Cucurto, "escriban algo bueno pero mal". Fiel a esa consigna, Cucurto renueva en cada libro la defensa imposible de una lengua popular propia, aunque con ella sólo se pueda narrar una y otra vez la misma batalla.
La culpa es de Francia
El amor es más que una novela de 500 páginas
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