
Viaje por la otra crónica
IDEA CRONICA Comp.: María Sonia Cristoff-(Beatriz Viterbo)-251 páginas-($ 33)
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En sus orígenes, las crónicas estuvieron atadas al pretendido registro, en secuencias, de los acontecimientos: despojadas de cualquier ímpetu interpretativo, lograban que los hechos del pasado se presentaran como encarnaciones inapelables de la realidad. Como recuerda Hayden White, el mito de que los acontecimientos podían hablar por sí mismos se había instalado para siempre. Las crónicas compiladas por María Sonia Cristoff en Idea crónica optan -felizmente- por la operación contraria: hacer del registro un camino para poner en duda la claridad de los límites entre imaginación y realidad.
En el libro se reúnen quince textos de autores latinoamericanos dedicados a cuestiones que van desde la intimidad más radical hasta catástrofes naturales o políticas. A veces el tono confesional se pretende irónico; otras, estrictamente descarnado.
En el prólogo, Mónica Bernabé evoca, no sólo el vínculo complejo entre testimonio, crónica, novela de no ficción y nuevo periodismo, sino también el origen de un género que se confunde, según Walter Benjamin, con el arte de la narración oral. Hay también un análisis de las características específicas de la crónica latinoamericana que, marcada por la tradición inaugurada por José Martí y sus Escenas norteamericanas y más tarde por Operación Masacre de Rodolfo Walsh, se abre hoy a la posibilidad de una reformulación del género: con la caída del escritor comprometido, "los relatos -sostiene Bernabé- se han retirado del futuro y se han desplazado hacia el pasado".
Si hay dos textos entre los agrupados aquí que ejemplifican estas complejidades, son los firmados por María Moreno y Alan Pauls. La investigación de Moreno sobre el universo del sadomasoquismo ("No, mi ama") habla de la dimensión política de las prácticas sexuales, pero también del corrimiento al que se somete el cronista cuando se enfrenta a sus entrevistados. El texto de Pauls, "Mi vida como hombre", es, aparentemente, íntimo. Se trata de la crisis de una masculinidad marcada por un par de presencias fantasmales: un padre y una hija que condensan lo más misterioso de ambos sexos y la dificultad en responder al modelo público de una determinada identidad. Como ocurre en "Terreno minado", donde Edgardo Cozarinsky relata su extraño encuentro con el actor Rafael Ferro como protagonista de su obra Squash , los límites entre la biografía y la puesta en escena se diluyen.
Hay, en Idea crónica , más de una evocación de viajes por otros territorios. "Donaldson Park", de Sergio Chejfec, está dedicado a un recorrido por un suburbio de New Jersey, y "Los sentidos del otro verbo", de Anna Kazumi Stahl -escritora de origen germano-japonés, nacida en Estados Unidos, pero afincada en la Argentina- evoca una sucesión de acontecimientos casi azarosos, en su recorrido por el mundo, que preludian su encuentro con el castellano, su actual lengua literaria.
El costarricense Carlos Cortés recorre China, en uno de los pocos textos lineales de la compilación, y Luis Chitarroni, en "Cinco días", se atreve con Cuba. Es en este recorrido por la isla donde la imagen de lo exótico va adquiriendo cierta familiaridad ayudada, más por los libros leídos -algunos aborrecidos-, que por la experiencia directa. La cuestión política cobra perspectivas poco usuales. La escritora chilena Diamela Eltit, en "La otra cara de la moneda", recuerda el golpe del 11 de septiembre de 1973 como el preludio de una "seudodemocracia", pero también como un avasallamiento de los cuerpos que le da a la subjetividad más inmediata un espacio inédito en el espacio de lo público. En "Los pájaros cantaron de noche", Jacinta Escudos entreteje dos catástrofes: la muerte de su padre y la percepción de la inminencia de más temblores -más o menos literales- para Centroamérica. Al mexicano Carlos Monsiváis lo perturba la nación: la que se sostiene en el fútbol para buscar su homogeneidad, pero también la que logra ser irónica sobre sus propios límites.
Los textos reunidos en Idea crónica evitan colocar el testimonio como evidencia radical de la verdad y evaden eficazmente las consecuencias moralizantes de tantos cierres narrativos. Es que todo podría haber sido de otro modo. Todo, en definitiva, queda abierto para crónicas futuras.





