1949-2015: Dick Nanninga, el lungo holandés que nadie olvidó desde el 78
Mucho frío en aquella tarde del 25 de junio de 1978. El vapor que emana de los pulmones se transforma en una nube blanca permanente. Así uno, otro más. Multiplicado por 70.000 en el Monumental. Mucho frío... y nervios. La Argentina le va ganando 1-0 a Holanda la final, con gol de Mario Kempes, y el primer título mundial asoma en el horizonte. Pero todavía no hay euforia. Hasta que, de pronto, se divisa una torre naranja aproximarse al lateral. Van 14 minutos del segundo tiempo. Mide 1,90m. Un "¡Qué petiso es Galván!" brota espontánea y casi lógicamente. Ernst Happel, DT holandés, manda a la cancha, y al corazón del área, a Dick Nanninga. ¡Sí, 1,90m! Enorme para los 174 centímetros del gran tiempista Luis Galván. Enorme también, pese a su capacidad de salto y cabezazo, para los 176 cms de Daniel Passarella. Nanninga rozaría los 2,20m-2,30m en cada eyección del suelo. ¡Y quedaba media hora!
Veintitrés minutos después de entrar, Nanninga congeló a todos al poner el 1-1... con un cabezazo, obvio, ganándole a Galván y a Jorge Olguín. Mucho más tarde, de noche, cuando el país explotaba en medio de los festejos por la conquista tras el 3-1 (otro de Kempes y uno de Daniel Bertoni), supimos más de Nanninga, ese verdugo temporario que bien pudo cambiar toda la historia argentina en los mundiales, sobre todo al recordar el zurdazo al palo de Robert Rensenbrink en el minuto final, antes del alargue.
César Menotti, DT argentino, estaba inquieto desde que vio en el banco a Nanninga. Es que había sido tema de discusión con sus colaboradores, Saporiti y Poncini. Elegir los relevos era ingeniería pura: a diferencia de hoy, donde al banco van todos los que integran la lista, en ese entonces sólo se permitían 5 suplentes. Y Menotti quería poner a Daniel Killer por si Holanda incluía a...Nanninga. Le aseguraron que el lungo no estaría y entonces designó a Baley (arquero), eligió a Rubén Galván, a Oviedo, Larrosa y Housemann. Pero, ¿por qué Killer era vital ese día para Menotti si ya estaba Passarella? El capitán no sentía la función de stopper, perdía la marca; el Caballo Killer –buen juego aéreo– era stopper de alma: no jugaba él, no jugaba el rival. Al entrar Nanninga, Menotti apuntó a sus asistentes: "Entra este tipo y no tengo a Killer para mandarlo a la cancha, ¡la p... madre que los parió!".
Nanninga tuvo, tras esa final y el retiro en 1986 de una carrera no muy brillante –en paralelo, se dedicaba al comercio de flores–, una vida muy dura, que se apagó ayer, a los 66 años, en Masseik, Bélgica. Sufría de diabetes, padeció la amputación de sus piernas, y llegó a estar cinco meses en estado de coma en 2012.
Difícil olvidarlo. Menotti no pudo. Igual que todos los que, aquella tarde-noche, lo vieron correr hacia el área con su cuerpo de pivote. Y que lo sufrimos durante un buen rato hasta que el Matador nos devolvió el alma al cuerpo.
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