Wilson Kipsang y Yohan Blake, en dos mundos paralelos

NUEVA YORK (De un enviado especial).- El atletismo los une en la misma proporción en que la velocidad los separa. Wilson Kipsang , uno de los mejores maratonistas del mundo, y Yohan Blake , el velocista que puede amenazar la supremacía de Usain Bolt , transitan por veredas opuestas. Ambos concuerdan en que el atletismo los ayudó y benefició para tener un mejor pasar y que sus historias simbolizan una máxima que atraviesa al deporte como un punto de fuga hacia una vida cargada de idolatría y millones de dólares. Una clara expresión que se traduce en que el éxito es la punta de lanza a la que se arriba merced al trabajo tenaz y consecuente.

Kipsang, nacido en Kenia, algo así como la fábrica de los mejores fondistas del mundo, no tarda en regalar una sonrisa tan enorme como su rostro. "Perdón, pero no hablo castellano", se disculpa con un inglés fluido, el atleta de 32 años. Y añade: "No es que no sepa. Es que manejo mucho mejor el inglés. En español, apenas algunas palabras". En cambio, el jamaiquino Blake se muestra más reservado y sus frases no logran la naturalidad que sus piernas desparraman sobre el tartán. "Es muy tímido", dice un asistente mientras se sienta al lado del especialista en 100 metros llanos. Para Blake, la explosión en carrera, es lo mejor que le puede suceder. "Es un momento único. Cada carrera tiene algo especial en la que intento volcar en esos pocos segundos lo mejor de mí. Por eso, la concentración es determinante", explica el velocista de 25 años. El campeón del mundo en Daegu 2011, en la misma carrera en la que descalificaron a Bolt por una salida nula, recuerda: "Fue increíble ese momento porque jamás pensé que podía pasarle eso a Usain. Me amargué por él, pero rápidamente debía ponerme en foco si no al que iban a descalificar era a mí".

Convocados para oficiar de anfitriones, junto con David Villa y el jugador de fútbol americano Sammy Watkins, entre otros, en el exclusivo lanzamiento del calzado Ultra Boost que Adidas enseñó en Nueva York y que a la Argentina llegará a mitad de año, Kipsang y Blake son quienes mayor interés despiertan en el evento. El espacio, uno de los históricos edificios de JP Morgan, en el corazón mismo de Wall Strett, se vistió especialmente para la ocasión para que los más de 100 medios a nivel global puedan participar de una experiencia despojada y muy próxima a los protagonistas. "El 2014 no fue un buen año y pretendo que en 2015 pueda volver a correr rápido y fuerte como sé que puedo hacer", precisa Blake, quien el año pasado estuvo muy lejos de la pista por una sumatoria de lesiones que lo aquejaron de manera casi permanente. El segundo atleta más rápido de la historia, igualado con el estadounidense Tyson Gay en 9.69, no se muestra cómodo. Está como una bestia (así lo llaman) enjaulada que necesita salir a correr lo más pronto posible. La comparación con Bolt se hace inevitable y a Blake parece no molestarle. De hecho, comparten el mismo entrenador (Glen Mills). "Somos amigos, pero en la pista es un rival más al que quiero derrotar", señala con la mirada fija en el piso. Es evidente que la admiración de Blake hacia Bolt será otro de los escollos que alguna vez deberá traspasar si su deseo genuino es destronar a su compañero de equipo.

Un piso más arriba, Kipsang hace una pausa mínima, abandona la demostración de las bondades del nuevo calzado y toma su teléfono celular. Segundos después, en su cuenta de Twitter (@Kipsang_2_03_23), estampa: "Happy birthday to my running mate and the fastest mano on the maratón @ denniskimetto" (Feliz cumpleaños a mi amigo del running y al hombre más veloz en maratón). Su compatriota Dennis Kimetto, con las 2h02m27s en Berlín 2014, es el actual maratonista más rápido del mundo. Una marca que para Kipsang pronto será doblegada. "No hay remedio. Las marcas están para ello y pronto Dennis se verá destronado o deberá correr más rápido que en Berlín", advierte.