En el nombre del padre: Patricio Di Palma hizo ganar al Torino de Rubén Luis
Hizo conocer el éxito al auto que había armado su progenitor; además, se trató del 1er triunfo de la marca en 28 años
Patricio Di Palma, el intermedio de los tres hijos varones del gran Rubén Luis, emitió una voz temblorosa durante más de 30 minutos después de su vibrante triunfo en la 6ª fecha del Turismo Carretera. Más de 30 minutos. Tres cuartos de hora, tal vez. Raro en un hombre de 31 años. Pero, ¿cómo no habría de hacerlo si bautizó en la victoria el coche que su padre había empezado a construir poco antes de su muerte (el 30 de septiembre de 2001)?
¿Cómo no habría de emocionarse hasta la médula si trajinó, penó y gastó dinero, esfuerzos y nervios en hacerle entender al rojizo auto que podía ver antes que el resto una bandera cuadriculada?
¿Cómo no habría de conmoverse si se impuso en Buenos Aires, el circo superclásico del TC y al que su padre tenía -como al de Rafaela- por un autódromo "especial", donde le costaba vencer?
¿Cómo no habrían de vacilar sus tonos vocales si el precioso trofeo que obtuvo se llamaba Jorge Cupeiro, en honor del máximo adversario que conoció el gran Loco de Arrecifes -su progenitor- y a quien éste consideraba "el único amigo grande que tenía en el automovilismo"?
Por eso las lágrimas, el rostro contraído, el festejo impetuoso en el podio, la ovación aun de hinchas de otras marcas (sobre todo, de Chevrolet). El Pato Di Palma ganó una de esas carreras que se apoltronan largamente en la memoria de los tuercas, especialmente de los 40.000 espectadores que poblaron el Autódromo Oscar Alfredo Gálvez. Además de por lo antedicho, porque el éxito de Di Palma se concretó tras una lucha a brazo partido con Henry Martin durante toda la competencia, con sobrepasos mutuos y cautivantes duelos rueda a rueda que derivaron en el abandono del piloto de Ford.
Para terminar de rotular como memorable esta carrera, queda señalar que se trató del primer triunfo de Torino en 28 años -hoy, con motor Cherokee-. ¿El último? El obtenido por el propio Luis Di Palma el 20 de abril de 1975, en las 500 millas mercedinas. Lo de ayer fue inolvidable, sin duda. Sobre todo para Patricio. Y también para Rubén Luis, que en el más allá lo habrá vivido como un fanático más.
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