El 14 de septiembre de 1923 se produjo uno de los más feroces combates en la historia del boxeo; LA NACION obtuvo en exclusiva la palabra de sus protagonistas tras la pelea
Los siguientes textos fueron publicados en LA NACION el 15 de septiembre de 1923.
NUEVA YORK (Junto al ring del Polo Grounds).- A pesar de haber sido derrotado, Luis Ángel Firpo alcanzó el punto culminante de su popularidad en este país. Quienes asistieron al match declaran que jamás han visto un combate más recio por el campeonato del mundo y un “challenger” que luchara con más valor que el argentino. Su acometividad, su formidable punch y su valentía ante el tremendo castigo que se le infligió y su abierto espíritu deportivo le han valido la admiración sin reservas de una multitud a la cual muchos latinoamericanos consideraban como abiertamente hostil a Firpo. Los mejores críticos de boxeo se han visto en la necesidad de reconocer que Firpo tiene pleno derecho a una “revancha” en un futuro no muy lejano.
Me hallaba en la segunda hilera de asientos para periodistas y directamente detrás del timekeeper, cuando Firpo aplicó su formidable derecha y el campeón vino volando de cabeza hacia nosotros. De no haber mediado la intervención del cronometrista y de algunos periodistas, Jack Dempsey hubiera dado con la cabeza en el suelo. Pero el timekeeper y algunos repórteres amortiguaron su caída y rápidamente repuesto, Dempsey volvió por sí mismo al ring. Varias gotas de su sangre cayeron sobre mis cuartillas.
Contra la opinión de todo el mundo, que lo consideraba vencido, Dempsey demostró una formidable capacidad de reacción que, por cierto, igualó a la capacidad de Firpo para recibir castigo sin abandonar la lucha. Mientras se entrenaba en Atlantic City, Firpo tenía la impresión de que tendría que vérselas contra un público francamente hostil; hoy puede considerarse plenamente entre amigos. Firpo puede mirar de frente al futuro y esperar con confianza la nueva oportunidad de apoderarse de la corona pugilística.
La palabra de Jack Dempsey
“Sigo siendo el campeón del mundo pero si aun conservo mis laureles ello no ha sido sino después de haber librado la batalla más feroz de toda mi vida. Sólo después de haberme visto obligado a recibir el aporreo más grande que jamás creí que se me diera he podido mantenerme en la cumbre del boxeo.
“Desde que comenzó a practicarse el boxeo se han visto muchos pugilistas valientes y pundonorosos, pero jamás el mundo ha producido uno que tenga más corazón de león que Firpo. Yo vencí al argentino anoche, pero antes de que lo derribara por última vez tuvo tiempo de demostrarme que era valiente hasta lo sublime, en primer lugar, y luego, cuando me asestó su primer punch de derecha, después que marré un swing de izquierda, que era todo un señor.
“Cuando me pegó llegué a creer que alguien había arrojado un tirante de hierro contra mi mandíbula. Poco después me alcanzaba bajo el corazón con uno de sus golpes de derecha que lo han hecho famoso y todo mi cuerpo se estremeció. Luego lo calcé a mi vez y allí fue al suelo. Había puesto todo lo que había en mi corazón y en mi cuerpo en ese golpe y jamás creí que un hombre pudiera recibir semejante porrazo y levantarse poco después para seguir combatiendo. Pero Firpo se levantó y mediante una derecha tremenda, me dejó trastabillando y llegué a tocar el suelo. Me levanté, sin embargo, y lo aporreé una y otra vez y entonces. Firpo me derribó una vez más.
“A partir de ese momento la acción fue tan vertiginosa, tan ciclónica, que todo se me apareció como envuelto en una niebla. Me había dado cuenta que tenía ante mí al más poderoso adversario de mi vida y que debía martillarlo de continuo, con una violencia huracanada, si quería conservar el campeonato del mundo. Recuerdo que derribé a Firpo una vez más y que volví a quedar aturdido después de recibir una derecha a la mandíbula, y que lo acometí lanzando una recia izquierda que no dio en el blanco. Su martinete de derecha me volvió a agarrar y me sentí levantado en el aire y arrojado a través de las cuerdas hasta el palco de los periodistas. Viví millares de años, en la fracción de segundos que duró mi caída. Pensé que con toda seguridad caería de cabeza y que quedaría insensible, pero un buen muchacho, periodista, me agarró y fui empujado hacia el ring. Entonces ese formidable hombre que es el argentino me pegó antes de que alcanzara a reponerme del todo. Sin embargo, le pegué y él me pegó y yo le pegué y creo que entonces él cayó de nuevo. Cuando se levantó nos hallamos en un entrevero furioso hasta que sonó la campana. Al dirigirme a mi rincón pensaba que había tenido frente a mí al pegador más formidable que haya encontrado, a pesar de lo cual marchaba plenamente confiado en la victoria.
El protagonista
Luis Ángel Firpo
Nació el 11 de octubre de 1894, en Junín. Lo apodaban "El Toro de las Pampas". Medía 1,89m y su peso en su etapa profesional estuvo entre los 96 y los 103 kilos. Realizó 35 combates, de los cuales ganó 31 (26 de ellos por KO) y perdió 4. Tras la derrota con Dempsey, jamás tuvo otra oportunidad por el título mundial. Muriói el 7 de agosto de 1960, en Buenos Aires.
Cómo se produjo el knock-out
“Acababa de recibir los golpes más fuertes que Firpo puede asestar y, sin embargo, el argentino no había podido dar al referee oportunidad de que me contara algunos segundos. En cambio, había visto que era capaz de derribarlo y sabía que si me cuidaba en el próximo round y golpeaba con toda mi fuerza conseguiría vencerlo en ese periodo o en el siguiente. Cuando la campana anunció la reanudación del encuentro oí a Jack Kearns que me decía: ‘¡Ve y destrózalo!´, y en acatamiento a semejante incitación acometí a Firpo y lo alcancé con una izquierda, luego con una derecha, luego con una izquierda y el argentino cayó. Esa vez tuve la impresión de que jamás se levantaría pero el asombroso valor de Firpo evitó la dispersión de las fuerzas y levantándose en una forma que me llegó a parecer un milagro, me acometió con toda su vieja ferocidad. El combate se reanudó en todo su furor. Pude recibirlo con todas mis fuerzas dirigidas a la cabeza y entonces Firpo se encorvó y cayó al suelo de cara. Lo miré en el suelo: tenía los brazos flojos, las piernas flojas, los ojos vidriosos y entonces me dije para mi coleto: ‘Jamás se levantará después de esto...’ Y no lo hizo.
“Pero Luis sólo quedó vencido después de haber acudido a su extraordinario valor para levantarse. Su gran corazón y espíritu combativo lo querían, pero las fuerzas habían desaparecido y el referee, lenta, metódicamente, terminó de contar los diez segundos. Cuando finalizó la lucha corrí hacia Firpo y lo ayudé a ponerse de pie. Mientras hacía esto, le dije una frase que no sé si habrá entendido a pesar de que confío en que alguno de sus amigos se la haya traducido. Lo que le dije fué esto: ´Firpo, usted es el campeón del mundo en bravura’.
Declaraciones del pugilista argentino
“Reconozco que debo una explicación a mis lejanos y queridos compatriotas por el desenlace poco feliz de mi encuentro de anoche, y lo hago del modo siguiente. Declaro haber sido legal y caballerescamente vencido por un adversario insuperable. Acepto esta derrota con la altivez con que los argentinos dignifican sus victorias como sus reveses, y lo hago sin rencor para nadie, ni menos para este grande y hospitalario pueblo que tal vez no ha sabido en cierto momento interpretar la modesta, pero grande admiración y gratitud que siempre me ha merecido.
“He ido a la lucha a batirme con el campeón del mundo. en parte para demostrar esos sentimientos y en parte para no defraudar la satisfacción y la magna expectativa a pesar de no hallarme en perfectas condiciones para este gran combate. He puesto mi corazón en mis puños y la suerte me fue adversa. Y no pudiendo por hoy hacer más, ofrendo la sinceridad y la generosidad de mi frustrado esfuerzo a la hidalga sanción de todos mis compatriotas”.
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