Con Mario Ledesma, Jaguares recupera las banderas de los Pumas
En Johannesburgo, Sudáfrica, una organización benéfica se propuso ayudar a un grupo numeroso de mujeres negras que vendían comida en los vehículos conocidos como "food trucks", en Sandton, el barrio de mayor poder adquisitivo de la ciudad. La oferta se basó en brindarles una herramienta de marketing que consistía en pintarles los frentes de sus locales para que así pudiesen competir con otros negocios, que vendían comida de menor calidad pero que atraían más público. Cuando se le pidió a este grupo de mujeres que para dibujar sus puestos eligieran un motivo que las identificara, todas coincidieron en una respuesta: el origen. No querían identificarse con otra cosa que no fuese las tribus en las que habían nacido.
Siempre es más saludable saber desde dónde se viene para saber hacia dónde se quiere ir. Mario Ledesma y su staff trabajaron especialmente en ese punto a partir del primer día en el que pisaron la franquicia de Jaguares. Había que reconstruir la confianza de un grupo de jugadores golpeados por la seguidilla de derrotas y por un esquema de viajes y exigencias a los que no estaban acostumbrados. La cuestión mental, vital en este deporte y tan fuerte en la historia del rugby argentino, se había resquebrajado, y como consecuencia de ello el nivel de juego había descendido a niveles parecidos a los de aquel durísimo 2013, año de diversas transiciones políticas y deportivas. Esa historia, de a poco, está empezando a torcerse. La versión 2018 de Jaguares ha alternado más buenas que malas pero, sobre todo, recuperó las banderas de los Pumas. Las de siempre y, también, las que se levantaron con la llegada del entrenador Daniel Hourcade.
Las cuatro victorias en la gira por Oceanía y la importancia de haber logrado dos de ellas en suelo neozelandés colocaron a Jaguares en el mejor lugar desde que comenzó su aventura en el Súper Rugby, en 2016. Con un agregado esencial: el corazón tapó deficiencias técnicas en gran parte de los encuentros. Se recuperó el fuego sagrado y hay una excelente oportunidad de rubricarlo en los tres próximos partidos en Vélez, frente a las franquicias sudafricanas, rivales directas en la Conferencia.
Si bien el camino todavía es largo, ya se puede avizorar que la llegada de Ledesma y de Nicolás Fernández Miranda trajo lo que se necesitaba: aires de recambio y salirse del sistema. Y también en algunos aspectos volver a las fuentes. En esto último hay algunas mejoras (la defensa) y reiterados déficit (la obtención; el scrum aún no está en el nivel que se esperaba con Ledesma). El panorama es auspicioso no solamente para Jaguares, sino también para lo más importante: los Pumas. El viento de cola tiene que empezar a soplar en junio.
Por último, nunca hay que olvidarse del contexto. Un maestro del periodismo, el polaco Ryszard Kapuscinski, ha dado una clase en todos sus maravillosos libros. La escritora estadounidense Joyce Carol Oates ha escrito que "el contexto lo es todo". El contexto de Jaguares no refiere únicamente a su juego y a sus resultados. Lo cual no implica que el periodismo tenga que marcar esos detalles en cada partido; contexto no es igual a excusa. En esa línea, el contexto profesional del rugby argentino es bastante más amplio en políticas y tiempos. Y tiene que ver con el hacia dónde se va, aún con ciertas incógnitas.
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