El patriota
Pat Tillman, figura del Fútbol americano, abandonó todo para sumarse al ejército de los EE.UU.; ayer murió en un enfrentamiento en Afganistán
Pat Tillman tenía 27 años y dos temporadas atrás había renunciado a la gloria deportiva, al amor y al dinero para abrazar las armas y ubicarse en la primera línea de la lucha contra el terrorismo. Siete semanas después de regresar de su luna de miel en Hawaii, en mayo de 2002, había dejado a su esposa Marie y a sus compañeros de los Arizona Cardinals, el equipo de fútbol americano, y se enroló en el ejército de su país.
Ayer encontró el destino que tal vez buscó inconscientemente: Pat Tillman murió bajo el fuego enemigo en el sudeste de Afganistán, en medio de la guerra que las fuerzas del presidente George Bush llevan adelante contra la red terrorista Al-Qaeda y los Talibán. Tillman falleció mientras realizaba tareas en el 75° regimiento de los Rangers, un grupo especial del ejército norteamericano.
Dueño de un físico imponente y de una personalidad atractiva para sus seguidores, Tillman sorprendió a todos cuando decidió darle un giro dramático a su vida. Se había graduado con honores en Marketing en una carrera que sólo le insumió tres años y medio, y acababa de casarse, pero decidió abandonar un contrato de 3.600.000 de dólares con el equipo de la NFL para arriesgar la vida por su país a cambio de US$ 18.000 anuales. Su hermano Kevin, un ex beisbolista de las Ligas Menores, tomó la misma determinación; en 2003, ambos fueron distinguidos con el premio Arthur Ashe al Valor, otorgado a los individuos cuyas contribuciones trascienden el deporte.
Tillman, un hombre que intimidaba con su 1,80m y sus 95 kg, no dio ninguna entrevista periodística antes de partir a Irak, su primer destino como soldado, y los medios intentaron explicar el porqué de su drástica elección. No era la primera vez que el defensor daba muestras de una personalidad especial: en 2001 había rechazado una oferta de 9.000.000 de dólares de los Rams de Saint Louis, por entonces campeones del Super Bowl, por fidelidad a su primer equipo profesional, los Arizona Cardinals. En Arizona también era conocido por su costumbre de meditar en la punta de una torre de iluminación del estadio, a unos 70 metros de altura. "Los aviones le pasaban cerca, casi podía tocarlos. Pero no tenía miedo", recuerda su ex entrenador Phil Snow.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 lo afectaron mucho. "Sentía que tenía algo que pagar, algo que devolver. No tenía más ánimo para jugar en la defensa, cuando fuera de la cancha estaba su país enfrentando a un enemigo más fuerte e insidioso", explicaron sus amigos en los días en que se conoció su renuncia a sus privilegios de estrella del deporte.
El Pentágono no confirmó su muerte, pero la Casa Blanca emitió un mensaje de condolencia. "Fue una inspiración fuera y dentro del campo de fútbol. Su familia está en los pensamientos y las oraciones del presidente y de la señora Bush", dijo en Washington el vocero de la Casa Blanca, Taylor Gross.
Ese mensaje encabezó la gran cantidad de enunciados que exaltaron el patriotismo del ex futbolista. Políticos y gente que estuvo vinculada a Tillman en sus años de deportista lo recordaron y destacaron el valor de su comportamiento: "¿Dónde encontraremos gente cómo él? ¿Dónde encontrar gente lista para ponerse de pie por América?", se preguntó J. D. Hayworth, representante republicano por Arizona.
Otro senador del mismo partido, John McCain, explicó que Tillman "consideraba que su decisión no era más patriótica que la de otros hombres y mujeres. Gente menos afortunada y menos famosa que ama a su país lo suficiente como para presentarse como voluntario y defenderlo en tiempos de peligro".
Su ex entrenador en Arizona Cardinals, Michael McGinnins, le rindió un emotivo homenaje durante una conferencia de prensa en Phoenix: "Pat conocía su camino en la vida. Dejó con orgullo una carrera para responder a una misión más grande, la de proteger y defender nuestro país".
Tillman dejó el deporte para ir a la guerra y no escapó de un destino trágico en un ámbito que no suele hacer distinciones entre sus víctimas.
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