Es de Rosario y con un balde y un secador de pelo descubrió un negocio exitoso: “No te puede limitar el contexto”

A sus 16 años, Tomás Machuca jugaba en el club Tiro Suizo de Rosario. Con el sueño de ser futbolista profesional, su familia le compró unas canilleras. Producto de la fricción del deporte, una patada de un rival se las quebró a la mitad. A partir de ese momento, sin siquiera pensarlo, él detectó una oportunidad.

Al llegar a su casa, entendió que sin las canilleras no podría jugar, pero, a su vez, tampoco podría decirle eso a su mamá, quien había hecho un esfuerzo económico para comprárselas. En ese momento, el ingenio afloró y en diálogo con LA NACION explicó de qué manera salió adelante: “Como no teníamos para comprar otras, agarré un balde que tenía en mi casa, utilicé una sierra para cortar y lo moldeé con un secador de pelo para que tome la forma de la pierna”. A esa creación le agregó una imagen de su familia que la imprimió en un cyber y así el producto quedó finalizado.

La repercusión al llegar al entrenamiento fue inmediata. Todos sus compañeros le preguntaron a quién se las compró. Una semilla se plantó y Tomás entendió que era el momento de emprender a su corta edad. “Había hecho algo útil de reciclar un producto, sin saber que estaba reciclando”, aclaró.

Lo que siguió fue buscar un socio. “Amigo, ¿querés armar una empresa?”, recuerda Machuca el diálogo que tuvo al tocarle el timbre a un compañero suyo, el cual “tenía habilidades con la carpintería”. Con el visto bueno, comenzó el operativo para juntar baldes y otros elementos que sirvan para repetir la fórmula inicial. “Íbamos a las obras en construcción a manguear baldes y tubos de PVC, nos dimos cuenta de que estábamos en un proceso productivo donde reciclábamos lo que la gente consideraba como basura”, rememora.

Al día de hoy, aquellos jóvenes entusiastas debieron transformar su producción para que sea redituable. Además, el propio Tomas se encarga de dar charlas por Buenos Aires y otros destinos para concientizar sobre la sustentabilidad. “Aún seguimos formándonos, leemos bastante, sabemos que nos falta un montón, pero aprendimos sobre sistemas, procesos, básicamente para que un producto cada vez mejor llegue a las manos de quien lo pagó”, explicó el creador de Fenikks, la marca bajo la cual las comercializan, y que actualmente desarrolla 10.000 canilleras por mes mediante un proceso industrial, basado en los principios del reciclaje.

Con el fútbol como bandera, la empresa creció con fuerza y creó puntos de recolección en los barrios de Rosario. “Se creó esa estrategia para juntar tapitas y botellas principalmente. Ese material después se transforma en canilleras que se venden en los clubes y por cada unidad que se venda, se entrega otra para jugadores de las inferiores. Al día de hoy trabajamos en conjunto en clubes como San Lorenzo, Argentinos Juniors, Talleres, Belgrano, Defensa y Justicia, Unión y Newell’s”, completa sobre la rutina.

Una charla frente a nueve mil personas y la estigmatización a su lugar de origen

Al indicar cuánto tiempo pasó desde su comienzo con una sierra y un secador de pelo hasta la fecha, Tomás se sorprende. Enfrente suyo, 9000 chicos de escuelas de la Provincia de Buenos Aires lo observan. La cita fue en el Luna Park donde lo convocaron para contar su historia de vida, que derivó en una transformación no solo para él, sino para el medio ambiente.

“Fue una locura; está bueno llegar con un mensaje como el nuestro que sin saber absolutamente nada, hoy tenemos la posibilidad de encontrar un propósito, sin habernos quedado en los estudios convencionales”, sintetiza Tomás, quien focalizó en la educación de los colegios y en la posibilidad de poder ampliar aún más el sistema con materias que incentiven a la creación.

Nacido en Rosario, el creador de Fenikks sostiene que viene de un “barrio complicado”, pero que no es un impedimento para el crecimiento: “Conocí personas en el colegio que terminaron presos o muertos. Por ahí te puede limitar el contexto, pero uno tiene que animarse a romper eso y buscar otros caminos, historias, maneras de relacionarte”.

Al cierre de la nota, Tomás entiende de la problemática social, comparte que se visibilicen las situaciones de inseguridad, pero no la estigmatización, ni la generalización. “Trato de cambiarle la cara a las noticias de mi barrio, hay un montón de gente que sabe y realiza cosas muy motivadoras para uno”, culminó, con el deseo de trascender y expandir dentro del deporte una materia pendiente como es la sustentabilidad.

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