Festejó Huracán ante un Rojo que no levanta cabeza
En los dos minutos finales ganó por 2 a 0, llegó a la punta y desnudó las repetidas limitaciones de Independiente
Cambian algunos materiales, pero la reconstrucción futbolística de Independiente no toma forma. No aparecen las columnas que sustenten al nuevo equipo y el mazazo de una derrota en el final convierte en escombros a una estructura que se adivina precaria e indefinida. Independiente-conjunto invita al observador a ingresar por el único ambiente que por ahora tiene disponible: un desván en el que reinan el desorden y la desprolijidad. En el que se vuelven a encontrar viejas pertenencias que alguna vez fueron valiosas -como Rambert y Garnero, en los títulos de 1994-, pero a las que ahora cuesta sacarles brillo y encontrarles utilidad.
Sin lujos ni ostentaciones, Huracán sí puede darse el gusto de tener la casa en orden. Los mismos que la levantaron en la B Nacional son los que en este momento la decoran con la punta del Apertura. En este fútbol doméstico en el que el cuarto para jugar y divertirse parece clausurado, la continuidad y el rodaje que acumula una formación alcanza para estar por encima de algunos rivales. Y esa fue la diferencia entre un equipo y otro: Huracán tiene una base y un proyecto de juego que suma varias horas de cancha; Independiente es lo contrario; es un experimento nuevo, con un recambio que está lejos de darle un estilo y la química ofensiva que explote en el arco rival. Que su desorientación es más fuerte que sus pergaminos queda demostrado en que en estas tres fechas fracasó ante adversarios ascendidos (Almagro y Huracán) o que salvaron la categoría en la promoción (Belgrano).
Independiente volvió a hacer crisis en la generación de juego; el regreso de Cambiasso recreó la distinción en algunos de sus movimientos, pero sintió la inactividad oficial de más de un mes y el desconocimiento de sus nuevos compañeros en el medio campo; el debut del chileno Rozental tuvo un primer tiempo con movilidad y ciertas insinuaciones, pero se fundió en la segunda etapa. Es otro que últimamente jugó muy poco y la función de carrilero no favoreció a su físico pesado ni a sus escasas energías. Lo sustituyó Garnero... que hacía tres meses y medio que no actuaba.
Dentro de la precariedad, el Rojo rindió aceptablemente en la primera etapa. Galván (pegó un tiro en un poste) complicaba con la gambeta y el resto intentaba acompañar. Huracán se sostenía en la firmeza de Morquio (lo deglutió a Forlán) y en un esquema que intentaba ser prolijo con la pelota, pero Casas no se iluminaba.
El Rojo ofreció su peor versión en la segunda etapa: se retrasó y tuvo cada vez menos la pelota. Domizi, en un puesto de doble pivote que no beneficia, se fue expulsado. Huracán dudaba en ser o no más ambición, hasta que Graieb le ganó la espalda a Milito y puso el 1 a 0. Un contraataque de cuatro contra uno le permitió marcar a Soto el 2 a 0. Huracán vivía su gran final, mientras Independiente sigue sin saber por dónde empezar.
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