Alto Palermo
Boca volvió al triunfo en Bahía Blanca gracias a tres apariciones del N° 9, que aportó un gol y dos asistencias para ganarle 3-1 a Olimpo
BAHIA BLANCA (Especial).- Esta vez no se recurrirá al término de película para darle paso a un nuevo capítulo en la historia de Martín Palermo. Un goleador que intenta defender su presente a fuerza de voluntad, esfuerzo, pero también de conquistas. Es que hoy mira para al lado y ve que Lucas Viatri es el Palermo de 1998, el que empezaba a simbolizar los récords que hoy disfruta. Una vez más Boca revivió gracias a sus titánicas apariciones. Una vez más aportó su esfuerzo y su olfato para aparecer en los momentos justos y colaborar en las anotaciones xeneizes en esta ciudad. Palermo levantó los brazos y se fue, reemplazado, pero antes dejó dos asistencias y un gol para la victoria de Boca por 3 a 1. Justo cuando los dirigidos por Claudio Borghi venían de un golpe importante en la Bombonera ante San Lorenzo, justo cuando nuevamente se hablaba de las dudas del entrenador, de las dudas del sistema, de las dudas de los intérpretes...
Una aclaración: no es que Boca se haya encargado de responder a todos los interrogantes futbolísticos, esos que arrastra desde la primera fecha con Godoy Cruz, en Mendoza, pero por lo pronto ganó. Consiguió oxígeno y volvió a la carrera, lo que no significa que sea protagonista o que a partir de ahora se esperará ver otro equipo en el Apertura. Con los dos N° 9 (Palermo y Viatri) Boca se acomodó bien a un campo de juego chico aunque no se libró de todos los errores.
En el corto plazo, el triunfo le sirvió más a Palermo que a Boca. Al goleador que está a seis tantos de los 300 festejos, que saca las cuentas de los 294 anotados en toda su carrera; a los 224 con la camiseta azul y oro, a los 36 de Estudiantes, entre otras celebraciones europeas (las menos) y el seleccionado.
Palermo ayer volvió a sentirse importante porque participó de las tres conquistas de Boca. En la primera porque le bajó -de espaldas al arco- la pelota para que Viatri remate desde fuera del área; la segunda, porque tras recibir un centro de Méndez venció a Tombolini con un derechazo al primer palo, y en la tercera porque asistió con un centro a Insaurralde para que con un cabezazo el defensor ponga el 3-1 final.
Palermo sabe que Viatri no le da respiro. Su pareja de ataque ya acumula cuatro festejos en las primeras seis fechas, un promedio importante. Viatri, el N° 9 que por naturaleza se adueñará del protagonismo de Martín, ya suma en su posición de privilegio por sus anotaciones ante Godoy Cruz (en Mendoza), Racing y Vélez (en la Bombonera) y anoche, en esta ciudad. No fue casualidad que en el único encuentro que él no jugó Boca no marcó, en la derrota ante All Boys 2 a 0 en la cancha de Huracán. Esa tarde, por molestias físicas, no pudo ser de la partida y quien formó pareja de ataque con Palermo fue Pablo Mouche, un delantero con otras características, con más desborde que definición.
En donde ni Palermo ni Viatri pueden hacer nada es en los goles que recibe Boca... más allá del tiempo de adaptación lógico que necesita la línea de tres en el esquema 3-4-1-2 de Claudio Borghi. Al contrario, ellos colaboran para defender los centros que caen en los córneres o en los tiros libres, pero al conjunto xeneize le cuesta hacer pie en el fondo y otra vez no puede irse con la valla invicta. Otra vez sufrió en defensa. Olimpo apenas le llegó una o dos veces con peligro, pero le fue suficiente para convertir, esta vez con un centro de Galván al primer palo que desvió oportunamente Cobo. En la acción, hubo una tardía respuesta de Lucchetti y para Boca fue volver a empezar: la diferencia y la alegría por el gol de Viatri apenas le duraron tres minutos.
Se perdió un gol Caruzzo luego de un centro de Battaglia y parecía que los fantasmas volvían sobre Boca, un equipo al que también le cuesta generar juego y situaciones claras más allá de las buenas intenciones de sus intérpretes, ayer con la novedad de los juveniles Marín y Gaona Lugo por las lesiones de Cellay y Clemente Rodríguez. Pero Boca ganó y respiró gracias a Palermo, Viatri y sus goles. Se fue contento aunque no despejó sus preocupaciones.
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