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Talento for export: las futbolistas argentinas abren las puertas de Europa
"Vas a ver que vamos a exportar sólo mujeres. No hay chances de que no haya talento ahora que lo buscan". Un entrenador de la selección masculina miraba los entrenamientos de las jugadoras en Ezeiza cuando lanzó el presagio, tres años atrás. La reciente partida de Dalila Ippólito a la Juventus de Italia fue una de las más resonantes en una tendencia que crece: Argentina, efectivamente, parece convertirse en un país productor de futbolistas que nutre a otros mundos.
Llegó el turno de ellas. Ippólito, de 18 años, es una de las argentinas que estuvo en el Mundial de Francia 2019 y emigró. No fue la única. Las arqueras también dejaron Argentina: Gabriela Garton se fue al Essendon Royals de Australia, Solana Pereyra pasó de UAI Urquiza al Tacuense (España), Vanina Correa, de San Lorenzo al Espanyol de Barcelona. Además, Milagros Menéndez dejó Racing para ir al Granada (España), Adriana Sachs, la UAI para sumarse al UD Collerense (España) y Mariana Larroquette, goleadora de las tres últimas ediciones del torneo local, se fue al Lyn noruego.
La lista sigue. El mundo de los traspasos es, hoy, un terreno que empieza a lotearse. La comparación explica el crecimiento de la disciplina: la newsletter de Cenital del periodista Ezequiel Scher reflejó por estos días que desde 2018, con la llegada de Lautaro Martínez a Inter, el país no exportaba hacia un gigante de Europa.
El manual de funcionamiento explica en su primera línea que los pases no se pagan. En la actualidad los clubes de los que ellas parten no cobran un peso. Las futbolistas –la mayoría ya con representantes– esperan el final del contrato y emigran con el pase en su poder.
Algunos clubes ya están en alerta porque observan una futura veta económica en las transferencias. Son las mismas entidades que todavía hoy casi no invierten en el desarrollo: la mayoría de las futbolistas son amateurs, a excepción de las que lograron firmar su contrato después del salto a la semiprofesionalización. En rigor, sólo Boca les paga un contrato a cada integrante del plantel. El resto nada en el amateurismo: en algunos casos algunas futbolistas perciben un viático mínimo.
El ejemplo más claro de la desigualdad en las condiciones está, por caso, en el uso de los estadios principales: Menéndez se va de Racing después de haber jugado apenas un partido en el Cilindro. El único que el fútbol femenino del club tuvo allí. River, por caso, nunca utilizó el Monumental para ellas. Boca jugó en la Bombonera solo dos veces. Y así.
En Europa hay excepciones, aunque los pases tampoco se abonan. La FIFA todavía no reguló el derecho de formación con el que en Argentina algunos clubes ya se ilusionan. En efecto, las entidades están modificando hábitos: algunas futbolistas firmaron contratos por dos años –lo común era por una temporada– con la idea de ver qué sucede si algún club las pretende en el medio. Incluso en contados casos pusieron su firma con cláusula para rescindir. La especulación de los dirigentes es que si una institución las quiere, se abra un canal de negociación.
Lo que ellas dicen, lo que ellas piensan
"Las jugadoras se van, nos vamos, por la necesidad de seguir creciendo –dice Belén Potassa, que después de jugar en el Albacete está en el Córdoba, ambos de la Segunda división española–. En Argentina todavía estamos muy lejos de la organización de Europa y de cómo tratan a las jugadoras". La delantera, campeona con Boca y la UAI, cuenta que conviene pasar de la Primera argentina a la Segunda de España: "Cobrás más y estás mejor. No sé si llegás a vivir bien, pero al menos estás cómoda, descansás y te alimentás de la mejor manera", compara, en una charla teléfonica con LA NACION. Cuando estaba en UAI y ya había conseguido el pase al Mundial de Francia con la selección, aquí todavía trabajaba de empleada administrativa en la Universidad Abierta Interamericana, la empresa que gestiona su club.
En Argentina todavía estamos muy lejos de la organización de Europa y de cómo tratan a las jugadoras
Una jugadora de un equipo grande que prefiere no revelar su identidad reflexiona que hay una idea que llega al femenino alimentada desde el fútbol de varones: que el crecimiento viene de la mano de irse afuera y no de quedarse.
Otra de las ideas que circulan es que jugar en el exterior otorga más chances de integrar la selección. El roce y el entrenamiento serio son otros puntos que las alientan a emigrar. Económicamente, lo saben, no modificarán su rutina. Ippólito, por ejemplo, usará la 5 de la Juventus y vivirá en un departamento que el club le da en Turín para que comparta con una compañera. Su contrato es por tres años.
La mayoría de las futbolistas extranjeras cobran en Europa un salario que oscila entre los mil y los 3000 euros mensuales, en general más cerca de la primera cifra. Ahora bien, si una futbolista con un contrato profesional base en el fútbol local cobra en mano poco menos de 17 mil pesos, ¿cuál es el negocio de los representantes? La posibilidad de una transferencia a Europa, por la que les pedirán el diez por ciento del salario mensual a las jugadoras, es su carnada.
Por eso es cada vez más común ver agentes en los entrenamientos, como ocurrió en los pasillos del hotel donde se alojó la selección durante el Mundial de Francia, un año atrás. Hasta ahora los vínculos son entre representantes y clubes europeos: ellos arman videos y las ofrecen. Entre entidades todavía no hay llamados ni acuerdos.
Son muchas las futbolistas que observan un punto a favor en el hecho de tener manager: es más sencillo para ellas a la hora de negociar con los clubes. Les evita discusiones y dolores de cabeza. En definitiva: pueden dedicarse a jugar y listo.
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Los representantes que se acercan
Chavi Pascual tiene 39 años y gestiona el futuro de Dalila Ippólito. Es español, fue arquero en distintas categorías del fútbol de su país y también en Sacachispas, Excursionistas y Deportivo Español. Empezó a representar a mujeres desde que un familiar de la jugadora de Villa Lugano que lo conocía le pidió que se ocupara. Creó una empresa: Soccer Dreams Group.
Dice que en Europa buscan a las argentinas por la creatividad. "Les gusta que no les pesa jugar en cualquier lado, como demostraron en el Mundial. Se atreven, les gusta el descaro. Dali juega de 10, tiene esa idiosincrasia de gambetear y asistir. Las argentinas tienen ese coraje y esas ganas de ganar. Y eso por ahi falta en Europa, el hambre. En los técnico, táctico y físico allá están más desarrolladas, pero la sangre argentina hace diferencia", opina.
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En su caso, busca dos condiciones para representar: que sean jóvenes y que tengan ganas de esforzarse para profesionalizarse. Pascual está a cargo de Solana Pereyra, Ludmila Martinez (20 años, juega en Platense), Magalí Natta, Lourdes González (ambas en Platense y en la Sub 17), Agustina Arias (de Social Lux, también en la Sub 17), Justina Morcillo, Stephanie Melgarejo y Martina Del Trecco (las tres en River y la Sub 20), Nicole Simonetti (Boca y la Sub 20), Rocío Correa (San Lorenzo y Sub 20), Zoe Martínez (categoría 2004, en Platense), Joaquina Rodriguez (Platense) y Lis Cacciola (Rosario Central). Además, tiene jugadoras de Uruguay, Panamá y Chile. Y futbolistas varones.
En el ambiente, su nombre es catalogado como "de peso". Hay rumores que indican que tiene influencia en la selección. Pascual responde que no lo siente así. "No tengo trato con Carlos (Borrello). Lo saludo cuando lo veo porque lo respeto. No me meto en el lugar de nadie, trato de acompañar a las chicas lo mejor posible. Ahora, si doy una opinión y alguien de los clubes me cree o considera que es correcta, me halaga que puedan pensar que tengo razón. Soy una persona normal, un exjugador, que trato de aplicar lo que me tocó vivir en mi carrera para el bien de las y los futbolistas", argumenta.
Las que hoy están jugando en el exterior lo hacen a pesar de cómo está estructurado el proyecto de fútbol femenino semiprofesional y no gracias a él
En este nuevo mundo da sus primeros pasos Lucía Ravazzoli, licenciada en Comunicación, feminista y representante de Luciana Bacci, defensora de Racing. Es manager de bandas (trabaja en la productora Otro Planeta, donde están Natalia Oreiro, Marilina Bertoldi, Kumbia Queers, entre otros), pero con un pasado en el fútbol: jugó en Estudiantes de La Plata tres años y en otros equipos amateurs. Conoció a Macarena Sánchez en el rodaje de un video clip de Miss Bolivia y desde entonces volvió al mundo AFA, ahora desde otro lado.
También, con una propuesta diferente. "Creo que la idea de generar un fútbol feminista conlleva pensar un cambio integral de la estructura deportiva patriarcal", dice.
Para Ravazzoli no es casualidad que la migración más masiva ocurra después de la actuación de la selección en el Mundial y en los Panamericanos. Ni que haya sido luego del primer torneo local que contó con partidos televisados. "No es que antes no había jugadoras ‘buenas’, es que no se les daba espacio en los medios y en las instituciones –diferencia–. Las que hoy están jugando en el exterior lo hacen a pesar de cómo está estructurado el proyecto de fútbol femenino semiprofesional y no gracias a él".
En este sentido, remarca que el fútbol femenino no es incipiente en Argentina, pero que recién ahora está empezando a ser tomado seriamente. "La oportunidad que tenemos de generar en conjunto su crecimiento y desarrollo es invaluable", opina.
Jugar para hacer historia
En 2017, Amancay Urbani tenía 26 años. Estudiaba kinesiología en la Universidad de Córdoba, venía de participar en los Juegos Olímpicos Universitarios y jugaba en Belgrano. Sintió ganas de probar suerte en Europa. Se armó un currículum, editó un video con sus jugadas, lo subió a Youtube e hizo circular el link. Una persona en España le dijo que le iba a conseguir un club: desde entonces juega en el Alavés. Marco Antonio Díaz, el representante que cumplió su promesa, hoy trabaja también con las argentinas Mariela Coronel (Villarreal), Aldana Cometti (Levante) y Karen Spiazzi (Getafe).
Vale la aclaración: en el país, es la selección la que recorre el país para captar jugadoras. A la inversa del fútbol masculino, donde cada club genera sus búsquedas de talento, entre las mujeres las entidades todavía no bucearon esa posibilidad.
Ver esta publicación en InstagramQue lindo volver a tocar la redonda ??[R] @levanteudfemenino
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La socióloga y doctora en Ciencias Sociales Julia Hang, que investiga sobre género y deporte, opina que el fútbol sudamericano se convirtió en una "gran fábrica de producir cuerpos para el mercado europeo". Según su mirada, el desafío para el fútbol femenino es cómo hacer para que esa producción esté mediada "por una lógica que no sea tan violenta como lo es con los varones".
"El crecimiento del futbol femenino va de la mano de su mercantilización. Sin embargo, veo una gran conciencia de las argentinas vinculada al feminismo. Saben que son parte de un proceso de conquista de derechos, saben que hay una historia que las excluyó y que ellas mismas están haciendo historia. Pueden jugar e irse a vivir del fútbol porque hubo y hay un montón de mujeres luchando para conquistar ese derecho", analiza Hang.
Y señala que el desafío de los clubes es la formación integral de esas jugadoras: como futbolistas y como personas. "Debería haber equipos interdisciplinarios en los clubes que trabajen con perspectiva de género y de derechos humanos. Ya vimos el impacto negativo en los varones: qué pasa con los que no alcanzan su ideal de llegar a Primera o qué sucede cuando se retiran del fútbol. Es importante que ellas tengan esas herramientas para no repetir lo mismo".
Algunos clubes parecen estar en sintonía: Racing establece convenios para que sus jugadoras estudien y Rosario Central obliga a sus futbolistas de Primera a terminar o tener el estudio que deseen.
"Con el fútbol quiero mejorar la vida de mi familia", dijo Ippólito cuando llegó a Italia. Está segura de que es un sueño posible.
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