Bennett: “Por ser negro me dicen de todo”
¿Sos un jugador malintencionado?
–Para nada. Sólo soy un futbolista que pelea cada pelota hasta el final.
Eduardo Bennett responde con naturalidad. Se acomoda en el sillón y espera la próxima pregunta. El sabe que su nombre está relacionado con la mala intención para jugar y que el ambiente futbolístico ya lo definió así.
De nada sirve su condición de Atleta de Cristo para abolir tamaño bautismo. Dentro del fútbol ya está condenado y Claudio Ubeda, el último de los rivales que sufrió su fortaleza física, le señaló esa ferviente devoción religiosa para insultarlo tras recibir un codazo en el partido que Argentinos le ganó a Racing en la sexta fecha del Clausura. “Andá a rezar ahora...”, le gritó reiteradamente el defensor a Bennett, mientras éste se iba expulsado sin mirar al defensor de Racing.
Cristian Acevedo, Roberto Ayala, Nolberto Solano y Claudio Ubeda forman parte de la lista de futbolistas lesionados por chocar con este moreno hondureño, de 32 años, que ya suma ocho temporadas en nuestro país e impresiona por su contextura física.
“El jugador que está frente a mí es igual que yo. El es un ser humano con todos sus derechos y con todas sus facultades. Yo tengo paz y tranquilidad con respecto a lo que hago dentro de la cancha. Lo que pasó con este chico Ubeda fue una jugada normal. Yo no tengo nada contra él ni me interesa. No me siento avergonzado, porque no hice nada.
–¿Mantenés algún cargo de conciencia por las lesiones que sufrieron algunos jugadores tras chocar contigo?
–No. Dios es el único que condena. Los demás pueden tirar todos los dardos que quieran o decir lo que les parezca. Yo estoy tranquilo, en paz.
–Después de haber visto la acción por televisión, ¿seguís pensando que no le pegaste a Ubeda?
–Y... cada uno para la cámara donde le conviene, donde pueda nacer una polémica.
–¿Decís que te persiguen?
–Noooooo, no, no, no, no. No estoy pensando que la tele me apunta a mí. Sólo digo que cada uno para la cosa donde le conviene.
–¿Te molestó que Ubeda se meta con tu vida religiosa?
–No, porque Dios es el que juzga y él es el que decide el precio que debe pagar la persona que se mete con él. Yo soy un instrumento que él utiliza y todo se hace acorde con su voluntad. Me fastidia lo que hizo Ubeda, pero lo respeto. Yo no puedo discutir con Ubeda para defender a Dios, pues él tiene poder para hacerlo.
–¿A quién crees que juzgará Dios, a vos o a Ubeda?
–El tendrá en cuenta la honestidad del corazón. Entonces, juzgará.
–¿Creés que tu fama de mal intencionado nació hace seis años, con aquel choque con Cristian Acevedo, de Vélez (se fracturó la tibia y el peroné)?
–No tuve ninguna intención en lesionarlo. Yo no le apunté jamás a nadie. No tengo cargo de conciencia. Si yo dijera que le apunté a ese jugador y lo rompí, se me caería la cara de vergüenza por darte la nota.
–Está bien, pero hasta Maradona te acusó de...
–Noooo. Pará. Lo de Diego..., lo de Diego... no tiene nada que ver. No tengo que hablar por lo que Diego dijo. Yo tengo que hablar con el involucrado, que fue Nolberto Solano. El se quejó porque lo pisé y en realidad no había pasado nada. El director de la tele paró la imagen donde quiso.
–Pero entonces vos nunca hacés nada; te apuntan porque tenés el alma limpia.
–No, no, no. Eso queda a tu criterio. Yo trabo la pelota sin tener en cuenta si el rival es rubio, morocho, alemán o sueco.
–¿Tenés miedo de lo que pueda suceder de acá en más?
–No, porque no tengo nada que esconder.
–Pero te van a marcar de manera diferente, tal vez más violenta.
–No me importa. No tengo nada que temer ni nada que esconder y voy a jugar siempre de la misma manera. Jamás me voy a intimidar porque alguien vaya y meta. Voy a pelear, voy a luchar, voy a trabajar.
–¿Cómo te tratan en la cancha?
–¡Qué querés que te diga!... La única que sabe mis q... es mi esposa, Gladys. Yo llego a casa con golpes y marcas, pero me pongo hielo, me sacudo y ya está. No me quejo.
–¿Te pegan más de lo que se ve?
–No me quejo.
–¿No te quejás porque vos también repartís?
–Yo voy a trabar la pelota.
–Y más allá de los golpes, ¿te hablan mucho?
–Síííííí. Tu te vas a reír, pero hay referís que cuando voy a trabar me gritan: “¡Cuidado!, ¡Cuidado!”. Eso se llama condicionar, no se llama libertad de juego. Yo los miro y les pregunto: “¿Qué quiere, que no trabe?”.
–Y por ser negro, ¿cómo te tratan?
–Me dicen de todo..., de todo. Pero lo tomo bien, porque sólo intentan desmoralizarme. Es parte del show.
–¿Cómo lo tomás?
–No pasa nada. No me molesta que me digan “negro de m...”, pues quien lo dice no es el primero que me insulta porque soy negro. Si quiero, le puedo hacer una demanda.
–¿Alguna vez lo pensaste?
–Vaya que se me cruzó por la cabeza. Es más, un amigo, que es abogado, me dijo: “¿Querés hacer plata? Hagámosle un juicio a éste y a éste.” Yo lo miré y le dije: “No. Dejalo ahí”.
–¿Qué fue lo peor que te pasó?
–En la cancha de Newell’s. Se me acercó un chico y chúuu, Me tiró un postre horrible. Atrás, apareció otro chico y chúuu, otro postre. Yo los miré y les dije: “No imiten las estupideces de los grandes, porque ellos no tienen el privilegio de ser lo que ustedes pueden llegar a ser algún día”.
–¿Qué te parece la campaña antidiscriminación que hace la AFA?
–Espectacular. Me pone contento, pero que no sirva sólo para el fútbol. Acá, cuando se dice color no sólo se hace referencia a los negros; se involucra a los paraguayos, bolivianos, peruanos y norteamericanos. A todos.
Condenado por malintencionado
“No soy un jugador mala leche; yo sólo trabo y lucho por la pelota, porque sé que el jugador que está enfrente mío tiene los mismos derechos que yo”, dijo Eduardo Bennett, delantero hondureño de Argentinos Juniors, que ya suma ocho temporadas en nuestro país
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