Boca-River. Wilmar Barrios, el caudillo silencioso que está hecho a la medida del xeneize
Entre las previsiones sobre qué deparará el superclásico en el que Boca y River definirán al campeón de la Supercopa Argentina, hay una que no escapa a ninguna de las proyecciones: la de un partido que transcurrirá con un encendido vigor. Y en el equipo de Guillermo y Gustavo Barros Schelotto el emblema de la fibra es Wilmar Barrios. El colombiano se convirtió con sus actuaciones en uno de los imprescindibles de los xeneizes. Es el patrón del esquema defensivo, el hombre en el que se referencian los zagueros centrales y quien cubre las espaldas de los laterales.
"Trato de aportarle al equipo y ayudar a mis compañeros para potenciar sus cualidades desde mi función", explica con sencillez. Eso que le brinda al líder del fútbol argentino es, principalmente, una rápida lectura de juego asociada a una gran capacidad de desplazamiento para recuperar y tapar espacios. Su rol es determinante y mañana, en Mendoza, otra vez Boca necesitará de su despliegue y jerarquía.
A los 33 minutos del partido ante Tigre, en la Bombonera, el público lo ovacionó con un estruendoso reconocimiento. Si ya había dado motivos para ganarse esos aplausos, más tarde sumó los méritos suficientes para ser la figura indiscutida de la cancha (la nacion lo calificó con un 8) al construir la jugada del gol del triunfo agónico: recuperó la pelota entre dos adversarios y con un preciso pase habilitó a Wanchope Ábila; el delantero cruzó la pelota para la definición de Leonardo Jara y provocó el estallido.
Porque lo suyo es el quite y la entrega rápida, pero también la presión y el lanzamiento ofensivo. Por eso está en el podio de los preferidos por los hinchas y es un pilar para los Mellizos. "Es importante para el equipo el equilibrio y la recuperación que nos da Wilmar", resaltó Guillermo, después de la victoria del sábado por la noche.
Desde que se calzó la camiseta demostró que estaba hecho a la medida de Boca. La tarde del 29 de octubre de 2016 restaban por jugarse poco menos de 20 minutos de un partido sentenciado. Al 4-0 ante Temperley solo le esperaba la certificación del nuevo triunfo. Ese contexto absolutamente favorable era ideal para un debut; entonces, los Barros Schelotto mandaron a la cancha al colombiano que un par de meses antes había llegado desde Deportes Tolima. Barrios ingresó por Pablo Pérez para tener su estreno y enseguida mostró su personalidad y sus cualidades: pedía la pelota, distribuía el juego y anticipaba a los rivales. Hasta que una pelota suelta, dividida, la impactó con fuerza para hacerla rebotar en un futbolista celeste: esa acción le arrancó un estruendo a la Bombonera, toda una señal de lo vendría.
Desde entonces hasta hoy, Barrios se transformó en un jugador esencial. Desde el medio campo es el hombre clave de la defensa xeneize. Reaseguro de sus compañeros en la línea media y general de los zagueros, los relevos y anticipos parecen multiplicarlo dentro del campo de juego y marcar el pulso del equipo para proteger el arco propio. La buena conducta es otro de sus méritos: en 42 partidos nunca fue expulsado (y solo recibió 11 amonestaciones).
Cuando se sumó a Boca debió esperar para entrar en la consideración de los Mellizos. Para los entrenadores estaba detrás de Fernando Gago y de Rodrigo Bentancur. Las lesiones del capitán y la participación del juvenil uruguayo en el Mundial Sub 20 de Corea del Sur y la posterior venta a Juventus, hicieron posible la titularidad. Solidificó su presencia hasta convertirla en imprescindible. Boca juega mejor con Barrios que sin él. "Wilmar tiene características que tanto para los centrales como para el equipo aportan mucho en lo defensivo", agrega el DT.
Un viernes de finales de agosto de 2016, Boca hacía la presentación oficial de sus refuerzos: Ricardo Centurión, Santiago Vergini, Nazareno Solís, Sebastián Pérez, Axel Werner y Barrios. De aquellos seis jugadores que posaron en la Bombonera tres ya dejaron la institución y dos están relegados a un lugar secundario en el plantel. Barrios, en cambio, se erigió en una pieza insustituible.
Cuando los laterales se proyectan, el cartagenero, de 24 años, está para cubrirlos; si los zagueros quedan abiertos, aparece entre ambos como un escudo; el mediocampista que queda desairado, cuenta siempre con su auxilio. Tiene los conceptos para destacarse: presiona sobre los rivales y es un recuperador incansable. Wilmar Barrios está hecho a la medida de Boca.
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