Chirola, desconsolado por las fotos perdidas
BASILEA.- Antonio, alias “Chirola”, no tenía consuelo. Rodeado por tres de sus cuatro hijos, Chirola era la imagen de la desdicha. En la vereda del hotel Hilton, donde se aloja el seleccionado argentino, repetía como una letanía: “No puede ser no puede ser Cómo pudo pasar “. Con las manos temblorosas, ponía y sacaba la tarjeta de su cámara digital, que por algún insondable misterio no guardaba las decenas de fotos que había tomado unos minutos antes con los jugadores del seleccionado. “¿Vos no habrás tocado algo, no?”, fue la pregunta para su hija mayor, Desiré (14 años), que compartía la aflicción.
Chirola, oriundo de Berazategui, había aprovechado el feriado para recorrer en su camioneta los 250 kilómetros que separan esta ciudad de Mannhein (Alemania), donde se gana la vida como constructor. Para él, el fútbol y el seleccionado argentino justifican cualquier esfuerzo. Fue uno de los tantos que hicieron varias horas de guardia en la entrada de la concentración argentina en Herzogenaurach, en el último Mundial.
Vestido con una campera que tenía los colores argentinos y el N° 10 estampado en un brazo, Chirola invierte tiempo y dinero para seguir apegado al fútbol argentino. Cuenta que viajó hasta Londres para ver el debut del ciclo Basile ante Brasil, en septiembre último. Y compara esa experiencia con otra que le tocó vivir recientemente en Buenos Aires: "En el nuevo estadio de Arsenal estaba en la primera fila, tenía una visión espectacular. Hace poco volví a la Argentina y lo invité a mi hermano para ir a Boca-Toluca, en Vélez. Pagué 150 pesos cada platea y resulta que delante tenía parados delante a tres policías que no me dejaban ver, mientras ellos sólo se ocupaban de ver el partido. Esas cosas acá no pasan".
Chirola no es uno de esos emigrantes que se sienten evangelizados por la cultura europea. Añora volver a su tierra. "Mi hija se está poniendo grande y no quiero que se case acá. Tres de mis hijos nacieron en Alemania, pero todos tienen pasaportes argentinos. Hace poco, la más grande estuvo dos meses en Buenos Aires y no quería volver. Cuando llegó acá tenía los ojos rojos, hinchados. Le pregunté a la azafata y me dijo:
Saca cuentas para asegurarse un estándar de vida similar al que tiene en Alemania: "Puedo construir un par de dúplex por año. ¿Con 50.000 pesos al año alcanza para que una familia como la mía viva bien en Buenos Aires, no?". Chirola no alcanzó a oír la respuesta. Volvió a manipular nerviosamente su cámara. Acababa de sufrir una pérdida que no tenía precio.
CLAUDIO MAURI
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