Gustavo Alfaro ahora no se baja de Boca: lo que dijo después de la derrota con Lanús
El Boca de Gustavo Alfaro retomó la acción tras la eliminación copera frente a River en semifinales y la frase del propio entrenador que tanto revuelo causó adentro y afuera del club tras la nueva frustración superclásica: "Quiero terminar estos partidos de la mejor manera y después irme a mi casa a recuperar mi vida". Este jueves, en el Sur, vivió el transcurso del partido que terminó en una derrota por 2-1 ante Lanús como si fuese el amanecer de un nuevo ciclo. Y aquello era algo a seguir: qué tan fortalecido y metido estaba tras lo golpeado que se mostró.
Se sentó en la segunda butaca del banco de suplentes y, enseguida, apareció un periodista para interrogarlo, entre otras cuestiones, sobre su declaración: "Me hicieron una pregunta que no puedo contestar. Tengo que evaluar mi trabajo y punto. Yo no decido si tengo que continuar o no, por lo tanto de nada sirve conocer mi intención si no me ofrecen el trabajo. Esa noche también dije cosas que no se tomaron tan literal sobre mi continuidad". Sin embargo, al instante dijo mucho más con sus actitudes: a lo largo del partido se notaron sus nervios, preocupaciones, enojos y ganas de ganar el primer encuentro de los seis que quedan para finalizar el año y que se puso como desafío para tomar más fuerza.
Después del partido, Alfaro reafirmó su voluntad de continuar (si es que recibe la oferta de renovación): "Boca siempre va a tener un sí rotundo de mi parte", esbozó el entrenador, en relación a una hipotética propuesta. Y añadió: "En la conferencia posterior a River dije que si en un lugar me quieren, una charla conmigo dura 5 minutos. Ya estaba denunciando algo. Pero yo no voy a ser quien diga si tengo que continuar o no. Depende de una evaluación que tenemos que hacer todos". De cualquier manera, se ilusionó con la posibilidad de seguir: "Sentiría satisfacción personal. (Si me lo ofrecen) será porque han hecho una evaluación positiva".
El entrenador de Boca también aprovechó para elogiar al club que lo contrató en enero. "Es muy fácil trabajar en Boca: te ofrece todo. Me siento cómodo trabajando en Boca: desde el cuerpo técnico, el cuerpo médico, los utileros...todo". Y reafirmó que después de la eliminación con River habló de su aprendizaje: "Dije que en todo este tiempo he aprendido un montón de cosas. Eso te dice que uno está mejor parado que en enero", anticipó, en relación a cómo sería el inicio de un eventual segundo ciclo.
Alfaro recalcó en su contacto con la prensa que la derrota con Lanús no fue producto de una mala actitud del equipo, sino por errores defensivos: "El partido con River es un clásico, un partido determinante. Hoy, la actitud del equipo fue buena, pero hubo errores que en el partido con River no existieron", respondió, en relación a la diferencia en el rendimiento colectivo en relación con el superclásico de la Libertadores. "Cometimos dos errores en dos pelotas cruzadas, que nosotros resolvemos muy bien, y cuando tuvimos chances no las pudimos cristalizar", recapituló.
Enchufado desde el principio
Antes de que Rapallini señalara el inicio dejó la relajación a un costado y se puso de pie, postura que mantuvo en los 90 minutos. A los 24 segundos ya había estirado su brazo para pedir un lateral y, a los 48, puso sus manos alrededor de su boca para que Lisandro López escuchara su pedido de tranquilidad ante dos errores tan cercanos al comienzo.
Pero hubo algo constante en la primera mitad: indicaciones con las que volvió locos a Buffarini y Salvio, los dos del sector derecho. Sobre todo, porque su intención era que el equipo adoptara una forma corta en la presión y ancha cuando tenía la pelota. Por eso mostró tanta desesperación, a los gritos, ante la posibilidad de elaborar un desdoble por derecha, pero sus hombres parecían sentir más temor a su propio arco que valor para lastimar al de enfrente.
A los 25 minutos se dio el mejor momento del equipo visitante con dos cabezazos que Rossi sacó de manera impecable. Por eso, empezó a agitar sus manos con fervor para contagiar actitud, algo que repitió después del golazo de tiro libre de Zárate con el que consiguieron la igualdad parcial. ¿Cómo reaccionó ante los goles de Lanús? En el de Sand, revisó su reloj, que marcaba 9 minutos y luego se llevó las manos al bolsillo durante un rato; en el de Mauro, manos afuera y automático reclamo al cuarto árbitro (Yael Falcón Pérez) por la falta previa en la medialuna de Valenti cuando Toto Salvio se iba rumbo al arco. Fue amonestación y Alfaro le hizo a los jueces gestos de indignación ante el pedido de expulsión.
El resumen del partido
Pero su show se calmó con el arranque de la segunda parte. Porque su semblante decayó a los 3 minutos con la nueva ventaja del Granate: nuevamente, manos a los bolsillos, sin poder creer otro cachetazo desde el vestuario. Sin demasiadas indicaciones en comparación con la primera mitad, puso la cabeza en cómo cambiar la historia sabiendo que los de Zubeldía estarían más conservadores que lo que habían estado ante el gol de Zárate.
Por eso, mandó toda la carne al asador. A los 10, pidió llamar a Tevez: más allá de que fue titular ante River y que estuvo varios días entrenando de manera diferenciada, está claro que para el técnico no es prioridad en su mejor equipo. Aunque sí, un buen relevo para manejar la pelota con más sentido. Eso sí: puede jugar el domingo, ante la adversidad de enfrentar a Arsenal con menos de 60 horas de descanso. Desde ahí, cada 10 minutos hizo una modificación. Optó por Wanchope Ábila: ya estaban en cancha los delanteros que jugaron ante el Millonario. ¿Quiénes habían salido? Almendra y Hurtado, los más jóvenes. Y, para terminar, Reynoso por Mac Allister: puesto por puesto.
Alfaro se fue con bronca, como ante cada derrota. Sin embargo, anoche arrancaba ese desafío de convencer con triunfos a los que no les gustaron nada sus dichos. Lo vivió como nunca, pero el equipo volvió a fallar en un mes fatídico lleno de derrotas.
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