Gambetear las infracciones, parte del curso de readaptación de Carlos Tevez
Como si hubiera detenido el tiempo con un control remoto, Carlos Tevez repitió la misma postal un poco más de un año después. Se despidió de un Boca puntero en 2016, antes de irse a China, con una victoria ante Colón (4-1) y el canto ensordecedor de una Bombonera que aclamó por él. En la noche del sábado volvió para ganarle al sabalero (2-0), siguió viendo a todos desde arriba y fue tan ovacionado como en aquella tarde. Carlitos retornó y fue muy mimado desde las tribunas, aunque dentro del campo le dieron una bienvenida un poco dolorosa y al mejor estilo fútbol argentino: con mucho roce e infracciones.
“Que de la mano, de Carlos Tevez, todos la vuelta vamos a dar”, exclamó la parcialidad xeneize apenas lo distinguió nuevamente en el campo de juego. No hubo lugar a la duda: el Apache es ídolo. Ese cartel se desprendió apenas cuando decidió irse al país asiático a ganar 40 millones de dólares por año, acaso la única atracción de aquella transferencia al Shanghai Shenhua, motivo por el que dejó a un equipo que venía en alza. Es cierto, muchos no se lo perdonaron ni se olvidarán, a menos que en este nuevo rumbo con la camiseta azul y oro levante uno o varios títulos importantes, entre ellos la Copa Libertadores 2018. Pero aunque no sea unánime ese cariño, ante Colón quedó claro que para la gran mayoría aquello quedó en el pasado, que la idolatría no corrió riesgo de derrumbarse.
Me dieron de lo lindo. La verdad que extrañaba que me pegaran, el roce del fútbol argentino, no tanto como otras cosas… pero lo extrañaba.
“Creo que es un síntoma de confianza y todo esto sirve para espantar los fantasmas que aparecieron cuando decidí volver. Que la gente cante por mí es una satisfacción que uno había perdido un poco, pero ahora me volví a sentir vivo y eso es único. Le agradezco eternamente a la gente de Boca”, expresó el dueño de la camiseta N°32 tras el éxito con el que el puntero reinició la Superliga.
No obstante, dentro del campo de juego la cara de la moneda fue muy distinta. Y no justamente porque Carlitos haya brindado una pálida imagen, sino más bien por la dureza con la que lo trataron los futbolistas dirigidos por Eduardo Domínguez. A lo largo de los 90 minutos que disputó, recibió siete infracciones, sin contabilizar el topetazo que le propinó Jonathan Galván al momento de asistir a Nahitán Nández para el segundo gol. Varias de ellas sirvieron para que el rival sumara tarjetas de ambos colores: Pablo Ledesma y Cristian Guanca fueron amonestados, mientras que Gustavo Toledo fue expulsado por un planchazo en la mitad de la cancha.
El conjunto santafesino precisó de otras tantas más livianas pero más determinantes. Se dieron en aquellos momentos en los que Tevez tuvo espacios para arrancar en velocidad y producir contragolpes que para Boca siempre son un cable a tierra, aunque no prosperaron porque lo cortaron siempre con falta. Algo que sorprendió, porque no se lo había visto bien físicamente ni tan explosivo en los amistosos con Aldosivi (2-2 y derrota en penales) y ante River (caída por 1-0). Y eso significa que día a día, entrenamiento a entrenamiento, va adoptando la figura futbolística que desea. Para comprobarlo, hace falta nomás ver una de sus estadísticas: con 10 recuperaciones fue el que más quites consiguió para el equipo de Guillermo Barros Schelotto.
“Me dieron lindo. La verdad que extrañaba que me peguen, el roce del fútbol argentino, no tanto como otras cosas… pero lo extrañaba. Es normal, me falta un poco de roce. Me siento bien físicamente, pero tengo que mejorar cuando quiero poner el cuerpo y seguir con la pelota”, expresó con gracia. Está claro que el contacto, el roce y la fricción son características propias de nuestro fútbol, pero parece difícil pensar que a Tevez le agrade recibir tantas infracciones después de lo que vivió en su segunda etapa en el club de la Ribera: en aquel momento, los días posteriores a los partidos los pasaba en kinesiología sanando las consecuencias de los golpes, pero ahora además tiene un cuerpo que sufre los casi 35 años (los festejará el 5 de febrero).
De hecho, la tan debatida posición del Apache y el cambio de esquema al que Guillermo está obligado a emplear con la presencia del ídolo (del 4-3-3 al 4-2-3-1 o el 4-3-1-2), tienen que ver principalmente con aquello. Es que con el correr del tiempo, el futbolista se fue retrasando en el frente de ataque: de N°9 pasó a mediapunta. ¿Para qué? Casualmente, para evitar que los defensores lo golpeen de más: “Cuando era chico me la aguantaba, pero ya estoy grande para cagarme a palo con los centrales”.
¡NO SE OLVIDA MÁS!#SuperligaxFOX | Carlos Tevez le regaló su camiseta a una nena en la boca del túnel rumbo al vestuario, tras su vuelta al Xeneize luego de un año. pic.twitter.com/2Q5tqEOwfW&— FOX Sports Argentina (@FOXSportsArg) 28 de enero de 2018
Sus compañeros ven normal que los rivales busquen marcar a Tevez con más rigor. “Carlos tiene una gran categoría, es guapo, encarador, gambetea y juega en los metros finales. No lo voy a descubrir yo. Pero nunca le tuvo miedo al roce”, afirma Leonardo Jara. “Cuando explota su velocidad es indescifrable y a los defensores se les hace difícil tomarlo. Y Tevez además arrastra marcas que libera a otros compañeros”, agrega Paolo Goltz.
De todas maneras, con el aceptable nivel que mostró el sábado le terminó de dar la derecha al Mellizo para que el domingo, ante San Lorenzo, lo pueda ubicar como N° 9. Es que Carlitos no bajó su nivel cuando ante Colón, sobre la marcha, lo puso ahí cuando sacó a Walter Bou para sumar un volante: “Puede rendir en las dos posiciones. La otra vez escuché que no podía jugar de 9, pero hoy (por el sábado) le metió el pase a Nández. Y cuando en el primer tiempo jugó más retrasado, tuvo una chance muy clara. Lo vi enchufado, ojalá que este sea su piso y siga evolucionando. Lo va a hacer porque se está acomodando al fútbol argentino”, sostuvo, conforme, el técnico de Boca.
En el regreso de Tevez a la Bombonera, el Apache tranquilizó a varios. Los dejó tranquilos porque Boca ganó y extendió su diferencia con sus perseguidores en la cima. Además, Carlitos sabe que puede dar más todavía, incluso si –con infracciones– lo golpean más de la cuenta.
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