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Giovanni Simeone: “Los futbolistas estamos llenos de excusas, nos gusta culpar a los demás”
En la plenitud de su carrera, llegó a Napoli y enseguida comenzó a convertir goles; “Cada domingo cuento con la posibilidad de demostrarle a Scaloni que quiero estar. Yo no me rindo”, avisa sobre Qatar
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Lleva pocos tatuajes, una rareza entre tantos manchones de tinta que decoran a los futbolistas. La letra G estilizada que une los nombres de los tres hermanos varones, una caña de pescar, el símbolo del ki en el tobillo izquierdo que simboliza la energía interior y el logo de la Champions League. El que se grabó a los 14 años, contra la voluntad de su padre, y se juró no detenerse hasta ser parte de ese torneo. Lo consiguió esta temporada, y después de tres fechas –aunque él apenas suma 153 minutos– ya convirtió dos goles. Pero hay otro tatuaje: la firma del abuelo Carlos Simeone. “Un día lo sorprendí. ‘Mirá lo que me hice, abuelo’, y se lo mostré. Era callado..., lo miró y se puso a llorar. Le dio un beso al tatuaje y me dijo ‘te quiero’. ¿Sabés lo que le costaba decir te quiero a mi abuelo?”, cuenta Giovanni.
-¿Y a tu viejo?
-Y…, va en la misma línea.
Prepárese para leer una entrevista diferente, y no hay ningún mérito en quien pregunta. Le parecerá que las respuestas son de un veterano, alguien tapizado por cicatrices que transita el crepúsculo de su trayectoria. No, Giovanni Simeone anda por los 27 años, en la plenitud de una carrera que construyó con determinación para escaparse de la subestimación y los recelos. “Ser el hijo de… tiene beneficios, no hay por qué negarlo, pero por otro lado todo cuesta un poco más. Mi lucha siempre fue demostrar que era igual a los demás, y no solo el hijo de… Al principio no me gustaba el apodo ‘Cholito’, pero ahora me estoy dando cuenta de que me están diciendo a mí ‘Cholito’… y va más allá de mi viejo. Y ahora me gusta mucho que me digan ‘Cholito’, porque se referencian en lo que yo he hecho y hago en Italia”. Ya son 74 goles en el calcio…
-Tanto se especuló sobre si un día te iba a dirigir el Cholo, y al que ya dirigió fue a Giuliano, el menor.
-Sí, y lo manejaron muy bien los dos. No había manera más natural para que papá e hijo se encuentren, porque la situación no era sencilla. Imaginate que si a alguno de los jugadores no les gusta mi viejo, y te retiran del grupo pensando que esas críticas podés ir a contárselas… Es raro. Ese tiempo juntos en Atlético de Madrid lo manejaron muy bien los dos.
-¿Seguís pensando que Giuliano es el mejor de los tres hermanos?
-Siempre dije que era el mejor. Por sus características, con la pelota es el mejor de los tres. Pero en el fútbol hace falta mucho más que jugar bien con la pelota y, a partir de ahora, con 19 años, ya dependerá mucho de cómo él resuelva las situaciones que se le irán presentando en el fútbol. He visto a muchos jugadores que juegan muy bien, y no han llegado. Giuliano juega muy bien, pero ahora dependerá de su personalidad. Como jugador es el mejor de los tres, insisto, pero para llegar y sostenerse hacen falta muchas más cosas.
-Rareza y orgullo. Tres hermanos, goleadores y contemporáneos: Gianluca en Xerez Deportivo, Giuliano cedido a Zaragoza y vos.
-Es verdad, es toda una curiosidad… Mi papá entrenador de primera, y los tres hijos jugando en primera, segunda o tercera… Una familia entera, no sé si habrá otra en la actualidad. Es lindo, porque si yo juego el sábado, sé que mi hermano juega el domingo… A veces Gianluca me manda una situación de gol que tuvo y la pone en el grupo familiar y se arma: hablamos de la jugada, qué hubiese convenido hacer, qué piensa uno, qué piensa el otro…
-¿Les das consejos a tus hermanos?
-Sí, me gusta mucho poder ayudar a las personas. Leo mucho sobre autoayuda, leo mucho sobre el deseo de querer vivir otra vida que no sea solo fútbol. Y trato mucho de ayudar a mis hermanos, y también a mi papá. Ellos son muy pasionales. Gianluca es muy intenso, Giuliano también, y a veces no distinguen la realidad entre jugar al fútbol y vivir la vida. Y a mí me gusta mucho poder intentar ayudarlos, porque hay muchas más cosas más allá del fútbol. No quita, ojo, desde ya, que hay que vivirlo siendo fiel y genuino a su pasión. Pero también hay más cosas que tendrían que disfrutar.
-Sos el Simeone más racional. ¿Qué otras cosas te atrapan, son tu escape o evasión?
-Me gusta mucho la meditación, con los años fui aprendiendo a meditar, fui aprendiendo técnicas de respiración. Leo mucho al respecto. Ahora estoy leyendo un libro que se llama ‘El club de las 5 de la mañana’… Me gustan los libros de autoayuda, de meditación, es una lectura muy agradable, que te hace pensar qué es lo realmente importante de la vida. Con Giulia, mi mujer, hablamos mucho de otros temas totalmente ajenos al fútbol. Yo llego a casa y no hablo de fútbol. Nos encanta el mar, suelo ir muchísimo al mar a descansar. Hoy el mundo digital, los teléfonos, te hacen perder mucho tiempo. Para mí, la meditación es clave. También, viajar y aprender cómo vive la gente de otras culturas me propone entender que el mundo es mucho más amplio que el fútbol.
-¿Cuánto te frustra un revés deportivo? El Mundial de Qatar se aleja para vos, no has logrado instalarte en la selección.
-Yo me creo todo el tiempo la ilusión de la selección, yo no abandono el sueño de estar en la lista mundialista…, pero hay muchos jugadores buenos, la selección está bien y el grupo está fuerte, entonces es difícil entrar en un lugar donde todo marcha bien. Yo lo único que debo hacer es estar listo para poder ofrecer mi granito de arena en cualquier aspecto que necesite la selección. Por eso voy a estar siempre preparado y nunca me desmotivo. Las chances las tengo, y las voy a tener siempre: cada domingo cuento con la posibilidad de demostrarle a Scaloni que quiero estar. Jamás me voy a desmotivar. Querer estar es un desafío, y va con mi perfil de superarme siempre. La selección es un lugar único y ahí quiero estar. Y si no llego a estar ahora, mañana iré de vuelta e intentaré convencer a todos. Y lo volveré a hacer todas las veces que sea necesario.
-¿Te has preguntado qué te puede estar faltando?
-Sí, sí, he llegado a preguntarme si estaré al nivel de poder competir con los jugadores de la selección. Y me cuestiono qué cosas debo mejorar para poder pertenecer. Me lo pregunto: ¿hacer goles? Bueno, la temporada pasada marqué 17, ya lo demostré, pero tal vez sea algo más lo que me falta. O quizás solo sea esperar mi momento. Es decir, tener paciencia. Sí, muchas veces me pregunto qué me falta, cómo logro que Scaloni me pueda ver. ¿Cómo hago, qué tengo que hacer? Y me motivo. Algunos quizás piensen, ‘si no me citan, bueno, me doy por vencido’. Yo no.
-Otros podrían culpar a Scaloni y señalar que no advierte tu potencial.
-Eso hablaría de mi ego, hablaría mal de mí. Hay que correrse de ahí y tratar de entender qué más hace falta para poder estar, en este caso, en la selección. Si el técnico no te ve, es porque debés tener más paciencia o debés mejorar en algunos aspectos. Cuando el técnico no me pone el domingo, digamos, también trato de entender por qué no me pone. Y lo respeto, son sus gustos y sus elecciones. ¿Cómo me voy a enojar con el técnico si lo elige a Raspadori en lugar de elegirme a mí? No me enojo. Pierdo yo si bajo los brazos. Y yo voy a seguir compitiendo.
Emocionante! Que decir...simplemente luchen por sus sueños! #debut @Argentina 🇦🇷⚽️ pic.twitter.com/VSJGJitdkY
— Giovanni Simeone (@simeonegiovanni) September 8, 2018
-Otros creen que Gallardo se equivocó al no darte más lugar en River.
-Gallardo fue un gran técnico conmigo. Y no me ponía porque yo era joven, porque estaba recién aprendiendo. Él me ha enseñado muchísimo, y lo respeto muchísimo porque a los que mejor estaban y le hacían goles, él los ponía. Yo era muy chico, necesitaba muchos minutos para poder adaptarme y crecer como jugador y River, en ese momento, no tenía espacio para jugadores con esa necesidad. Con el paso del tiempo, más comprendo esas situaciones porque veo a jugadores que necesitan minutos y no los pueden tener porque están en lugares que no se los pueden ofrecer. Y por más que seas cabeza dura, no hay minutos y no hay. Por eso yo tuve la suerte de irme a Banfield, donde estaban esos minutos que yo necesitaba para crecer como jugador. Y le estoy muy agradecido a Banfield.
-No hay minutos de relleno en el fútbol, siempre dice tu padre. Aplica para vos hoy, que te toca correr desde atrás en Napoli.
-Todos los minutos valen. Es la calidad, más que la cantidad. Lo aprendí cuando mi viejo dejó la Argentina y se fue a España, y lo veía dos semanas en el año. Y ahí aprendí la calidad del tiempo. Si tenía poco tiempo con mi papá, lo tenía que vivir al máximo porque después podía pasar hasta un año para volver a verlo. Desde ese momento supe que la calidad era mucho más importante que la cantidad. Si los 5, 10, 15 minutos que te da un técnico los aprovechás, seguro que volverá a darte posibilidades. Yo fui creciendo así en el fútbol.
-Muchos futbolistas muestran desinterés. ¿Para protegerse, para cargar la responsabilidad en el DT, por ejemplo?
-Es muy común en los futbolistas depositar la culpa en los demás. He conocido a muchos jugadores, y también me incluyo, que prefieren señalar a los demás. El ser humano tiende a responsabilizar a los demás. Porque no nos detenemos a pensar ‘por qué pasó tal cosa, qué hice yo para que esto ocurra, ¿habré hecho algo mal yo?’. No. Preferimos las excusas. Con una excusa salís del problema, lo transferís. Te liberás, ya no es tuyo. Y es fácil apuntarle al técnico: ‘Él no me pone’, ‘él diagramó mal la jugada…’ Los jugadores estamos llenos de excusas, que después terminan en reuniones grupales que en definitiva son toxicas, porque más temprano o más tarde, se termina hablando mal de alguno. Esos grupos son los que no llegan a ganar, son grupos negativos, que terminan apuntando, echándole la culpa al entrenador o a un compañero. Se llena de grupitos y el equipo también está partido. En los equipos que ganan, que son pocos, ves una gran conexión entre todos. No es casual. Y hay pocos grupos así, porque el fútbol está lleno de piezas que escogen las excusas.
-Vos usás las redes sociales. ¿Qué trascendencia les das?
-Sé que un mensaje puede dañar muchísimo. Y no impacta sobre el ánimo, sino directamente sobre la salud de las personas. Yo uso las redes, pero me reservo un Instagram personal que lo utilizo con mis amigos, más íntimo, en el que sigo todas cosas que nada tienen que ver con el fútbol. Temas de pesca, temas de buceo, la fotografía de animales y paisajes…, sigo a gente que hace meditación. Alimento mi mundo interno. Muy pocas veces abro el teléfono para ver mensajes, sí, quizás, para ver algo sobre la vida de mis compañeros de fútbol, para enterarme quién hizo un gol… y poco más.
-¿Cómo lograste ese equilibro: la pasión para trascender en el fútbol, y el corte para que no te invada?
-No es difícil para mí. La pasión te lleva a consumir tiempos que van más allá de la lógica, una pasión que te domina tanto te consume por dentro. Y a mí eso me pasa, pero también, cuando estoy en una concentración, me pongo a mirar una serie, a leer un libro... y lo vivo con mucho equilibrio, con naturalidad. Creo que se debe a mi personalidad y porque, insisto, la meditación me está ayudando muchísimo a poder vivir con calma, sin perseguirme o presionarme por tal o cual cosa. La adrenalina del fútbol no me aprisiona, la pongo en su lugar: la necesito para superarme, pero no me encarcela, ni me ahoga, ni me quita mi vida.
-¿Debatís mucho este enfoque con el Cholo? Una vez nos contaste que ‘él es 70% fútbol, después el otro 30% se lo deja a la familia...’
-Pero ojo que yo me mato hasta para ganar el partidito del reducido…, el tema es el después, Una cosa es vivir el momento con intensidad, ok, y yo ahí son inflexible, pero después, al llegar a tu casa, con tu familia, ¿por qué necesitás seguir pensando en el fútbol? En ocasiones, cuando uno piensa demasiado es peor porque tu cabeza nunca está en calma, tu cerebro se consume, no le das oxígeno. Cuanto más pensás, menos respirás. Si no le das oxígeno a tu cerebro, tus neuronas trabajan menos. Todo con sus límites. Por ejemplo, yo trabajo la visualización de jugadas, pero no mucho tiempo, dos veces y listo, me quedo tranquilo. Antes, quizás, repetía, repetía, repetía, y ensayaba tanto en querer hacer algo que…, si vos en el fútbol pensás en querer dar un pase, quizás no puedas hacerlo. Perdés un tiempo. En el fútbol es no pensar. He escuchado decir que la gente más estúpida, en el sentido de no saber muchas cosas, juega mejor al fútbol. Porque no piensa. No necesitás pensar para jugar bien al fútbol. Y mucha gente juega bien, y resuelve bien, porque no piensa. Y al revés, gente que es muy inteligente se carga de tantas cosas en su cabeza, que eso termina influyendo negativamente en el campo. En el juego gravita mucho el instinto y la intuición, y eso no se razona, ocurre. Entonces conviene dejarse llevar, vivir el presente. Por eso, cuando llego a casa, vivo el presente. Si vivo algo que todavía no está ocurriendo, solo pierdo tiempo.
-Imagino el Cholo escuchándote y meneando la cabeza, no pudiendo entenderte.
-No, no creas. Mirá que ya son muchos años para él viviendo esta adrenalina…, pero últimamente mi papá está comprendiendo muchísimo; creo que después de la pérdida del abuelo [Carlos falleció en marzo de este año], papá entendió mejor el hecho de compartir más con nosotros, estar más presente, está mucho más atento a vivir el día a día. Y lo disfruté mucho en las últimas vacaciones, que las pasamos juntos, y se habló muy poco de fútbol… aunque no me creas. Te lo juro, se habló muy poco de fútbol. En este libro que estoy leyendo, en un capítulo apunta que la gente mayor de 50 años empieza a cambiar el yo por el nosotros. Empieza a simplificar su vida, empieza a achicar su entorno para vivir más sencillo. Eso, quizás, no lo hacés ni a los 20 ni a los 30 años porque querés vivir al máximo. Creo que después de los 50, cuando aparecen pérdidas afectivas importantes, llegan las primeras nociones de que el tiempo, en un momento, realmente se acaba.
“El Diego”: el latido de una ciudad enamorada y agradecida
“¡Siiii, Tomy! Un personaje, es utilero”. Estalla Gio cuando escucha si permanecen en Napoli empleados de la época de Maradona. “Siempre tiene a mano darte un buen café… Las cosas que habrá vivido con el Diego, me prometió contarme muchas anécdotas alguna de estas noches en la cena. Ya está grande, y vos sabés que pasa caminando por el pasillo del vestuario, solo, y va cantando ‘Oleeee, Oleeeee, Oleee, Diegoooo, Diegooooo’. Como si hubiese quedado con el cassette fallado, jajaa, como yo el otro día, que me puse a cantar en el medio de la cancha la canción de Rodrigo… Es que no te podés contener, hay una atmósfera especial, única, es muy difícil de explicar”.
¿Cuántos padres pueden contarles a sus hijos que jugaron muchos años con Maradona? Pocos, entre ellos Diego Simeone, que incluso enfrentó a Maradona en el viejo San Paolo en un Napoli-Pisa de la temporada 1990/91. Gio vive en Posillipo, cerca de Nápoles, y es el primer argentino que juega para el club en el rebautizado estadio Diego Maradona. “Sentía que quería venir…, lo sentía. Más allá de su grandeza, de lo competitivo que es el club, hubo algo en mi interior que me indicó que era Napoli. Tenía que venir para acá. No lo puedo explicar mejor, tal vez, porque soy sensible a atender esos llamados interiores. El destino me decía que tenía que venir para Napoli. La negociación en algún momento se trabo, y sin embargo jamás me moví un centímetro de mi deseo: quería estar acá. Jamás me sentí como acá, en Nápoles. Porque son como entre italianos y argentinos, así como yo, como yo me siento”.
Líder en el calcio y con puntaje perfecto en la Champions… ¿Hay límites para el Napoli? “Estar en un equipo que apunta a grandes cosas es muy motivante, pero ya el hecho de competir cada tres días es fantástico. No hay nada más lindo que eso. Mi viejo siempre me contaba que es una adrenalina diferente, pero hasta que no lo vivís no lo terminás de entender. Necesitás que llegue el partido siguiente, ese ambiente explotado de cada estadio. No hay nada más lindo que competir cada tres o cuatro días”, revela Gio. Y explica qué misión se ha propuesto en el club: “A mí me gusta superarme todo el tiempo, no me gusta sentirme cómodo. Cuando uno se siente cómodo, ahí empiezan los problemas. Para superarte necesitás estar en una zona incomoda, fuera del confort. Sentí que estaba preparado para competir en un equipo realmente grande. La luché muchos años en Italia para poder ganarme esta posibilidad de estar en un equipo grande. Y llegó el momento de convivir y confrontarme con jugadores grandes, jugadores muy buenos. Y me siento preparado para eso”. Van tres goles en 8 partidos, muy buen comienzo.
El primero fue especial, a Liverpool, en la Champions League. El primer partido de su vida en el certamen soñado... y gol. La emoción envolvió el festejo: corrió, abrió los brazos, se tendió boca arriba, no escondió las lágrimas y finalmente besó ese logo tatuado a sus 14 años. Un tatuaje que después de otros 13 años tenía su razón de ser. “En ese momento no pensé en absolutamente nada, me dejé llevar por la magia del presente. Yo lo había vivido tantas veces a ese momento, soñándolo, pero ahora estaba ocurriendo. Entonces dejé que ocurra…, después sentí que ya lo había vivido de alguna manera, por desearlo tanto. Entonces, de alguna manera, los demás estaban viendo lo que yo ya había vivido”, descubre Gio.
𝙈𝙖𝙧𝙖𝙙𝙤, 𝙈𝙖𝙧𝙖𝙙𝙤 🎶😍
— Official SSC Napoli (@sscnapoli) September 12, 2022
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-¿Impacta que Maradona esté tan presente en Nápoles?
-Es impresionante. Todos te hablan del Diego acá. Todos. Todos, todos, te dicen que vivieron algo con el Diego. Y te lo cuentan con una pasión, como si les hubiese ocurrido ayer..., y fue en los 90 quizás. No está, pero está el Diego. Lo tienen presente todo el tiempo, todos los días. La gente acá todavía sufre esa diferencia entre el norte y el sur, y el Diego los salvó del olvido. El Diego es alegría para ellos, y va más allá del fútbol. Te cuentan que les dio alegría, sentido, visibilidad y pertenencia a sus vidas. Esta es una ciudad tan, tan apasionada que haber tenido al Diego entre ellos es un gran orgullo. Acá la gente es de corazón grande, se entregan, y Diego les dio luz, les dio esperanza, los convenció de que se podía contra el norte poderoso. Así te lo cuentan cada día. Dejó una huella para siempre. Por ejemplo, ahora, muchos me dicen: ‘Como no estaremos en este Mundial, todos seremos argentinos’. Se espera mucho de nuestra selección en Qatar, y es por el Diego. Argentina es parte de esta ciudad.
-¿Con qué imágenes de Maradona fuiste creciendo a partir del relato del Cholo?
-No me fue contando historias o anécdotas en particular. Sí, siempre me dijo que el Diego era una persona que ponía el pecho por todos, que iba al frente por sus compañeros. Especialmente en la selección, de Sevilla nunca me dijo algo en particular. Me contaba que era un tipo que se ponía adelante y los defendía a todos. Y que eso lo hacía una persona noble. Cuando llegué a Nápoles, mi viejo me puso un mensaje en el que me decía que en la Argentina todos los chicos de su época habían crecido con el Napoli de Maradona, y que todos tenían el sueño de algún día poder jugar en el estadio donde jugó Maradona… ‘Y vos estas cumpliendo ese sueño, hijo’, me dijo. Lindo, muy lindo… Me pidió que disfrute de estar en el lugar que tantos soñaron.
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