De la decepción y las quejas a renovar la confianza: Boca cambia el mensaje después de la derrota
De atrás para adelante. Esta vez vale. Boca se fue a dormir y los pensamientos hervían. En el vestuario del Monumental, tras el 0-2 de la primera semifinal de la Copa Libertadores, la bronca se apoderó de los sentimientos por dos motivos. Uno fue, sin sentido, el arbitraje y los manejos del VAR, reflejado con las picantes declaraciones de Ramón Ábila y Gustavo Alfaro, y con los gestos de Carlos Tevez y Mauro Zárate a las tribunas de River. El otro, el resultado que se terminaron llevando: está claro que la serie aún está abierta gracias a los reflejos de Esteban Andrada. Pero Boca no pudo cumplir el objetivo del gol de visitante que se había propuesto y, en efecto, sufrió una caída que, a falta de 90 minutos, huele a una diferencia contundente.
Sin embargo, era cuestión de que pasaran las horas para cambiar los ánimos. Ya con la cabeza un poco más fría, ayer por la tarde, el plantel se reencontró e hizo el mea culpa que faltó el martes en Núñez, algo extraño en un entrenador que suele declarar perfecto: "Hoy (por el martes) les mostré un video a mis jugadores de la cantidad de jugadas simuladas dentro del área que hay de parte de los jugadores de River, proponiendo penales. Por eso había que presionarlos, pero evitando el contacto porque ellos se tiran permanentemente. River trabaja detalles como esos".
Hubo un baño de realidad. Esas declaraciones que parecen en caliente, un aspecto extraño en un técnico siempre centrado, quedaron a un lado durante la práctica. Como en cada entrenamiento posterior a un partido (con cualquier resultado), sucedió la clásica reunión para hablar sobre lo que pasó. Aunque la de ayer tuvo un tono más trascendental, sabiendo que en 19 días no hay margen de error en la Bombonera y que hay que jugar un partido perfecto.
Dentro de la profunda autocrítica, el principal punto a tratar fue la desconcentración de muchos jugadores en jugadas clave. Eso es lo que más lamenta Alfaro, que sostiene que estas instancias de Copa Libertadores se superan gracias a pequeños detalles: Boca no aprovechó los suyos y, en cambio, "durmió" en los que generó el rival. Los dos goles, de hecho, son un reflejo: el penal de Mas arranca desde un saque de banda y en el segundo gol nadie toma las marcas. Todos se quedaron estáticos. Eso también había trabajado con sus hombres: el concepto de intensidad, de movilidad continua, que es tradicional en un River encendido.
Entre otras cuestiones, ahí estuvo lo motivacional. El darse aliento mutuo y entender que los locales ahora serán ellos. El plantel está de pie. La confianza del grupo es grande, ninguno da nada por perdido. "Tenemos mucha fe. No nos den por muertos. No sé si lo daremos vuelta en los 90 minutos, pero creemos que podemos conseguir el mismo resultado que sacaron ellos de local y forzar los penales", le contó a LA NACION una fuente allegada al plantel. "El plantel está fuerte. Ya están mentalizándose y preparando la épica", comentó otra fuente en el medio del entrenamiento de ayer.
A contramano de lo que se piensa en la intimidad del conjunto xeneize, los propios hinchas van perdiendo expectativas y ganan, con las horas, más decepción. ¿Qué quiere decir eso? La Bombonera seguramente va a intentar intimidar al conjunto millonario, pero si las cosas no salen bien se convertirá en una caldera para sus aliados: jugadores, técnico y dirigentes serán castigados desde las tribunas y podría haber grandes consecuencias en los institucional.
Si se habla de hinchas, también habrá que hacerles un espacio a aquellos hombres que se hicieron un lugar en la historia dorada de la institución: ellos también son el reflejo de los fanáticos. Y sus sensaciones, incluso, son más duras. Sobre todo, contra el técnico boquense. "Llamarme a silencio y seguir reflexionando sobre la triste y frágil propuesta de Boca esta noche, creo que es el mejor camino en un momento en que la bronca y la impotencia se apodera de todos mis pensamientos. Defender como única vía no puede ser nuestra identidad", descargó Jorge Bermúdez, en su Twitter. Oscar Córdoba, compañero de época gloriosa, fue más profundo públicamente: "Se encarga de castrar el ataque de su equipo. Abrió el paraguas con sus declaraciones y eso para el Mundo Boca, que quiere que te comprometas, no es bueno. Fue a no perder o a perder por poco. Y hasta Hugo Orlando Gatti, que no suele salir a declarar, puso el foco en Alfaro: "No me gusta para nada. El mejor jugador de Boca es el tano (De Rossi), pero no juega porque al técnico le gusta agarrar el micrófono y hablar. El DT estaba preocupado porque le hicieron un gol de lateral. Dejate de romper las pelotas y decile a los jugadores que ataquen a River".
"Boca no tiene purgatorio. Es cielo o infierno", fueron las primeras palabras de Alfaro en enero. En el Monumental, sus dedos empezaron a tocar el fuego. La eliminación significaría un fin de ciclo para muchos, otra vez. La confianza del grupo debe desembocar en un solo resultado: llegar a la final.
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