Maradona en Gimnasia: la motivación crece, pero el Lobo sigue sin respuestas en el juego
LA PLATA.– Desde la llegada de Diego Maradona, la confianza del conjunto tripero creció. Así lo manifestaron los jugadores desde el discurso y más tarde lo ratificaron en el campo de juego. "Con él en el banco vamos a salir a comernos el pasto", un modelo de frase que se escuchó en el predio de Abasto, apenas asumió el nuevo cuerpo técnico. Gimnasia comenzó los dos encuentros, ante Racing y Talleres, con una actitud diferente: los futbolistas entraron a jugar con mayor convicción, no tuvieron temor de plantarse de entrada en el campo rival, corrieron tanto como pide y exige el DT y jamás se resignaron a pesar de las desventajas. En las dos fechas el conjunto se enseñó motivado y eso no está en discusión.
El Lobo tampoco sumó en su aventura por Córdoba. Un desacierto arbitral le impidió ilusionarse con los primeros puntos del ciclo Maradona. A falta de 15 minutos, empataba 1-1, pero el juez Hernán Mastrángelo sancionó una inexistente falta de Marco Torsiglieri sobre Nahuel Bustos; el colombiano Dayro Moreno se hizo cargo de la ejecución y Talleres se impuso 2-1. La injusticia, sin embargo, no altera ni disfraza una realidad: Gimnasia arrastra problemas futbolísticos del ciclo anterior.
El inconveniente del equipo platense es que esa mejoría en el aspecto anímico repercutió poco en el juego. Las principales dificultades, como antes, están en el plano futbolístico. Estaban presentes antes, con Darío Ortiz y son evidentes en la actualdiad. Gimnasia reitera errores individuales en defensa, no tiene contención en la zona media y su ofensiva carece de contundencia.
Las fallas groseras cerca del arco propio llaman la atención. Cometió tres en las primeras cinco jornadas, durante el ciclo Ortiz, y dos en la era Maradona. Ataques rivales que parecían irrelevantes, sin riesgo, se convirtieron en goles en contra. Tan dolorosos como evitables. Cinco de las diez veces que vulneraron su valla existió como denominador común una equivocación considerable: Horacio Tijanovich pifió un despeje simple y festejó Lanús; Leonardo Morales rechazó muy corto y le sirvió el tanto a San Lorenzo; Janeiler Rivas quedó enganchado, y habilitó a Rafael Delgado y Defensa y Justicia no perdonó; al arquero Alexis Martín Arias se le escurrió una pelota sencilla y gritó Racing; Lucas Licht calculó muy mal en un cambio de frente y Franco Fragapane quedó solo para asistir a Jonathan Menéndez para que Talleres tomara la primera ventaja con apenas 11 minutos de juego. Demasiados deslices para una estructura que necesita despegar.
Otro de los males del equipo es que carece de futbolistas de corte el mediocampo, en particular en el sector central. En esa zona juegan Franco Mussis y Víctor Ayala, quienes no se caracterizan por el quite; ese condicionamiento tiene un agregado: no están en óptimas condiciones físicas para ejecutar una tarea que demanda esfuerzo y desgaste. Al Lobo, desde la salida de Fabián Rinaudo, a fines del año pasado, le falta un volante posicional; uno que avance poco y garantice la contención. A Gimnasia no le llegan mucho, pero esas pocas veces lo lastiman con facilidad. Los adversarios tienen pocos obstáculos que sortear en la zona media y en ocasiones solo requieren de un par de toques para generar peligro. ¿Conclusión? Necesita un N° 5 tradicional. ¡Y lo precisa ya! Agustín Bolívar podría ser una opción, aunque por ahora no tuvo recorrido.
El triángulo de escasez que tiene el conjunto de Maradona se completa con un ataque ineficaz. Se marcharon Santiago Silva, Jan Hurtado y Lorenzo Faravelli, quienes convirtieron 10 de los 17 goles en la primera mitad del año, y los refuerzos no taparon ese hueco: apenas un gol de Pablo Velázquez. El Lobo presenta dos dificultades ofensivas: le cuesta generar situaciones para convertir y cuando lo logra exhibe impericia en la definición. Si bien con Maradona mejoró en el segundo rubro, porque de marcar dos tantos en cinco partidos pasó a festejar dos en la misma cantidad de cotejos, la evolución es insuficiente. Hay un dato que demuestra cuánto le cuesta a Gimnasia ser profundo con la pelota al ras del piso: sus cuatro gritos en la Superliga llegaron por un envío largo, tres centros desde las bandas y un bochazo desde la mitad de la cancha.
"A mis muchachos les voy a pedir encarecidamente que se maten en la cancha y que si es necesario traben con la cabeza", confesó Maradona en la presentación. Los jugadores comprendieron ese mensaje y actuaron en consecuencia. La entrega, está. Nadie reclama sacrificio. La carencia es futbolística y, al menos hasta ahora, Diego Maradona no pudo aportar un plus. Hundido en ambas tablas –la de posiciones y la de los promedios– para salir a flote tendrá que dar un inmediato salto de calidad.
Benjamín y Gianinna, en el predio de Abasto
Maradona se alimenta de sus seres queridos, los lazos familiares fortalecen al hombre de 58 años. Benjamín, su nieto, es una debilidad para Diego. Ayer, el hijo de su hija Gianinna y Sergio Agüero apareció de manera sorpresiva en Abasto para dibujarle una sonrisa al Diez. Una visita inesperada, de esas que emocionan al entrenador del Lobo. Después de charlar y bromear con Diego, Benjamín saludó a algunos futbolistas; el grupo hizo trabajos tácticos en las canchas N°3 y 4. Mussis y Licht se ejercitaron de manera diferenciada.
¡Una visita de lujo para Diego! Benjamín Agüero, hijo del Kun y Giannina, visitó la práctica de Gimnasia, a 3 días del duelo ante River. ¿Le dará suerte? pic.twitter.com/iCKOlv8GeS&— SportsCenter (@SC_ESPN) September 26, 2019
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