Messi: en busca del feeling y el contexto que le dé el gol de campeón en la selección
Lionel Messi, desde el análisis individual, supera récords y siempre se propone nuevos objetivos, lo cual le da la proyección a otras evoluciones. En algún momento fueron los goles de derecha, en otros los de tiro libre, más tarde los de cabeza. Desde su desempeño en función de las virtudes que resalta, es irreprochable. No por nada hizo más de mil goles, 70 de ellos en la selección argentina. Hasta se fue reinventando desde las posiciones. De wing derecho a falso 9, de enganche a mediapunta. El punto en cuestión es cuando se lo analiza desde la estructura global, desde un engranaje colectivo.
En Barcelona brilló, en la selección todavía está en deuda. Hizo muchos goles en amistosos y en los recorridos de eliminatorias, copas américas y mundiales en los desarrollos, pero ninguno de ellos le significó levantar un trofeo. Ni en las Copas América 2007, 2015 y 2016; tampoco en los nueve partidos que jugó -de octavos de final en adelante- en los mundiales de 2006, 2010, 2014 y 2018. En los Juegos Olímpicos de China 2008 fue campeón, confirmó su entendimiento con Gago y le sacó jugo a una fórmula pactada por Sergio Batista con Juan Román Riquelme, pero en las semifinales ante Brasil (3-0) y en la final ante Nigeria (1-0) tampoco logró convertir, aunque asistió a Di María para esa corrida larga al gol.
Hizo goles clave en el camino de la selección argentina, pero ofensivamente quizás sus mayores sociedades y "entendimientos" los haya tenido con Ángel Di María y Sergio Agüero, con el 9 que se conoce de los juveniles y terminaron siendo amigos cercanos. Con Fernando Gago tenía feeling porque el 5 de Vélez se la pasaba casi siempre, tenía la habilidad para encontrarlo con un pase filtrado por más que el camino estuviera obstruido por varios rivales. Y Messi, otro Messi también desde el juego, luego intentaba desequilibrar de tres cuartos en adelante.
Si en Barcelona sus principales socios para ser determinante en los últimos metros fueron Neymar y Suárez, además de los laterales Dani Alves y Jordi Alba; también tenía química con Ronaldinho y Henry. Pero no siempre fue así, incluso todavía hoy está analizando si logra convivir con Griezmann en el mismo equipo.
El desafío suyo y de Lionel Scaloni (como DT de la selección) estará en encontrar un contexto que lo potencie, y en juntarlo con socios que no sólo sean compatibles desde las características, sino también desde una química que muchas veces no se explica pero que puede tener resultados más determinantes. Como jugador individual es único, pero en equipo (en la selección) todavía no pudo ser lo que realmente puede llegar a ser. Pese a los años que lleva en la selección y las 70 anotaciones, Messi todavía no encontró su Suárez en la Argentina, ni los laterales que le permitan descargas para luego él volver a ocupar los espacios centrales del área, esos socios que le posibiliten ser el 10 de siempre, con goles y asistencias, también en los partidos finales de un torneo.
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