Qatar, el Barcelona de Asia: los secretos de un equipo que gira sobre el toque y la gambeta
No fue magia. Todo se reduce al trabajo, la planificación, el largo plazo. Detrás del petróleo, los millones, el desierto y las edificaciones futuristas, hay una idea. Más allá del controvertido Mundial 2022, hay un camino. Qatar intenta jugar el fútbol que le gusta a la gente. Los futbolistas –todos del medio local–, ingenuos en el arte de la defensa y ligeros con el campo abierto, se inclinan por el toque, la gambeta y la sorpresa. Invitado al espectáculo de la Copa América por motivos comerciales, puede dejar afuera a la Argentina en la primera rueda.
La explosión del talento asiático tiene un prólogo: la Academia Aspire, creada en 2004 en Doha, desarrollada para el crecimiento de los deportistas qataríes, con una sana obligación: el estudio. Es un campo de entrenamiento, respaldado por dinero público y privado, basado sobre la ideología de la Masía, el búnker de Barcelona admirado en el mundo. Un ejemplo: en 2014, una formación exclusiva de futbolistas de la academia logró el campeonato Sub 19 de Myanmar, por primera vez en la historia de Qatar. El centro de entrenamiento es un maravilloso campo abierto con pelotas de todos los colores y, detrás de escena, estudios y alimentación. Un mar de jóvenes promesas, exclusivamente apuntado al futuro.
Al menos siete de los titulares en la Copa América, surgieron en ese paraíso del desarrollo. La cabeza del proyecto es catalana. Se llama Félix Sánchez Bas, tiene 43 años y nació en Barcelona. Siempre de jogging, calvo, con una barba permanente y un estilo basado sobre la docencia. El detalle lo refleja: los qataríes reciben el balón, levantan la cabeza y siempre encuentran un compañero libre, bien ubicado. Imposible imaginarlo una década atrás.
La consagración en la Copa de Asia
Sánchez Bas condujo equipos juveniles de Barcelona hasta que la aventura del desierto lo llevó a Doha en 2006. En la academia fue partícipe de la revolución de las ideas. Fue parte, lógicamente, de ese primer título. Escaló del Sub 20 al Sub 23 y, más tarde, al seleccionado mayor. El 1° de febrero pasado, en Emiratos Árabes Unidos, Qatar alcanzó la cúspide: superó por 3-1 a Japón –un gigante en esa parte del mundo– y logró por primera vez la Copa Asiática. El Barcelona asiático ganó los 7 partidos, 19 goles a favor y apenas uno en contra, el de la final. En 2000 y 2011 habían conseguido la mejor actuación: cuartos de final. Y en la historia del certamen, sólo habían ganado 6 partidos… de 39. Miles y miles de qataríes siguieron la finalísima en pantallas gigantes, una escena inédita.
El estilo: 70 por ciento de posesión, defensa de cuatro con laterales que se proyectan, marca en zona, un círculo central con manejo y explosión audaz. La Copa América es una aventura: 2-2 con Paraguay (pudo haber ganado) y 0-1 con Colombia (solo se cayó en el final). La proyección, ahora, es el roce internacional. Global en la cita de Brasil, individual en destinos más futboleros. "Los jugadores tienen una buena plataforma para mostrar sus valores individuales. No es nuestro principal objetivo vender un jugador, pero sería una buena señal para los futbolistas que actúan en el país. Los jugadores son conscientes de que lograron algo importante, la primera Copa Asia, pero la Copa América es más exigente", sostiene el DT.
El proyecto no finaliza en el próximo Mundial: apenas es una primera etapa. Está en el puesto número 55 del ranking de la FIFA, el mejor de su trayectoria. Xavi Hernández actuó en sus últimas cuatro temporadas en ese fútbol. De 39 años, colgó los botines y subió un par de escalones al fútbol asiático con acento catalán. "El jugador qatarí es más técnico que físico. Los dos centrales no son muy altos y ahí ya se advierte la idea de juego que quieren. Salen con el balón controlado, quieren dominar el partido, no pierden fácil la pelota y tienen nivel técnico", suscribe.
El resumen del partido contra Paraguay
Les faltan dos atributos indispensables: concentración y experiencia. En el 2-2 con Paraguay, tuvieron el balón el 57 por ciento, dispusieron de 8 remates y dieron 438 pases. Su adversario, apenas 328. Una advertencia: pierden demasiado fácil la compostura, protestan seguido al árbitro, no aceptan el roce con hidalguía y se les va la pierna en exceso. Sufrieron ocho tarjetas amarillas entre los dos partidos. "En una competición de este tipo nos han penalizado con tarjetas a muchos jugadores y tenemos que ver cómo están físicamente. Intentaremos minimizar el posible daño que nos pueda hacer la Argentina durante el partido, pero tampoco hay mucho tiempo", expresó.
La idea es "hacer un buen papel" a partir del 21 de noviembre de 2022, el día del puntapié del Mundial. Las acusaciones y sospechas de corrupción por la designación quedan a un costado. El país es pequeño: tiene unos 2.700.000 habitantes, su superficie es de 12.000 kilómetros cuadrados y, según un estudio del FMI, es el país más rico del mundo, porque cuenta con un PIB anual de 170 mil millones de dólares. Parte de ese dinero se destina al progreso del deporte. A un fútbol cada día más profesional.
En esa travesía, el choque contra la Argentina de Leo Messi –devaluada, pero con una historia enorme–, se presenta como el mayor desafío de los últimos tiempos. "El partido contra la Argentina va a ser muy duro, pero no se nos puede olvidar que llegaremos con opciones de pasar de rueda. Sabemos que va a ser tremendamente difícil porque el potencial de la Argentina todo el mundo lo sabe", cuenta el conductor. Qatar depende de sí mismo: sólo tiene que ganar. Parece imposible, es un equipo relativamente joven –25 años en promedio, en los dos encuentros–, de no tan alta estatura –1,79 metros–, pero con un registro histórico que invita al respeto. Ganó 13 de los últimos 20 partidos. Todo un símbolo del progreso.
Y, por ahora, además, van primeros en simpatía. "Los brasileños nos apoyan mucho. Tal vez se sienten identificados con nuestro juego", acepta Sánchez, el hombre detrás de la revolución.
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